Construir, hoy y aquí, por lo más sagrado

Esteban Fernández-Cobián , autor de Arquitectura religiosa del siglo XXI en España (Universidad de La Coruña), plantea en su introducción que «la arquitectura religiosa es uno de los temas con los que cualquier arquitecto desearía confrontarse. Y esto ha sido así por múltiples razones: porque apenas tiene programa; porque posee una escala singular; porque para formalizarla se requieren recursos no habituales; porque para levantarla y mantenerla es necesaria la confluencia de muchas voluntades ; porque trabaja con grandes vacíos; porque en ella la luz es el tema; porque comunica; porque no deja indiferente a nadie; y, en definitiva, porque aspira a ser sagrada». Y culmina esta enumeración, que pertenecería a una percepción histórica, formulando unas preguntas que resultan plenamente pertinentes para abordar la observación y reflexión de esta tipología en la actualidad.

La primera de ellas es: «¿Qué es lo sagrado?» . Resulta evidente meditar sobre el significado de ese concepto dentro de la sociedad actual, no sólo crecientemente secularizada, sino también desconocedora de los fundamentos religiosos sobre los que por siglos ha estado sustentada la cultura occidental.

Fernández-Cobián llama la atención sobre cómo en el mundo católico el concepto de templo -entendido como «puente entre la inmanencia y la trascendencia para que los fieles puedan entrar en contacto con las fuerzas que sostienen el mundo y lo llenan de sentido»- y el de iglesia -que alude a un lugar de reunión que acoge a una comunidad que se reúne en él para celebrar un determinado rito- han estado siempre unidos. La iglesia Católica era así una entidad sagrada: un edificio imbuido de una potente significación espiritual que trascendía su materialidad.

En los últimos cincuenta años -señala el autor-, tanto el concepto de «templo» como el de «iglesia» se han ido vaciando de significado, de manera que ya apenas se considera que el primero sea un edificio sublime e inviolable y, por otro lado, entre los teólogos se ha extendido la convicción de que lo realmente sagrado es la comunidad de fieles y no el edificio. La idea sacra de templo se ha diluido y la de iglesia como centro de encuentro tampoco se ha afianzado , «por lo que es difícil saber en qué consiste construir un edificio para el culto católico».

Apunta asimismo cómo, desde mediados de los setenta, se ha producido una pérdida de la «tradición eclesial (formal y constructiva) que los arquitectos repudiaron en su conjunto a mediados de esa década». De ahí entonces la pertinencia de la siguiente pregunta que plantea desde el libro: «¿Cabe hablar de edificios o espacios sagrados en la sociedad contemporánea?».

Los ejemplos mostrados en el volumen dan cuenta del valor que hoy todavía puede ofrecer la arquitectura religiosa o vinculada a lo religioso. La selección realizada por Fernández-Cobián destaca por su objetividad y rigurosidad (alejada del engañoso efectismo que pueden ofrecer monografías exhaustivas pero que no terminan siendo sino un coffee-table book ). A esa anterior pregunta agrega la de qué recursos se utilizan para diseñar hoy estos edificios.

Las características que detecta comunes a gran parte de ellos son la primacía del control de la luz para crear una atmósfera adecuada para el recogimiento ; el predominio del uso del hormigón armado , considerado como «piedra contemporánea»; una disposición lineal del espacio y una tendencia al empleo de un lenguaje abstracto (que se complementa con una revaloración de los motivos iconográficos tradicionales; los de nueva creación parecen haber remplazado a la inclinación, en décadas previas, a optar por un vacío anagógico, evocador de la iconoclastia protestante).

Otro rasgo destacado es cómo el valor de algunas de estas obras es la forma en que una «gran intensidad proyectual» ha compensado las limitaciones que pudieran haber venido impuestas por un bajo presupuesto disponible. De igual manera, resulta remarcable cómo las referencias espirituales que pudieran dar inspiración a los arquitectos proceden no de figuras religiosas sino laicas y arquitectónicas: «“El espacio inefable”, de Le Corbusier ; el “silencio luminoso” de Kahn ; o el “Dios está en los detalles”, de Mies van de Rohe proponen la mística de estas arquitecturas», indica Fernández-Cobián.

Fernández-Cobián presenta veinticinco recintos para el culto católico . Su selección abarca desde ermitas, capillas, iglesias de nueva planta y rehabilitaciones, un campanario y la sede de un seminario. Incluye también una iglesia de culto evangélico en Tarrasa, obra de Lucía y Carlos Ferrater . Entre esta cuidada selección sobresalen la Iglesia parroquial Iesu de Rafael Moneo , las dos ermitas de Alejandro Beautel , en Las Puntas y Tacoronte, y la Iglesia de Santa Josefina Bakhita en Playa Granada, de Elisa Valero.

El valor de este libro no es sólo mostrar cómo el diseño de estos espacios sagrados restaura cierto espíritu de misticismo que se puede contraponer a la vulgaridad mundana que impregna a veces a las pretensiones de ciertas arquitecturas contemporáneas, sino reflejar cómo la arquitectura es un cauce desde el que revisar el sentido de lo religioso o espiritual en la actualidad.