Suscríbete a
ABC Cultural

libros

Las arenas movedizas de Henning Mankell

La semana pasada, Mankell perdía la partida contra el cáncer. Hasta entonces, vivió «con un pie en la nieve (Suecia) y el otro en el polvo» (África). Y con la literatura como norte. Nos deja un inmenso legado: el del comisario Wallander

Las arenas movedizas de Henning Mankell reuters

eduardo jordá

Henning Mankell vivía en un pueblo costero a unos 80 kilómetros al sur de Gotemburgo. Por las noches veía las luces de los barcos que hacían la línea Oslo-Copenhague. En primavera se sentaba en el patio a escuchar el canto de un mirlo ( ... en todo buen aficionado a la ópera, y Mankell lo era, se oculta alguien que se ha pasado la vida escuchando a los pájaros ). La casa estaba en un promontorio batido por el viento, y muy a menudo Mankell tenía la sensación de vivir en un barco zarandeado por la tempestad. Contra lo que pudiera parecer, Mankell no vivía en la Escania del comisario Wallander , sino en una región situada bastante más al norte, aunque es inevitable que todos pensemos que era así porque de alguna manera Wallander es Mankell y Mankell es Wallander , una identificación que no le hacía demasiada gracia al escritor.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia