TEATRO

Ainhoa Amestoy: «Los políticos deben darse cuenta de que la cultura es clave en la construcción de la sociedad»

Los Teatros del Canal de Madrid recuperan «Desengaños amorosos», bajo la batuta de la directora de escena y actriz madrileña. Una pieza que reivindica la modernidad de María de Zayas, en cuyas novelas se basa

La actriz, dramaturga y directora de escena Ainhoa Amestoy Carmen Ballvé

De casta le viene al galgo. En el caso de Ainhoa Amestoy (Madrid, 1977) se cumple esta máxima popular. Hija del dramaturgo y periodista Ignacio Amestoy y de la escultora Esperanza d'Ors, en su casa respiró desde siempre un ambiente en el que se ... valoraba y estimulaba la cultura. Pero de nada le habría servido ese privilegio si Ainhoa Amestoy no se hubiera preparado con rigor para dedicarse a su pasión por el teatro, en el que ha desarrollado una carrera en prácticamente todos sus frentes. En los madrileños Teatros del Canal, hasta el 28 de febrero, podemos disfrutar de su trabajo como directora de escena en el montaje de Desengaños amorosos , pieza de Nando López –publicada por Antígona –, basada en en las novelas de María de Zayas . Una autora del Siglo de Oro muy vigente que le parece «tolerante y moderna y con una sorprendente visión crítica».

¿Cómo surgió y se fue gestando el montaje de «Desengaños amorosos»?

El proceso de producción del montaje surgió fruto del interés que nos suscitaba tanto a Nando López como a mí la literatura de María de Zayas y, más en concreto, las Novelas amorosas y los Desengaños amorosos. Desde Estival Producciones, productora que llevo con Alejandro de Juanes, sabíamos que era una apuesta particular, pero un sexto sentido nos decía que era el momento de llevar a Zayas a los escenarios. Y ese presentimiento no nos falló, ya que, desde los primeros ensayos con público, hace casi tres años, el montaje sorprendió e interesó; la misma Helena Pimenta apostó rápidamente por él y lo programó en el Teatro de la Comedia de la CNTC. En Almagro, recién estrenado, la crítica respondió unánimemente a favor del espectáculo y, posteriormente, tanto los diversos tipos de público que han gozado de la función, como los premios obtenidos (Premio ADE de Dirección y Premio Nacional de Directoras de Escena de Torrejón de Ardoz), nos han hecho ver que fue un acierto creer en ella. Nando logró sintetizar en su texto toda la esencia de Zayas; una tarea sumamente complicada. Y tuvimos la suerte de juntar un equipo magnífico de trabajo, que a día de hoy sigue disfrutando enormemente cada día que representa la función. Y así creemos que sucederá en los Teatros del Canal.

¿Había leído usted a María de Zayas?

Conocí a Zayas hace unos quince años cuando Mariano de Paco Serrano me llamó para trabajar como actriz en su puesta en escena de La traición en la amistad , obra que había rescatado con la asesoría dramatúrgica de Virtudes Serrano. Y desperté a una realidad que había estado vedada para mí (y creo que para muchos) en nuestros años de estudiantes, la realidad de una literatura femenina quizá no muy prolija, pero de gran interés. Me llamaron la atención aspectos del texto como la defensa del poliamor o la reivindicación de un tema tan actual como el valor de la amistad. Yo ya conocía a Nando López en esos años y recuerdo que conversamos sobre las mujeres autoras e incluso intercambiamos textos. He tenido muchos años una edición que me prestó de varias obras de Ana Caro Mallén. En aquel momento ya leí las novelas breves de Zayas y me propuse trabajar sobre ellas cuando llegase el momento oportuno.

«Para María de Zayas el problema radicaba en la falta de acceso de la mujer a la educación»

¿Qué destacaría especialmente en ella?

Zayas fue una autora protofeminista, tolerante y moderna. Sorprende enormemente su visión crítica; es una de las primeras voces que cuestionaron el valor de la mujer en la sociedad. Para ella el problema radicaba en la falta de acceso de la mujer a la educación; no se le permitía expresar sus opiniones y estaba sometida al varón. De esa manera era imposible el desarrollo de mujeres independientes. Zayas también desmitificó el amor y consideró el matrimonio un espacio de sufrimiento.

¿Qué ha querido potenciar en su montaje?

