ABC CULTURAL EN ARCOmadrid 2017
¿Qué es arte? ¿Y tú me lo preguntas? Arte... eres tú
En la tercera jornada de «cada-VER exquisito», el estand de ABC Cultural, varios visitantes de ARCO hicieron su propio cadáver exquisito para definir el arte
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Iniciar sesiónSon las doce del medio día de un viernes que ya se atropella para acabar. A la semana ya casi no le queda gasolina, pero la rutina grisácea se resiste. Los seres vivos que se apiñan en Madrid parecen percibirlo, así que luchan por salir ... de la geometría y por ignorar el cielo plomizo, insoportable y pintado con desidia. Se nota en las prisas de los coches de reparto y en las caras alargadas de los peatones.
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Al atravesar las puertas de cristal de la Feria de Madrid se entra en ARCO 2017 . Parece que todo cambia. Allí los pasos son más sosegados y exóticos. El aire es más ligero. Los muros son invisibles, porque se esconden con vergüenza detrás de texturas imposibles y esculturas sorprendentes. Los colores se han hecho con el poder y saturan la retina. El gris no está ni tampoco se le espera . Los mensajes llegan en tromba hasta la médula espinal, entre visitantes que pululan y obras que dicen «¡Eh, tú!». El efecto me hace pensar en las palabras del lanzaroteño César Manrique , quien defendía que el deber del artista es crear belleza para luchar contra la fealdad del mundo.
Al principio camino algo confuso. Tengo el cerebro a medio sintonizar entre el Madrid de fuera y ese mundo al que se llega cuando se viaja. Donde uno puede mirar con descaro y hablar con desconocidos sin parecer un maníaco. Por fin llego al lugar donde debo estar. Concretamente a « cada-VER exquisito », un rincón donde 11 artistas jóvenes componen una obra colectiva para ABC Cultural .
«El cadáver exquisito bebe el vino nuevo». Esta oración fue un accidente genial y a la vez el ancla con la que la historia definió el nacimiento de una nueva técnica dadaísta: el cadáver exquisito. Al principio fue un divertimento, pero enseguida se transformó en una fuente de creación, inspiración e intercambio de ideas. Tiene por lo menos dos variantes. En una varios participantes dibujan juntos un cuerpo compuesto de retales, sin ver lo que los otros han hecho, hasta engendrar una auténtica quimera nacida de la imaginación de un lunático. Otra variante consiste en escribir un pedazo de texto inspirándose en lo que ha escrito otra persona anterior. En ambos juegos, es inevitable que el resultado final adquiera un cariz surrealista. Ambos son fruto de la espontaneidad y de la intuición , así que no encajan dentro de ningún esquema. Como la esencia es hacer un trabajo (juego) colectivo, los participantes intercambian ideas y crean algo que ellos solos no podrían haber creado.
Por eso se puede decir con seguridad que el stand de «cada-VER exquisito» está engendrando un ídem de manual. En el borde izquierdo, justo en la esquina de una muralla con forma de «L», un correcaminos descompuesto y de trazos tan perfectos que parece de pegatina ( Miguel Ángel Fúnez ) parece querer huir de los titulares estridentes y sugerentes («¡Última hora!», «Ser artista es lo peor que me ha pasado») de los carteles de Javier Conde .
A esa altura me encuentro al primero de los artistas que trabaja en el cadáver exquisito, un sevillano con aspecto de yanqui , por sus gafas de espejos y su gorra de rapero. Es Fran Ramírez , quien me descubre que se trajo la tarea casi hecha de casa. Justo en el ángulo de la «L», Ramírez ha hecho un mosaico de dibujos recortados con aspecto de iconos pop (Mickey, Mario, un revólver, una virgen, un pez). Todos ellos están dominados por Bender, el robot adicto a la cerveza de la serie Futurama. El androide ocupa la posición más alta, que le corresponderá a la la cruz en el « Descendimiento de la cruz », de Rogier van der Weyden (¿será un homenaje oculto a la birra?). Quizás muchos de los visitantes no establezcan lazos entre las dos obras, pero la mayoría se acerca al rincón para reconocer los familiares dibujos.
