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Azorín, ¡que no se borre la huella!

Decir que Azorín es hoy un autor leído en España sería mentir. Ni siquiera lo es entre los escritores y los periodistas (sobre todo los más jóvenes). Pero conviene recordar que, a veces, la mejor literatura puede encontrarse en las hemerotecas

Azorín, en una imagen de 1963

FRANCISCO FUSTER

Entre los historiadores de la literatura existe cierto consenso -lo explicó muy bien Ricardo Gullón- a la hora de considerar que, a las exageradas loas necrológicas que suelen acompañar la muerte de un gran escritor, sigue, casi invariablemente, un período -pongamos dos o tres décadas, ... en ocasiones más- durante el cual se impone un silencio, generalizado e inmisericorde, que cae sobre la obra de dicho autor como una pesada losa. Es el famoso purgatorio del que la mayoría no logra salir y del que, quienes consiguen escapar, lo hacen -eso sí- reforzados y orgullosos de haber «sobrevivido» a la difícil prueba del olvido.

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