Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal, de museo

Trabajando conjuntamente desde 1987, inmunes a las idas y venidas que la arquitectura ha tenido a lo largo de estas décadas, sus valores y preocupaciones fundamentales anticiparon de largo eso que hoy es denominado ‘sostenibilidad’ (y que muchos emplean meramente como útil etiqueta, de la que se desprenderán tan pronto convenga). Su labor siempre se ha centrado en lograr un equilibrio entre lo social, lo económico y lo medio-ambiental.

«Nunca demoler, eliminar o sustituir, siempre añadir, transformar y reutilizar» es la máxima que condensa su filosofía arquitectónica y la base desde la que surgen los tres conceptos en torno a los que gira la exposición que puede visitarse en el Museo ICO y de la que ellos mismos son comisarios, un gesto que cabría entender como una evidencia más de su voluntad de operar con rigor y pragmatismo: explicar directamente qué se hace, sin requerir interpretaciones o miradas ajenas que intelectualicen o divaguen, arriesgando a que el trabajo se aparte innecesariamente de la comprensión de lo que objetivamente trata de ser.

El diseño de la muestra y el catálogo (este último, a cargo de Puente Editores) son reflejo de la sobriedad y economía de medios de la que han hecho bandera estos arquitectos, cuya tenacidad y claridad de ideas les ha llevado a articular la comprensión de una arquitectura de principios, que ha resultado ser la más capaz de afrontar este momento incierto y de transformaciones del siglo XXI , y quizá también reforzar los conceptos de la que venga.

‘Espacio libre’, ‘Transformación’ y ‘Habiter’ son los tres conceptos eje. El primero condensa su preocupación por generar espacio dentro del espacio. Un espacio que, señalan, «nunca existe en espacios estándar, pues se considera demasiado profundo o inútil», pero que es posible crear dentro del «espacio programado», para que otorgue mayor confort y libertad a sus habitantes, y que puede crearse «evitando reglas y normativas», sin que suponga ningún coste. Un espacio que da continuidad a los interiores , ligándolos con el exterior, y que logran gracias a su capacidad para formular cohesionadamente adecuadas concepciones espaciales, programas de uso y técnicas constructivas.

‘Transformación’ es posiblemente el ámbito en el que más claramente subyace el posicionamiento de individualismo (o sensata rebeldía) de Lacaton & Vassal frente a las dinámicas comunes de la arquitectura actual. Plantean con él el potencial del lugar existente y en desuso: «Todas las situaciones existentes constituyen un nuevo material para los proyectos» , afirman, recalcando cómo esos ámbitos no están en el final de sus vidas y no tienen más alternativa que la demolición que los haga desaparecer, sino que «ofrecen potencialidad y capacidad que pueden reutilizarse, reactivarse e integrarse». Recuerdan aquí cómo lo crucial es cuidar muy profundamente el proceso de reflexión previo a la intervención y discernir cuáles son las acciones necesarias.

Finalmente, ‘Habiter’ enfatiza la importancia de ocupar y usar el espacio más allá de lo estrictamente funcional; lo crucial de construir desde el interior para tratar de generar espacios que posean el potencial de otorgar mayor libertad de usos y, con ello, den mayor libertad interior y capacidad de realización al individuo . Insisten en la necesidad de reaccionar contra la estandarización establecida tanto en espacios domésticos como públicos. Cómo llevar esto a cabo es factible desde las posibilidades económicas que hoy la arquitectura tiene a su disposición. Mejorar la calidad de los espacios que habitamos no supone encarecer su construcción. Esta reflexión es comunicada mediante la proyección de una serie de vídeos realizados por Karine Dana y en los que se muestra el interior de nueve edificios y la vida cotidiana de quienes los habitan, poniendo asimismo de manifiesto la particular afinidad que estos arquitectos reconocen entre su trabajo y la construcción cinematográfica.

Lacaton & Vassal hacen mirar y pensar la arquitectura trascendiendo la superficie para vincular completamente los conceptos de ‘idea’ y ‘construcción’. Lo importante, hoy que son un referente tan claro y firme, no es reducirse a imitar sus estrategias y modos de hacer, sino entender que su valor esencial ha sido la constancia en su comprensión de para quién es la arquitectura y cómo su objetivo debe ser formular soluciones que la hagan servir verdadera y productivamente a la sustancia humana. Ese sí sería el rasgo a imitar.