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LIBROS

Apología del marino gallego

Alfredo Conde narra en «Hombres de hierro» las vicisitudes de una peregrinación marítima a Santiago que, a su vez, revela vínculos entre Galicia e Irlanda

Alfredo Conde (Ourense, 1945)

BORJA LOMA BARRIÉ

«Hombres de hierro». Así, afirma Alfredo Conde (Ourense, 1945), Premio Nacional de Literatura (1986), llaman en Islandia a los pescadores gallegos, aunque uno de los propósitos de su novela es ilustrar acerca de los históricos vínculos entre An Ghailìs (Galicia, en gaélico) e Irlanda, por su común herencia celta , entre otras cosas. Bryan Sykes, profesor de Genética Humana en Oxford, escribió en «Blood of the Isles» (2006) que hace siete mil años gentes de Iberia se asentaron en las islas británicas, razón por la que el componente genético de esos países contiene ADN «español». Esta novela es una recreación del viaje real en un frágil «currach» (antiquísima barca de madera característica de Irlanda) de cuatro irlandeses entre 2014 y 2016 desde su isla a Santiago para realizar el Camino per loca marítima y para realizar, también, la supuesta singladura inversa que hizo San Brandán, uno de los evangelizadores de Irlanda, conocido allí como Saint Brendan .

Según la Britannica, St. Brendan nació en Kerry en 484, pero el protagonista de este libro asegura (una y otra vez) que era gallego. El santo, fallecido en 578, navegó por el Atlántico en una travesía descrita en la obra «Navigatio Sancti Brendani» (siglos VII-X) buscando «la tierra prometida de los monjes», que algunos entendieron que se trataba de Canarias. De acuerdo al presente relato, San Brandán partió para encontrar «el paraíso» en una isla (acaso la fantasmal San Borondón) y descubrió el purgatorio, que contaba con una única mortificación: la lluvia eterna. Está narrado en primera persona por uno de los cuatro irlandeses, Danny Sheehy, al que Conde otorga la voz protagonista, fallecido después de la zozobra del «currach» en el Miño en 2017.

Mientras Sheehy boga en la mar, evoca asuntos de carácter histórico , como la llegada a Éire de los ingleses, las hambrunas que asolaron esa isla y las emigraciones masivas irlandesas, coincidentes con las de los gallegos, sobre quienes hay alusiones a su idiosincrasia, muy similar, a su juicio, a la de los gaélicos, en especial antes de la cristianización. El autor manifiesta que «los mapas políticos no suelen coincidir con los físicos así que aún menos con los espirituales» para exponer la íntima relación psíquica entre galaicos y gaélicos pese a la distancia. En la narración, presentada como un diario o cuaderno de bitácora , aparece mucho el término «aventura» para denominar el viaje. La RAE la define como «empresa (…) que presenta riesgos», cosa que en efecto parece tener. Asimismo señala la RAE sobre la aventura que, en referencia a «una obra literaria (…), es la que centra su atención en los episodios sucesivos de una acción tensa y emocionante». Cosa que en esta crónica no ocurre. Porque no exuda ni tensión ni emoción. Aunque sí una gran determinación por parte de los marinos irlandeses.

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