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Lo bueno de estar en las nubes para atrapar la Naturaleza
Pese a sus intereses conceptuales, la labor de Egger y Kroker, ahora en la galería Aural, se empapa de sentimiento y emoción
Miguel Cereceda
Judith Egger (1973) y Mirjam Kroker (1982) son dos jóvenes artistas alemanas aparentemente sin ninguna relación entre sí. Mientras que Egger es bávara, vive y trabaja en Múnich -aunque se ha formado como artista en Inglaterra-, Kroker, que se define a ... sí misma como «ciudadana del planeta», nació cerca de Stuttgart y se formó en Bellas Artes y Antropología en Dresde. Ninguna de las dos se conocía previamente ni había colaborado antes con la otra. De hecho, en esta cita en la sede de Aural en Madrid , tampoco lo hacen.
Lo que sorprende de la misma, sin embargo, es la extraordinaria coherencia que presenta. Aun cuando ambas autoras parten de supuestos de investigación diferentes (Egger procede del mundo del teatro y la performance , mientras que Kroker se adscribe voluntariamente a la tradición conceptual ), ambas desarrollan prácticas artísticas inquietantemente paralelas. Egger presenta un fascinante proyecto de captura de sonidos en la ciudad, el mar y la montaña , para lo que se equipa con largas pértigas, cañas o ramas, con las que trata de atrapar las olas, el viento o incluso las nubes. Por su parte, Kroker fotografía las nubes de los distintos países por los que viaja , y las presenta en cajas, a la manera de un archivo.
Apenas hace dos meses estuve en Santander, en la galería Siboney, contemplando el maravilloso proyecto de Carlos Limorti titulado Esto no son nubes , en el que ofrecía su trabajo de muchos años dibujando nubes en secreto en pequeñas fichas de cartulina , guardándolas en un archivador junto con sus nombres en las distintas lenguas del planeta. Cuando vi la exposición de Egger y Kroker quedé estupefacto. Objetivamente, era imposible que las unas conocieran el trabajo del otro, ni viceversa, pues las fotos de nubes se venían haciendo desde 2018 y la performance de Egger, dedicada a atrapar el sonido de las mismas, es del otoño de 2020.
Esa coincidencia me hizo pensar en lo «impensado» del título de esta muestra. Tiene necesariamente que ser algo más que una sorprendente coincidencia el hecho de que varios artistas, de modo independiente, se pongan a trabajar y coincidan en sus aportaciones. El archivo en el arte es una herencia conceptual. El querer atrapar y objetivar la Naturaleza, una herencia romántica . Pero si el Minimalismo y el Conceptual se obstinaron en un arte carente de sentimientos y emociones, tal vez lo que ahora llega con estos autores sea un conceptualismo emocional y romántico.
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