Eso es lo que hacen tres chicas. Estudian bellas artes, son de Burgos y entre ellas no juntarán mucho más de 60 años. La conversación con ellas comienza, sin quererlo, un cadáver exquisito . A la pregunta de qué es el arte, suspiran y dicen:
-¡Es morirte de frío! (Sonrisas).
-Es expresarte a ti mismo.
- El arte es cambiar los esquemas del mundo .
Prometo no incluir en mi artículo el detalle de que el arte es morirte de frío, y me acerco a Miguel Ángel Fúmez , el autor del correcaminos descompuesto. A él le interesa hablar de la ecología y de la transgénesis en la naturaleza . Superpone fotografías de animales distintos, y al hacerlo crea quimeras completamente verosímiles, que uno podría ver en las bandejas de plástico de los centros comerciales del futuro. A veces parecen aberrantes y otras más hermosos, pero siempre resultan frágiles.
Fúmez une el dibujo científico y aséptico con las deformaciones que pueden nacer de la transgénesis. También funde la técnica tradicional con la más digital. Por eso dibuja líneas que parecen de pegatina, o crea animales falsos con recortes en vez de usar Photoshop. También se inspira en los estudios de movimiento, y crea series de instantáneas de criaturas inquietantes, como un perro-gallo, de aspecto apacible y familiar, dentro de su anormalidad.
-¿El arte es una forma de cambiar los esquemas del mundo? -Retomo lo que me dijo una de las chicas.
-Creo que el arte es algo que potencia y activa el pensamiento en los demás. Que genera una explosión de conocimiento .
Javier Conde , el autor de los carteles y los titulares estridentes o sugerentes me habla de una setas que brotan de algunas partes del muro del estand. Son blancas y están ribeteadas con las pegatinas rojas que en ARCO se usan para avisar de que una obra está vendida. Conde se esfuerza en mirar a su alrededor, sin prejuicios, y en reflejar lo que ve en los carteles. Su trabajo se parece al del periodista en que tiene que ver y contar las cosas rápido: de hecho, apenas tarda unos segundos en hacer cada dibujo. También disfruta de una caligrafía vibrante que parece sacada de un cómic o una revista y que tiene el poder de un dibujo.
-¿Para ti el arte es una forma de conseguir una explosión de conocimiento?
-Para mí el arte es algo mágico que el humano necesita . Es un canal que se añade a lo cotidiano, que nos permite acercarnos a la realidad de forma primitiva y mágica.
Para Conde, solo se pueden descubrir cosas nuevas cuando se mira con los ojos del niño. Pero no solo se trata de disfrutar visualmente, a veces también hay que entender. Cree que es posible que el arte se estanque, o que se quede apelmazado en momentos de poca innovación, pero que siempre sale airoso. «Con siete notas musicales se sigue haciendo música». Ni el arte ni la historia acaban jamás.
Una periodista que pulula por ahí con aire distraído me dice que no cree que el arte tenga algo de primitivo y mágico. En su lugar, dice:
- El arte es libertad de expresión .
Dos personas se maravillan delante de una fotografía en la que un bosque rojo brilla con una luz sobre natural. La panorámica me recuerda a un bosque cercano a Prípiat. Allí, las dos mujeres, que pueden rondar los sesenta, se maravillan: «¡Qué bonito!».
-¿El arte es libertad de expresión?
Una de ellas sonríe. -El arte es soñar despierto, revivir cosas que no se pueden vivir. Es comunicación. Es darle forma a una vida diferente, alejada de lo cotidiano (como un bosque rojo y brillante, pienso). Es algo que hace vibrar los sentidos de forma diferente . No hay que saber, hay que sentir .
Delante de una fotografía de Greta Alfaro , donde unas copas de vino lánguidas y a medio beber parecen un trofeo abandonado, me encuentro a Manuel Antonio Domínguez , el artista que en «cada-VER exquisito» ha dibujado unos ovillos de lana y unas agujas, que al mismo tiempo son unos mapas con fronteras, que al mirarlos de lejos se asemejan a alambradas de espino.
