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Eduardo Berti: «Entre Borges y Cortázar, me quedo con el "tío" Wilock»

La microficción no sería lo que es sin Eduardo Berti. El escritor argentino recupera, ampliado, uno de sus primeros libros, «La vida imposible». Relatos en cuya realidad se cuela la fantasía

Eduardo Berti: «Entre Borges y Cortázar, me quedo con el "tío" Wilock» abc

antonio fontana

Cuando echa la vista atrás, parece que Eduardo Berti (Buenos Aires, 1964) esté contando un cuento. «Yo tenía dos tías solteras («solteronas’», dirían las malas lenguas) que eran profesoras de literatura –recuerda–. Ellas vivían juntas y tenían cada cual su biblioteca, pese a que ... muchos libros se repetían entre una biblioteca y otra. Mis padres me dejaban cada tanto en su casa; por ejemplo, cuando querían ir al cine . Así descubrí yo libros y autores que siguen estando entre mis favoritos: desde Chéjov o Saki hasta Horacio Quiroga o Maupassant. Una de mis tías (la más joven, Nelly) me prestaba su máquina de escribir Olivetti. Pocas cosas me divertían tanto como copiar, un poco al azar, fragmentos de esos libros. Mezclaba una frase de uno con una frase de otro, por ejemplo. Hasta que, inevitablemente, me puse a inventar frases propias… Muchos años después, cuando murió la última de mis tías, me tocó vaciar aquella vieja casa. Y en un cajón encontré algunos textos que había escrito a los ocho o nueve años. Lo que más me sorprendió fue que en algunos de ellos aparecen comparaciones o imágenes que yo más tarde volví a emplear.» Algunas de ellas pueblan los microrrelatos de La vida imposible (Páginas de Espuma), un libro que ha vivido varias vidas.

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