He querido hacer una comedia que propone dar voz a las mujeres del siglo XVII. Las mujeres no van a estar silenciadas, ni encubiertas tras los pantalones del varón. Ahora van a ser ellas, reivindicativas e independientes, las que hacen y deshacen, y las que invitan a desprenderse de las máscaras, de las falsas apariencias, y a ser capaces de asumir la vida y la libertad. En la pieza se hablará del poder de la literatura y de la posibilidad de formación para ambos sexos; de la pasión y del amor desde todos los prismas posibles; de la oscuridad y de la claridad en el ser humano; de la violencia, la truculencia e incluso de la muerte (con más de un asesinato en la recámara); de la soledad y de la amistad, en un sentido plenamente contemporáneo. Vamos a percibir de qué manera el puente que separa el siglo XVII del presente no es tan grande como podemos creer. El prisma de Zayas va a resultar estremecedoramente actual; algunas de sus afirmaciones, citadas literalmente, podrían formar parte de cualquier manifestación feminista de hoy en día.

¿Cree usted que no está suficientemente reconocida? ¿Quizá por su condición femenina?

No son pocas las autoras cuyas obras deberían reivindicarse. Pienso en escritoras como Leonor de la Cueva y Silva, en el Siglo de Oro, o Elena Fortún, en el siglo XX. Afortunadamente, hay instituciones y creadores o gestores, que están haciendo esfuerzos por que esta situación cambie. Pienso en ámbitos como el Festival de Almagro, que, de la mano de Ignacio García, está reservando un importante espacio del Festival de Almagro a la recuperación de las autoras áureas, o el Centro Dramático Nacional, que también dedicó un ciclo a autoras del siglo XX, con trabajados de investigación como el de Vanessa Montfort, en torno a María Lejárraga. Recordemos que Zayas fue muy reconocida en su época, a nivel popular e incluso por Lope de Vega en su Laurel de Apolo, y luego silenciada por la Inquisición.

«Considero una provocación la teoría de que Zayas, en realidad, no existió y escondía a un autor masculino»

¿Su montaje pretende reivindicarla?

Así es, y no es la primera vez que he dado voz a las mujeres de nuestra historia y nuestra literatura. Lo hice con las mujeres del Quijote en mi espectáculo Quijote. Femenino. Plural ; con las mujeres que rodearon a Pedro Salinas, en Amor, amor, catástrofe (espectáculo que se verá en mayo en el Teatro Español) o con las mujeres que vivieron junto a Lope de Vega, en Lope y sus Doroteas (propuesta que está iniciando su gira en estos meses).

¿Qué opina de la teoría de que, en realidad, María de Zayas es Alonso Castillo Solórzano?

Considero una provocación defender que María de Zayas no existió, y escondía a un autor masculino, una manera de hacer ruido en este país donde parece que nos interesa más la polémica y el cotilleo que reivindicar los aciertos y la consistente tradición literaria propia. No encuentro rigurosos los datos aportados para defender esta tesis y tampoco creo que merezca la pena dedicar el tiempo a esta investigación filológica.

Un momento de «Desengaños amorosos»

¿Tiene usted algún «método» a la hora de dirigir?

Como licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada que soy, siempre parto de un riguroso trabajo dramatúrgico con los intérpretes y con el equipo. Desarrollamos un análisis activo del texto, que nos permite saber lo que estamos contando y qué mueve a cada uno de los personajes. Este trabajo posibilita que la puesta en pie luego sea más gozosa, ya que el intérprete tendrá muchas herramientas claras para jugar y volar sin miedo a salirse del camino. Mi origen actoral me hace privilegiar la labor de los actores y las actrices, y pongo todo al servicio de su trabajo. Así mismo, mi gusto por la danza hace que el trabajo de cuerpo siempre esté presente, y que la música y el ritmo sean fundamentales desde el primer ensayo.

Siendo usted hija de quien es, ¿desde siempre quiso dedicarse al teatro?

Con siete u ocho años sabía que quería dedicarme a la literatura: quería ser novelista y algún día quizá lo sea (¡no lo he descartado!). Luego descubrí el hermoso, pero enormemente exigente, mundo de la danza, y de la danza derivé al teatro (me enamoré de un Sueño de una noche de verano que Narros presentó en el Teatro Español, con Puck volando por el patio de butacas). La profesión de mi madre, la escultura, la llevo conmigo porque trabajo con esculturas en movimiento, y la de mi padre, la escritura dramática, obviamente está en cada paso que doy. Soy también profesora, como mi padre (en el Máster de Teatro de la UCM y en universidades estadounidenses). He conocido el mundo del teatro desde la infancia. Malonda, Cimarro y D´Odorico pasaban habitualmente por casa, y no era raro que en los años ochenta fuese una vez por semana al teatro a ver funciones a veces de hasta cuatro horas de duración. Seguramente era difícil no dejarse atrapar por un universo como este.