-¿No hace falta saber para disfrutar del arte?
-El arte tiene una parte que depende del conocimiento previo. El observador debe estar educado, conocer el discurso , saber algo sobre la ejecución del trabajo. Hay una formación, una documentación. En definitiva, tiene que implicarse.
A fin de cuentas, dice, estamos rodeados de estética. De cosas bonitas, brillantes y que llaman nuestra atención. Pero muchas veces les falta, en su opinión, un discurso. Él trata de que su discurso hable de los derechos humanos.
-¿Hace falta saber para disfrutar del arte?
-Bueno, creo que el arte tiene que contar historias pero ser accesible, no hermético . Necesito que me entiendas si quiero conseguir un cambio. -Me dice Federico Sposato , tumbado junto a su «Be-ard-man», en «cada-VER exquisito».
Él recurre a las «acciones», donde se fotografía o se filma usando su cuerpo como un soporte artístico. Trata de responder a la pregunta de «¿Qué es ser un hombre?», porque cree que los hombres se han olvidado de lo que significa serlo . «Construimos el género en base a lo antagónico, en la imagen que tenemos del otro», explica. Por eso ha extraído recortes e imágenes de webs de vendedores de potingues para la barba. Las imágenes parecen anacrónicas, pero son claramente actuales: una mujer desnuda sentada en el regazo de un macho de potente barba, o un barbudo capaz de cambiarle las llantas de su coche.
Una azafata, que confiesa no ser una entusiasta de ARCO, coincide en que, efectivamente, el arte debe contar historias.
-Te tiene que transmitir algo, de forma que eso se quede grabado en la memoria. Es significado y estético, es contar a través de una historia .
Me cuentan que una señora empezó a pisar la pintura del suelo en el estand de «cada-VER exquisito», porque ella quería hacer su propia obra, pero tuvieron que llamarla la atención porque en realidad estaba «guarreando». Al rato, las limpiadoras me explican que tienen prohibido tirar nada, por riesgo a desechar una obra de arte .
Una de las galeristas, me habla en un español dificultoso de sabor portugués sobre los «ambigramas», unos dibujos que expone y que pueden ser dos cosas según desde donde se miren.
-¿El arte debe contar una historia? ¿Cómo lo definirías?
-(Suspira) Se pueden decir tantas cosas... El arte está implicado en la vida. Aprender a ser libre es un arte. Si puedes conseguirlo, logrando un crecimiento constante, y haciendo de los sufrimientos una liberación, eso es arte . Poder unir la paradoja de la vida y la muerte, la del día y la noche, la de la inspiración y la espiración.
A nuestros pies, los dibujos reflejan opuestos.
El arista peruano José Carlos Martinat trata de arreglar una espiral mecánica que refleja unos fuegos artificiales y que proyecta palabras extraídas de «La sociedad del espectáculo», del frances Guy Debord .
-¿El arte refleja una contradicción?
-A veces sí, en este caso la contradicción de la cultura del espectáculo .
Con su «antena bien desplegada», trata de captar lo que ocurre a su alrededor. Pero para él, ser artista es más bien una profesión, no un modo de vida. También parece contradictorio que sea un peruano quien trata de definir España con dos decenas de preguntas del estilo: «¿Crees en los contratos basura?», «¿por qué España entró en crisis?». Un software que bucea en Google busca las respuestas, y tres impresoras que antes se usaron en un banco imprimen en los colores nacionales (rojo, amarillo y rojo) las respuestas. Segundos después caen como hojas en otoño dentro de un pequeño cuarto en el que muchos no se atreven a entrar.
Fuera, la gente se arremolina en torno a tres niños que tratan de describir una obra de arte compuesta por unos bloques de granito colocados sobre unas ruedas de patín. «¡Es una piedra con ruedas!», dice uno.
Acaba la jornada. Al otro lado de las puertas de cristal, el cielo está un poco más despejado. Son las cuatro de la tarde y una bandada de aves gritonas barre el cielo formando un ancla. Al bajar la vista, vuelvo de nuevo al mundo real.
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