UNA MIRADA ACADÉMICA
El aforo y el vino
A lo largo de los siglos, la palabra ‘aforo’ ha pasado de hacer referencia a la cantidad de vino cosechado a ser una medida de nosotros mismos
Soledad Puértolas, de la Real Academia Española
Aunque no lleguen a ser las palabras del año , se han hecho habituales una serie de palabras que, antes de la pandemia, se utilizaban de forma restringida y no formaban parte del lenguaje cotidiano. Me centraré en una de ellas: ‘aforo’.
En ... los años previos a la irrupción del fatídico virus, no eran tantos los hablantes que utilizaban habitualmente la palabra ‘aforo’. Es cierto que los estadios de fútbol , por ejemplo, presumían de tener un gran aforo. Y los auditorios de música, los teatros, los cines, las salas de baile y otros locales por el estilo solían dar cuenta de sus respectivos aforos, lo cual permitía imaginar las dimensiones o tamaño de los espacios. Pero la palabra, que tenía un aire de tecnicismo y que estaba prácticamente circunscrita a amplios espacios donde tienen lugar actividades no del todo ordinarias, se ha hecho parte del lenguaje cotidiano desde que, concluido el tiempo del más estricto confinamiento, los ciudadanos empezaron a volver a pisar los espacios públicos. Si me remito a mi propia experiencia, puedo decir que ‘aforo’ no se encontraba en el vocabulario que, sin mucha conciencia, manejé en mi infancia. Tampoco en el de mi adolescencia y ni siquiera en el de mi juventud. La popularización de la palabra ‘aforo’ se ha producido en muy breve tiempo.
Al consultar el diccionario de Autoridades , el primer diccionario del español -siglo XVIII-, me encuentro con un significado de ‘aforo’ que me sorprende: «El reconocimiento que se hace del vino que los cosecheros tienen en sus bodegas, para que se paguen los derechos al Rey» . Ya en siglo XX, en el Diccionario Manual de 1927, que daba fe de nuevos usos de las palabras, se registra este enunciado: «Acción y efecto de aforar géneros, corrientes de agua o la capacidad de un receptáculo». Pero hasta 1947, no se consigna oficialmente la acepción a la que ahora nos referimos: «Capacidad total de las localidades de un teatro u otro recinto de espectáculos públicos» . En el actual diccionario figura así: «Número máximo autorizado de personas que puede admitir un recinto destinado a espectáculos u otros actos públicos». Del receptáculo hemos dado un salto al espectáculo.
A lo largo de los siglos, la palabra ‘aforo’, de hacer referencia a la cantidad de vino cosechado, ha pasado a ser una medida en la que somos nosotros, los posibles consumidores de vino, de agua y de otros productos, los personajes principales. Vaya todo esto para ilustrar, entre otras cosas, la importancia que la producción vinícola ha tenido en nuestra historia y en nuestro vocabulario.
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