LIBROS
Cada persona esconde un misterio
Soledad Puértolas une historias que tratan de la mujer, de su independencia económica y vital

Vive la novela corta una Edad de Oro a la que vuelve a sumarse Soledad Puértolas quien ofrece en ‘Cuarteto’ cuatro de igual extensión, alrededor de cincuenta páginas. No se trata de cuentos, pues tienen más que ver con la ‘nouvelle’ , si ... bien toman prestado del cuento el final abierto y el reclamo a la colaboración del lector para el hueco del significado. No se leerán sin percibir que las cuatro historias poseen varios rasgos que las unen en un conjunto muy sutil de correspondencias internas. La primera es la temporalidad elegida, que tiene que ver con uatro estadios temporales sucesivos.
El primer relato, ‘Horror vacui’, acoge la estética de la fábula premoderna , en un mundo de reino: Rey (Llamado Doncel) y su hija, una princesa aquejada de un mal inexplicable para el que su padre va indagando ayuda de inteligentes sabios, de tontos, de médicos para una cura que se demora y que solo la convocatoria del vago parecía que iba a ser remedio.

Espacios simbólicos
Cuando el relato que había adoptado la forma repetitiva de los esquemas del cuento popular toma la más compleja de la fábula esotérica, nos damos cuenta de que no se precisa un final feliz ni cierre único que puede explicar un mal que la princesa comparte con tantos otros humanos. Obviamente, los espacios son simbólicos y la temporalidad interna es indeterminada. De la edad premoderna pasa en ‘Ceteris paribus’ a un mundo moderno que podría situarse en el Romanticismo , ya que se habla de partido liberal, y al comienzo, con el excelente personaje protagonista, Amanda Tello, de la liberación femenina por vía de la cultura.
Lo mas logrado es su estructura de una ‘quête’, la búsqueda, pues lo que vamos sabiendo es lo que sobre su misteriosa desaparición y apartamiento del derrotero conocido, va investigando Aldo, uno de sus alumnos enamorado de ella. No revelaré el final y no podría hacerlo aunque quisiera, pues ese es otro ingrediente, como si cada ‘nouvelle’ quedara confiada a que el lector imagine su cierre.
Sobresale en estos cuentos cómo los narradores ceden la perspectiva a los otros personajes
En la tercera encontramos a Olimpia, protagonista de ‘Festina lente’. Seguimos sus avatares desde que don Genaro su padre, un noble italiano, confía su educación a unos parientes que acaban de salir de una guerra en otro país, que bien podría ser la española de 1936. Es entonces cuando cobramos conciencia del hilo que une las cuatro novelas, que tratan de la mujer, y de su independencia económica y vital (van unidas), y sobre todo de acoger el espíritu inquieto, de vida insatisfecha que va cifrando cada historia femenina.
Sutileza
Culminará el proceso en la que podríamos llamar historia del presente-futuro, pues la mujer es una científica que marcha a una gélida isla a vivir en un espacio de insólitas relaciones que su marido, que acude a verla morir, no termina de explicarse. Porque ese será el ingrediente semántico fundamental: el misterio que esconden los personajes que este excelente libro ha mostrado en cuatro ejemplos. Otros dos rasgos sobresalen: la sutileza del trazo en los personajes, pero también que los narradores ceden la perspectiva a los otros personajes, por lo que los relatos carecen de dios omnisciente y quedan abiertos a la insegura contingencia de toda vida.
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