ARTE

El cauce seco de Ernesto Neto

La obra última del brasileño irrumpe en la galería Elba Benítez amanerada, sin provocar la emoción de sus comienzos

Obra de la serie «O segredo e o encontro»

George Stolz recurre a la noción de «permanencia de objeto», fundamental en la teoría del desarrollo cognitivo de Piaget , para aproximarse a las composiciones híbridas de Ernesto Neto (Brasil, 1964). A medio camino entre lo pictórico, con intenciones escultóricas ... y cualidades de «tapiz», sus piezas parecieran surgir de una estrategia formalmente minimalizadora , tanto como tratan de evocar una dimensión espiritual.

Sin duda, Neto ha sido uno de los artistas latinoamericanos con mayor proyección internacional ; en 2001 fue, junto a Vik Muniz, seleccionado para el Pabellón de Brasil de la Bienal de Sao Paulo, y también realizó una crucial muestra individual en el CGAC. Desde entonces ha presentado su obra en centros referenciales como el Hirshhorn, el MOCA, el MACRO de Roma, el Kiasma de Helsinki o el Guggenheim-Bilbao. Tengo la impresión de que su imaginario (que en sus primeras obras incluían incluso lo aromático y, por supuesto, lo táctil ) ha ido perdiendo intensidad, derivando tanto hacia el gigantismo vacuo cuanto hacia la mistificación anodina .

En 2017, montó en la Bienal de Venecia una «instalación» titulada Un sagrado lugar que era un inmenso tipi con lecho de tierra en el que periódicamente aparecían unos chamanes huni kuin . Un penoso ejercicio de exotización en el que la única ceremonia apropiada era la de permitir las micro-siestas del turista acelerado del arte contemporáneo. Neto volvía transparentes «rituales» que no tenían virtud sanadora salvo la de conseguir suscitar la irrisión de lo que es ridículo por entrar en las regiones de lo pretencioso.

Lo que se «encuentra» en Elba Benítez no tiene vocación «ceremonial», sino que más bien parece obras surcadas por un impresionante aburrimiento. Parece ser que Neto querría simbolizar la unión de la mente entre lo conocido y lo desconocido , «una unión que se extiende incluso a los misterios cosmológicos más vastos de la existencia, el tiempo y la creación». No me siento «tocado» por estas piezas y mucho menos dispuesto a comulgar con su trascendentalismo de pacotilla. Con aspecto de módulos- decorativos propios de un lobby de hotel o aeropuerto, o incluso con la apariencia de cabecero para una cama donde poca pasión puede surgir, estas obras son «engañosamente sencillas». Y lo mejor que tienen es que podemos olvidarnos de ellas de inmediato. Tal vez el cauce del río, en analogía con ese Guadiana que en tramos «desaparece», esté seco, y el único secreto es tan obvio como que no hay casi nada que ver.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 15€
110€ 15€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios