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i.lab: un laboratorio del futuro en Bérgamo

El i.lab, en Bérgamo, es mucho más que un edificio de Richard Meier. Es un buen ejemplo de la correcta síntesis entre arquitectura y avances tecnológicos

i.lab: un laboratorio del futuro en Bérgamo abc

fredy massad

La oportunidad desperdiciada por la era de la arquitectura icónica fue la de desvincular o supeditar a un excesivo segundo plano el potencial de desarrollo que surge de una interacción directa entre la concepción formal del edificio y la aplicación de nuevas tecnologías constructivas . La obsesión por una cualidad objetual ignoró una evolución material capaz de dialogar con la audacia de numerosas obras, cuyo evidente deterioro a pocos años de su construcción no solo evidencia la fatuidad neo-riquista que les dio origen, sino también una de las fundamentales razones de la esterilidad de esos grandes proyectos como vías de avance para la arquitectura.

El perfecto maridaje

Inaugurado dentro del parque científico Kilometro Rosso en Bérgamo (Italia) –campus multidisciplinar que acoge laboratorios e instituciones dedicadas a la investigación–, el edificio i.lab se propone como una interacción posible entre la experimentación tecnológica y una firma arquitectónica cuyo prestigio se atribuye, en este caso, a su experiencia para maximizar los productos de esa investigación antes que a las razones que han podido constituirla como «mediática».

El nombre de Richard Meier vinculado al proyecto no reduce su carácter a la habitual superficialidad de «sede emblemática» justificada por el renombre de su autor. El edificio se explica como una asociación de fuerzas , manifiesto de los conceptos de desarrollo arquitectónico que la compañía Italcementi plantea a través de los materiales constructivos en cuya producción trabaja. Esta voluntad se ha concretado con anterioridad en proyectos junto a arquitectos como Gio Ponti y Pier Luigi Nervi , así como en un edificio precedente de Meier: la iglesia de Dios Misericordioso , en Roma (2003).

En el edificio se ha usado un cemento fotocatalítico que «devora» la polución

El edificio manifesta la síntesis positiva entre los intereses de la industria con un correcto sostenimiento medio ambiental . La impronta de Meier se hace evidente por su intensa blancura , un factor que puede considerarse secundario, ya que el fundamento crucial de la obra es la síntesis de diferentes elementos técnicos e industriales innovadores. Así, i.lab ha sido diseñado con una estructura en forma de V con dos pisos sobre rasante y tres subterráneos, prestando máxima atención a la amplitud del espacio interior , a fin de facilitar la integración de funciones e individuos. Destaca su fachada de cristal , que intensifica el efecto de contraste entre la solidez del cemento blanco y su transparencia y ligereza. Un muro cortina permite la penetración de luz. La cubierta en voladizo se convierte en el elemento formal distintivo, mientras que una serie de «cuchillas» de cemento –que otorgan cualidad escultórica a la estructura– introducen sombra en el interior. El hormigón, cristal y metal de suelos, cimientos y muros proceden en gran medida del reciclado , combinados con materiales patentados por Itacementi, como un cemento fotocatalítico «devorador de polución», otro drenante, así como un tercero transparente diseñado para crear elementos ornamentales y no estructurales.

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