«Tuve la fortuna de ser dirigida como actriz por extraordinarios profesionales como Narros o Pérez de la Fuente»

Y hacerlo tocando prácticamente todos los palos: actriz, dramaturga, directora de escena, productora…. ¿Se siente más cómoda en alguno de ellos?

El teatro es un arte que se crea en equipo, y el mejor modo de entender el trabajo colectivo es experimentarlo desde todos los puntos de vista; por esa razón siempre he considerado valiosísima la posibilidad de conocer las diversas especialidades escénicas (¡incluso he sido regidora en una o dos ocasiones!). Tuve la fortuna de ser dirigida como actriz por extraordinarios profesionales como Narros o Pérez de la Fuente, y he compartido escenario con actores maravillosos como María Jesús Valdés o Emilio Gutiérrez Caba. En los últimos años me he dedicado especialmente a la dirección de escena y produzco varias de mis obras. Por el momento, querría seguir por el camino de la dirección.

Imagino que sus padres la apoyaron… y que sobre todo su padre le dio consejos

Nunca se negaron a que me dedicase al teatro, pero sí me recomendaron que estudiase otra carrera complementaria. Buen consejo que yo doy ahora también a mis estudiantes. Desgraciadamente el teatro no es una dedicación económicamente estable, y es fundamental tener otras posibilidades profesionales.

«Es verdad que la gente está acudiendo ansiosa a los espectáculos en vivo, pero estamos en un momento dramático con un horizonte no demasiado optimista»

¿Cómo fueron sus comienzos?, ¿cómo actriz?, ¿cómo directora de escena?

Empecé como actriz estudiando en el Laboratorio de William Layton. Allí fui seleccionada para interpretar con 18 años el personaje de Doña Paquita de El sí de las niñas , por el que gané el Premio Ercilla Revelación. Estrené en el Patio de los Dominicos de Almagro y realicé una gira con 254 representaciones. ¡La mejor escuela! El gusto por la dirección me vino un poco después. Con 19 o 20 años me llamaron del colegio donde había estudiado Bachillerato para impartir las clases extraescolares de teatro. Como espectáculo final de curso monté el primer año Esperando a Godot , mi primera dirección amateur (curiosamente en ese montaje dirigí a la actriz Paula Cancio, actual pareja de Miguel Ángel Solá). Tiempo después me matriculé en la carrera de Dirección de Escena de la RESAD. Mi primera dirección de escena profesional fue De Jerusalén a Jericó , de Ignacio Amestoy.

¿Cómo ve la actual situación del teatro? La pandemia ha sido catastrófica: con teatros cerrados, giras suspendidas…

Intentamos engañarnos. Creemos que podemos seguir funcionando, y nos animamos diciendo que los teatros están llenos, cosa que es verdad, ya que la gente está acudiendo ansiosa a los espectáculos en vivo, posiblemente por esa necesidad de fisicidad que tenemos todos en estos momentos. Pero lo cierto es que estamos en un momento dramático en el que muchos compañeros y compañeras están sin absolutamente ningún proyecto a la vista y en el que no puedes confiar en ninguna de las funciones que tienes en el calendario porque muchas terminan cancelándose. Y lo peor es que el horizonte no es demasiado optimista. Siguen retrasándose programaciones, paralizándose contrataciones y es francamente difícil introducir propuestas.

¿Conseguirá remontar?

Me temo que todavía vamos a tardar un poco en salir del pozo. Estamos en manos de los políticos y de los programadores. Es el momento de realizar un trabajo inteligente que permita que todos, compañías grandes y pequeñas, teatros públicos y sobre todo privados, podamos sobrevivir hasta que lleguen momentos mejores. Creo que con un trabajo sensato y si todos nos apoyamos, podremos con ello.

¿Considera que se le respalda lo suficientemente? Parece que a los políticos, sean del color que sean, no les interesa la cultura, el teatro.

Ya sabemos que la cultura generalmente está situada en el último lugar de las prioridades políticas. En estos momentos más que nunca, necesitamos actuaciones serias y responsables por parte de aquellos que llevan la batuta; se requieren proyectos políticos que engloben a toda la sociedad, también al sector de la cultura, que vive y trabaja generalmente en condiciones de absoluta precariedad. Los políticos deben darse cuenta de que la cultura es un instrumento clave en la construcción de la sociedad: participa en la economía de un país, en la educación de los individuos, en la configuración de los valores de los ciudadanos y en la propia salud de estos. Independientemente de los colores, un buen político es aquel que respeta y fomenta la cultura, y que busca en ella un lugar de encuentro, de integración, de apertura, de reflexión y de conocimiento. Favorecer la cultura será favorecer al país.

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