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ARTE

Paco de Blas (Summa Art Fair): «La política del brillo puede quemar»

La tercera edición de la feria de arte contemporáneo Summa se desarrolla estos días en Matadero de Madrid. Su director, Paco de Blas, habla del capitalismo estético, de arte en su contexto, de la política del brillo y de la feria como concepto

Paco de Blas (Summa Art Fair): «La política del brillo puede quemar» abc

PALOMA TORRES

La feria de arte contemporáneo Summa comienza este jueves día 10 de septiembre en Matadero de Madrid. Agrupa a más de 50 galerías nacionales e internacionales y estructura el discurso de su tercera edición en torno al «arte en su contexto» y se inaugura con una pieza de Antonio Caro, el conceptualista colombiano, que se titula «Aquí no cabe el arte».

Sudirector, Paco de Blas (que ha trabajado como gestor cultural en Expo del 98 de Lisboa y durante catorce años en el Instituto Cervantes), se incorpora a Summa después de vivir en Ucrania. Allí dirigía Izolyatsia (en español, aislamiento), una antigua planta de producción de derivados del carbón que había que convertir en centro cultural.

¿Dónde estaba situado ese centro y qué idea de la cultura deduce de su experiencia ucraniana, y de atisbar la guerra?

Estaba localizado en Donesk, el epicentro de toda la problemática ruso-ucraniana que se desarrolló a lo largo de todo el 2014, y que continúa todavía abierto como una llaga clara en la convivencia ucraniana. Fue un proyecto imposible de rechazar. Eran 52 edificios que había que ir reconvirtiendo a usos culturales, y para mí fundamentalmente el gran desafío que planteó era: en una población en la que hay un alto índice de desempleo, pobreza, falta de asistencia, ¿qué es la cultura? ¿Qué es la cultura en uno de esos entornos donde sí ha habido épocas en las que había un acceso a la tecnología y a la cultura muy superior al actual? Allí desarrollamos proyectos y hubo instalaciones con artistas como Cai Guo-Qiang, Daniel Buren, Adam Nankervis...

«El consumo se está conviertiendo en un consumo estético»

Nosotros intentamos crear un sistema de formación que diera a las personas, en particular jóvenes, la oportunidad de adentrarse en campos de su elección: diseño, cinematografía... Ucrania es un país con una capacidad de formación en fotografía y cinematografía extraordinarios. Era una población ávida de utilizar la cultura como un pasaporte hacia una vida mejor. Eso tiene que significar desarrollo personal, pero también social, y el común denominador de ambos: el empleo. Tratábamos de crear eso cuando las fuerzas prorrusas invadieron el centro cultural y nos sacaron a todos a la calle a punta de metralleta. No hubo una violencia especial, salvo el ver cómo destruían las instalaciones artísticas que teníamos. Impresiona porque alguien nacido en el seno de la Europa occidental no cuenta con la guerra como una de sus experiencias de vida. Eso mismo dirían los habitantes de Bosnia, y mire lo que ocurrió. Es decir: ¿dónde va el siglo?

¿Cómo es la cultura actual en nuestra Europa Occidental?

Hay evidentemente una capitalización de la cultura en torno a lo que pudiéramos denominar un capitalismo estético, que es el que domina absolutemente en nuestra sociedad occidental y que está sujeto a una serie de rendimientos. Cuando tú vives en esta parte del mundo que nos ha tocado en suerte (y nunca mejor dicho) tu principal trabajo es consumir, y en estos momentos ese consumo se está conviertiendo en un consumo estético. Desde la ropa, hasta la comida (en un proceso de estetización galopante). Naturalmente el arte ha salido al paso de esa necesidad y provee con productos, cada vez más aquilatados.

¿No le parece negativo que el artista incorpore a su creación el criterio comercial?

