LIBROS

El centenario viaje de Odiseo

Leemos ‘Ulysses’ como se lee un texto sagrado: con la convicción de que cada palabra significa. No es un libro difícil, es otra cosa: un libro que ha de leerse como una totalidad

Retrato de James Joyce, con su mítico parche

La ocasión del centenario de la publicación del ‘Ulysses’ de James Joyce dará lugar, imagino, a los consabidos ditirambos y también a alguna declaración de disgusto o incluso de repudio hacia ese libro «ilegible» e «insoportable» que en realidad «nadie ha leído». Pero también ... podría ser la ocasión para volver a reconsiderar ‘Ulysses’ más allá de los prejuicios.

El centenario ha propiciado muchas publicaciones, reediciones y retraducciones, entre las que nos gustaría destacar dos: Stephen Hero en editorial Firmamento, la versión original del ‘Retrato del artista adolescente’ y sobre todo ‘Cuentos y prosas breves’, en la siempre sorprendente editorial Páginas de Espuma, ambas traducciones y ediciones de un gran joycéfilo, joyceano o joycésofo, Diego Garrido. El último volumen es obligado y necesario para cualquier adicto a Joyce no solo por los textos originales sino también por las sabias y enjundiosas introducciones y notas de Garrido. Encontraremos aquí las tempranas ‘Epifanías’, una versión de ‘Dublineses’, ‘Giacomo Joyce’, una fascinante novela en miniatura, los textos tardíos de ‘Finn’s Hotel’ y muchas, muchas más cosas.

‘Cuentos y prosas breves’ . James Joyce. Páginas de Espuma. Madrid, 2022. 552 páginas. 33 euros

Reproducir la realidad

‘Ulysses’ no es un libro «difícil». Es otra cosa: un libro que ha de leerse como una totalidad, y también un libro que ha de leerse como música . Todas las frases de ‘Ulysses’ crean vínculos con todas las otras. Todas las palabras, hasta las inventadas, hasta las más extrañas, adquieren su sentido solo si las consideramos dentro de la totalidad de la novela.

Necesitamos aquí el término musical «escucha de larga distancia», la capacidad de «escuchar» el último compás de la obra cuando se toca el primero. Pero ¿por qué es así ‘Ulysses’? Simplemente porque en este libro James Joyce se propuso reproducir la realidad. Y en la realidad todas las cosas están relacionadas entre sí, todo se vincula , todo adquiere sentido en relación con lo que le precede, le sigue y le rodea, todo deja una huella, todo responde a una forma previa, todo es una transformación, un eco, un perfume de otra cosa. En ‘Ulysses’ el todo está en todas las partes, y en cada frase del libro está todo el libro, de igual modo que, como explica Stephen Dedalus en su maravilloso discurso del capítulo ‘Escila y Caribdis’, todo está en todo, y todos somos en realidad, el mismo . Por esa razón la vida de un solo hombre, Leopold Bloom, es la vida de todos los seres humanos. Leemos ‘Ulysses’ como se lee un texto sagrado: con la convicción de que cada palabra significa.

Melancolía

Se suele caracterizar o caricaturizar al libro como una colección de experimentos verbales, pero su verdadero valor está en su calidez, en su humanidad. Conozco pocas cosas tan placenteras en la literatura universal como la primera mitad de ‘Ulysses’, capítulos como ‘Calipso’, ‘Los lotófagos’, ‘Sirenas’, ‘Nausícaa’... Páginas felices, luminosas, llenas de humor, de melancolía, de sensualidad, de ingenio, en las que el asombroso poder verbal, siempre al servicio del momento, provoca en el lector la sensación de estar viviendo algo más real que su vida ‘real’. O quizá, digámoslo de otro modo, que crean en el lector la sensación de estar viviendo, ¡por fin!, algo real. ‘Ulysses’ nos parece raro porque no vivimos en la realidad.

El verdadero valor de la novela de James Joyce está en su calidez, en su humanidad

A lo largo del libro, Bloom emerge como personaje central. Lo sabemos todo de él. Conocemos su alma compasiva, su bondad elemental, su deseo de ayudar a todos los que se encuentra, la forma en que hace suyos los dolores de los otros, como su preocupación por el sufrimiento de Mina Purefoy que lleva tres días de parto, uno de los infinitos ejemplos de su constante identificación con el punto de vista femenino. Conocemos su rechazo al nacionalismo irlandés, su pacifismo. Conocemos sus complejos , sus miedos, sus obsesiones, sus vergüenzas, sus culpas, su obscenidad. Sabe que su mujer, la fascinante e infinitamente sensual Molly Bloom, cuyo calor y cuyo perfume llenan toda la novela, va a quedar esa tarde con Blazes Boylan y se va a acostar con él, y se pasa todo el día obsesionado con esta idea.

Andrógino

La infidelidad de Molly le hace sufrir, pero da la impresión de que también le causa un cierto placer masoquista, y parece que se pasa todo el día fuera de casa, Macguffin central de la novela, para facilitar el encuentro de los amantes. Bloom tiene algo de andrógino (como ese «ángel andrógino» del que habla Stephen en su discurso) y el texto está lleno de insinuaciones y dobles lecturas que definen una identidad de género fluida y ambigua.

En realidad, la ‘corriente de conciencia’ no pretende representar el fluir de los pensamientos, sino otra cosa más misteriosa: la totalidad de los acontecimientos mentales que tienen lugar en el interior de la psique, de los cuales el sujeto en cuestión no es enteramente consciente o solo es consciente en parte. Por esa razón sentimos que sabemos mucho más de Leopold Bloom que él mismo . ‘Ulysses’ nos muestra que todos tenemos algo de los demás dentro de nosotros y que nadie se conoce verdaderamente a sí mismo. No conozco mejor alegato contra el fanatismo.

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