LIBROS
Alberto Conejero, el desierto en el alma
El autor de ‘La piedra oscura’ se apoya en dos célebres piezas de Chéjov para ofrecernos unas palpitantes y poéticas reelaboraciones personales
Alberto Conejero (Jaén, 1978)
No hace mucho nuestros escenarios acogieron una obra que se convirtió en uno de los mayores éxitos de los últimos años. Se trataba de ‘La piedra oscura’, en la que Alberto Conejero (Vilches, Jaen, 1978) realiza una singular aproximación a Federico García Lorca a ... través del vibrante encuentro entre Rafael Rodríguez Rapún, el último gran amor del mítico poeta granadino, y un joven soldado encargado de custodiarlo en una claustrófobica habitación de un hospital militar durante la Guerra Civil española. ‘La piedra oscura’ se alzó con numerosos galardones, entre otros el Premio Max al Mejor Autor Teatral , y trajo a primera línea al dramaturgo jienense, hoy director del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid, cita imprescindible para los amantes del teatro. Pero Conejero es autor de otras muchas piezas.
En su producción destacan, por ejemplo, ‘Ushuaia’, ‘La geometría del trigo’, que obtuvo el Nacional de Literatura Dramática, y ‘Los días de la nieve’, en la que nos aproximaba a Miguel Hernández , también de una manera tan particular como sugerente mediante la figura de su viuda, Josefina Manresa. Su atracción por los poetas no es casual. El mismo Conejero lo es -ha dado a la imprenta dos poemarios-, y su teatro está impregnado de una intensa veta poética. Podemos apreciarlo con total nitidez precisamente en ‘Oihanpean’ y ‘Paloma negra’ que, bajo el título de ‘Variaciones Chéjov’, se recogen en este volumen que Punto de Vista ha tenido el acierto de publicar. En ellas, asimismo, vemos el gusto de Conejero por la intertextualidad, pero siempre llevada a cabo en una reelaboración propia y personal.
‘Variaciones Chéjov’. Alberto Conejero. Punto de Vista. Madrid, 2021. 152 páginas. 18 euros
Ilusiones rotas
«Para no perderse, enajenarse, con el desierto hay que interiorizar el desierto en el alma», proclama María Zambrano en una de las citas que encabeza ‘Paloma negra.’ En esta obra, cuyo título se toma de una ranchera que cantó como nadie la desgarrada voz de Chavela Vargas, se revisita ‘La gaviota’ , trasmutando la Rusia de finales del siglo XIX por el México -país al que viajó para documentarse- de los transterrados , aunque como bien señala el mismo Conejero: «Es México y es cualquier lugar, y son los años 60, y es cualquier tiempo».
En efecto, es así, pues sus personajes -Juana, la Nina chejoviana, Arkadina, trostocada en Ana María, Trigorin, aquí Max Rejano, con ecos también de los escritores del exilio Max Aub y Juan Rejano...-, nos sumergen en sentimientos eternos: la pérdida, la soledad, el amor no correspondido, las ilusiones rotas, la añoranza ..., y un atisbo de esperanza, real o imaginada, si conseguimos no extraviarnos al interiorizar, en luminosa paradoja zambraniana, el desierto en nosotros mismos.
‘Oihanpean’ , inspirada en ‘Tres hermanas’ , se desarrolla en un caserío vascongado. Ahí, la llegada de Ander a la casa familiar, tras muchos años de ausencia, y acompañado de su pareja, desata los reproches de sus hermanas, de los que Ander intenta defenderse, poniéndose en pie un potente conflicto , donde estallan confesiones y secretos insospechados. También las criaturas de ‘Oihanpean’ nos evocan ese deseo de absorber el desierto, el vacío, quizá para vencerlo, y así volver a oírse -Conejero no es tan amargo como Chéjov- «una canción antigua de amor que está vez no suena triste».
En una entrevista publicada en ABC Cultural, Alberto Conejero apuntó: «En pleno imperio de la imagen, la gente necesita volver al teatro». Con dramaturgos con la calidad de Conejero esa indudable necesidad resulta enormemente placentera.