Eso no tiene una lectura necesariamente negativa. Nunca tantos artistas y oficios próximos a ellos habían vivido del arte. Ahora estamos en un «arte de mercado», eso es obvio. Valorar cuándo se hizo mejor arte, yo no sería capaz. ¿Es mejor Miguel Ángel que Beuys? Pues no lo sé, a mí francamente me interesa mucho más Beuys. Es de mi tiempo y transmite un mensaje que me resulta mucho más atractivo.

¿Entonces no cree necesariamente que la búsqueda de comercialización o «el arte de mercado» vaya en detrimento de ese arte?

«El feminismo ha avanzado en la consideración social a través del arte»

No, en absoluto. Hay elementos muy positivos que indicarían lo contrario. El aumento de la educación de las clases medias en nuestro entorno occidental ha llevado a unos consumos culturales mucho más sofisticados, entre los que está el arte. El arte no es asunto de grandes coleccionistas que compran sólo con seis cifras, el arte hoy día puede entrar en la identidad y en la aspiración de muchas personas, jóvenes o no, que quieren incluir en su vida algo único, algo con un valor añadido que sea la capacidad del artista de transmitir un conocimiento. Hoy en día, en una feria como Summa, claro que hay piezas de tres cifras, pero también hay piezas de 250 euros de una artista israelí que es Oreet Ashery que va a ser la próxima estrella del arte en Europa (lo es ya en Londres).

En el catálogo de Summa habla de «arte en su contexto». ¿Qué significa esto?

El «arte en contexto» es precisamente un intento de situar el arte en nuestra vida cotidiana y presentarlo no como un ejercicio solipsista del artista, o un esfuerzo sofisticado por parte del coleccionista para llenar su vida de lo imposible para los demás, sino que el arte es hoy en día una forma de comunicación y conocimiento. Summa presenta la colección de Oliva Arauna , que aparte de su actividad como galerista es coleccionista de ese arte que pudiéramos denominar político o en contexto.

No hablamos de Podemos, ni del PP, ni de nada que haya en medio. No hablamos de gobiernos, hablamos de ideas, hablamos de contextos sociales, en los que el artista siempre aporta el plus que le da su capacidad de simbolización a través de medios plásticos.

¿Cree que el arte tiene una función política?

La creación en general, artística en particular, está siempre a la vanguardia de los desarrollos culturales sociales. Yo diría que a través del arte contemporáneo, por ejemplo, el feminismo ha avanzado en la consideración social mucho más que a través de la cantidad de tratados que inundan las librerías. Hay llamadas de atención a través del cine, la plástica, el teatro, sobre la condición de la mujer, que lo han convertido en el tema de nuestro tiempo. Y a partir de ahí se han deducido unos avances sociales que estamos disfrutando todos y por los que hay que seguir luchando.

En la feria hay una sección de arte africano. ¿Usted advierte que está cobrando relevancia? ¿Pecamos de eurocéntricos?

«La feria, en cualquier caso, no tiene alma. Es de las galerías que la integran»

Si hablamos de arte en contexto forman parte fundamental ya de nuestro contexto de vida entornos que hasta ahora no nos eran tan familiares. La realidad del arte como únicamente producido, comunicado y vendido en Europa y Norteamérica está cambiando. El arte que se produce en Asia, África, está adquieriendo renombre y lo queríamos reflejar.

También me interesa hablarle del contexto temporal: en la sección Trazos tratamos de entender que caminamos a hombros de gigantes, que la producción del siglo XX es de primera magnitud, y a veces ha podido estar olvidada. Por ello tenemos proyectos en torno a Luis Gordillo, Darío Villalba, por hablar de algunos de los españoles.

En el texto que usted habla de «una cierta tendencia a condenar las ferias de arte como superficiales». ¿Son superficiales las ferias de arte?

En todo nuestro entorno cultural, no sólo en las ferias de arte, hay una política del brillo, que aplaude materialmente desde las superficies brillantes (piense en Jeff Koons ) hasta cualquier otro elemento que permite, casi obliga, a que sea la proyección y la imagen la que sustituya a la cosa real. Estamos hartos de verlo, sea en los videojuegos, la televisión o en cualquier otro elemento cultural. Esa es una tendencia que existe.

