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ABC Cultural

ARTE

Bufonería para una época desquiciada

Cien años de la fundación de Cabaret Voltaire en Zúrich y, con ello, del nacimiento del movimiento DADA, cuyos ecos llegan hasta la descreida época actual. En su espíritu, como pronosticó Tristan Tzara, estaba no tener miedo a defender lo inútil

Instantánea tomada durante una actividad celebrada en el Cabaret Voltaire

FERNANDO CASTRO FLÓREZ

La insolencia de los bufones modernos ha durado en forma de mito un siglo. Aunque cada página, según proclamó Tristan Tzara , debía estallar o convertirse en un torbellino, la broma aplastante estaba impulsada por la urgencia de la imprenta. Un grupúsculo de desarraigados ... puso en escena, de la manera más chapucera y osada, el desastre, el incendio, el proceso de la descomposición . Entre la «agonía romántica» y la anticipación del punk, DADA no se apoyaba en el pasado, ni contaba con el porvenir. G. de Torre advirtió con lucidez que protestar contra la convenciones literarias era quizás la única manera viable en un país neutral de mostrar la oposición contra cierta «literatura» que por primera vez glorificaba las matanzas en masa: «Si tantos supuestos habían fracasado –venían a decir aquellos disconformes–, si la ciencia se convertía en balística, si la moral se bastardeaba casuísticamente, ¿por qué habíase de seguir creyendo en el arte, en la literatura, máxime cuando esta se avenía propaganda o anestésico? Un escepticismo implacable, una burla total, una negación sistemática debía ser el resultado de tal estado de espíritu según manifestaron los dadaístas». Ellos utilizaron la máscara del humor para ocultar su gesto de amargura en una época demoledora, cuando el impulso civilizatorio había sido «gaseado» en las trincheras.

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