Se está muy bien al sol y el sol descubre realidades que antes estaban ocultas, pero el sol también quema, y la política del brillo también puede quemar. Frente a esa política unilateral del brillo que se cultiva en determinadas ferias, o en determinadas zonas del sector arte, nosotros aportamos esto que llamamos arte en contexto.

¿Cuáles son esas ferias en las que se cultiva el brillo?

En muchas, ¡es difícil! Es difícil que en veinte ferias de Miami no haya las que están volcadas en el sector dinámico.

Pero la feria, como concepto, no le parece necesariamente superficial...

La feria, en cualquier caso, no tiene alma. Es de las galerías que la integran, que compran sus espacios comerciales para promover su acción. Es verdad que a través de un comité de selección se puede ejercer una selección de galerías que orienta la feria en un sentido o en otro. ARCO, por ejemplo, tiene sus cualidades, pero también tiene alguna carencia que nosotros tratamos de aprovechar y desarrollar.

¿Cuáles son esas carencias?

Arco es una feria extraordinaria, 35 añós haciendo una feria avalan la calidad de la misma, pero precisamente por su magnitud puede que no pueda atender a otros sectores. Summa, por su tamaño, ofrece al visitante un contacto directo con artistas, galeristas, críticos...

El hecho de que la misma empresa promueva, además de Summa, la feria JustMad, ¿puede lastrar la calidad de las dos o su identidad por tener que repartir esfuerzos?

«El futuro pasa por establecer economías de escala»

Yo diría que no. Las dos tienen un alcance claramente diferenciado. JustMad es una feria de arte emergente. Es una feria en la que se presenta lo último de lo último. Ahí hay un componente de la creación joven que JustMad se enorgullece de promover. Summa es una feria con artistas en media carrera, en un momento muy diferente de su acción, y en Trazos, por ejemplo, aporta artistas con la carrera totalmente hecha. La diferencia es clara y JustMad ha encontrado su sitio en febrero, son dos mometnos muy distintos.

También ha habido discusiones con la fecha. Este año Summa coincide de nuevo con el fin de semana de Apertura de las galerías madrileñas.

Sí, las hay. Varias de las galerías que están en Apertura están en Summa, y eso nos enorgullece. Una galería que hace el esfuerzo de estar en dos sitios es que valora lo que Summa aporta. Pero nosotros también valoramos extraordinariamente lo que Apertura aporta.

¿No cree entonces que haya conflicto?

No. Si mira el calendario de Berlín, que en dos semanas inaugura su Art Week, en esa semana existe un evento similar a Apertura, pero se aglutinan otras tres ferias de arte. Entonces, yo diría que el futuro de la operación arte contemporáneo en Madrid pasa por una agrupación del sector que nos permita establecer economías de escala y llegar a públicos masivos con mucha más potencia y capacidad.

Es la tendencia de Barcelona. Ahí el proceso ha sido el contrario. Es el fin de semana de las galerías el que ha ido a sumarse a la feria SWAB .

Summa, con tres ediciones de andadura, ha tenido tres directores. ¿Eso dificulta definir la identidad de la feria?

Pues sí lo creo, pero tampoco tiene mucho sentido que yo me proponga como candidato para el año siguiente. Summa es una entidad privada que depende de sus resultados. Si la dirección de la empresa entiende que mi gestión ha sido adecuada, pues me harán una oferta que no pueda rechazar. Y, si no, se la harán a otro. Así es la vida.

¿Pero sí piensa que la permanencia es positiva?

Sí, pienso que es imprescindible. Creo que hay que dar una continuidad, porque este no es un servicio puramente material, sino que se trata de proveer con inmaterialidades intangibles a personas que tienen que hacer que esos intangilbles se conviertan en tangibles. En el arte contemporáneo la confianza es un factor esencial. Eso se genera con el roce, y el roce se genera con el tiempo. Pues eso, ¡a rozarnos!

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