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«Lionel Asbo»: Martin Amis ante el declive de Inglaterra

Un matón al que la lotería convierte en millonario. ¿Se lo imaginan? Martin Amis lo ha hecho posible en «Lionel Asbo», su nueva novela. Una sátira descarnada de la Inglaterra actual. También una crítica del culto a la fama y al dinero

«Lionel Asbo»: Martin Amis ante el declive de Inglaterra

MERCEDES MONMANY

Un retrato vitriólico y esperpéntico de la Inglaterra actual, una novela feroz, un anticuento de hadas de pesadilla: eso es «Lionel Asbo. El estado de Inglaterra» . Su autor, el provocador Martin Amis (Swansea, 1949), ofrece un fresco despiadado de dos religiones seculares. Una es ... el culto desvergonzado al dinero; la otra, el culto a la fama en estado bruto, como valor absoluto, total y devastador.

Amis saca auténtico oro negro de la primitiva y «neandertalesca» brutalidad de la delincuencia suburbial londinense y de la prensa sensacionalista de su país, uno de sus fetiches preferidos. Ya sea a través de salvajes parodias de nuestra época, del crimen como norma de vida en totalitarismos asesinos como el estalinista, o de acercamientos descarnados a sus orígenes familiares, Amis no suele ser amigo de dulcificar o hacer palidecer las visiones de nuestros infiernos domésticos. Unos infiernos como los representados hoy por medios de comunicación en caída libre hacia la zafiedad más inimaginable.

Según Amis, Asbo sería la versión más exacta del villano dickensiano ¿Cuál es la diferencia actual, según el a ratos apocalíptico Amis? La fama, antes, tenía que ver con el talento y el trabajo, con algún tipo de «justicia» compensatoria, venida de la fuerza, del tesón de los sueños y del esfuerzo. El ansia actual, indoblegable, obsesiva, tiene que ver, como ha dicho Amis, no solo con lo más evidente e histórico, el declive de un Imperio que llegó a dominar una quinta parte del planeta, sino con otro tipo de rabia más profunda: el nihilismo terrorista que compartían los personajes de «El agente secreto», de Joseph Conrad, que se caracterizaban sobre todo por la vanidad y la pereza.

De extorsionador a financiero

A ello tendríamos que añadir, en el caso de este arrogante analfabeto, este canalla y bravucón representante del lumpemproletariado suburbial londinense, Lionel Asbo, protagonista de su novela, un profundo rencor de clase que explota en cualquier momento. La diferencia que Amis contempla en estas bárbaras y desreguladas primeras décadas del siglo, y en concreto en el Londres multicultural, violento y sin ideales de su novela, es que el actual fulgor omnipotente del dinero ha acabado rompiendo el techo impenetrable de las antaño férreas castas tradicionales.

El vengativo Lionel tiene, sobre todo, un paranoico pavor al ridículoLa versión más exacta del villano y desheredado dickensiano de nuestros días, según Amis, sería Lionel Asbo. Un joven de 24 años, expresidiario y multimillonario de repente gracias a un golpe de suerte en la lotería. Lionel, que ha escogido el apellido de ASBO («Anti-Social Behaviour Order», orden librada en casos de comportamiento antisocial), cuenta en su haber con todos los récords. Hasta hace poco fue el delincuente más joven de toda Inglaterra. Su carrera empezó a los tres años, rompiendo los cristales de los coches con adoquines. Más tarde se dedicaría a entrar y salir de prisión.

Un día, su sobrino y protegido, el serio y estudioso Des, periodista de sucesos y crónicas criminales, para vergüenza de su tío, le rellena un billete de lotería que lo hace multimillonario y lo catapulta a la fama. Una fama alimentada por nauseabundos tabloides a la caza de portadas con futbolistas borrachos y cocainómanos, ordinarias «estrellas» de «realities» o patanes y expresidiarios como Lionel, que de extorsionador descerebrado y de poca monta se convierte en exitoso financiero que duplica el valor de su fortuna.

La abuela Grace

También duplica, en una loca espiral de excesos y desenfreno, sus escándalos, su ejército de guardaespaldas, los kilos de caviar deglutido y las venganzas en cadena dirigidas a oscuras sombras de su pasado que un día le hicieron daño o le «faltaron» al respeto en algo. Ahí estaría su antigua novia, la exuberante Gina, que le abandonó por su primo, o esa legión de «pijas» maduras y viciosas que ahora se le acercan y de las que dispone a su antojo, en siniestras ceremonias de sadomaso.

Lionel tampoco se olvidará de su sobrino Desmond, de quince años, que, al comienzo de la novela, dirige una chocante carta a la consultora sentimental de un periódico. En ella le cuenta que mantiene una aventura «con una mujer mayor», «una dama de cierta sofisticación», según él. Lo malo es que esa dama es su abuela Grace, de 39 años, la madre del temible y vengativo tío Lionel. Un antimaestro de vida que, más que respeto o algún atisbo de amor por su promiscua madre, tiene, sobre todo, un paranoico pavor al ridículo. Algo que ha envenenado su vida de matón y también la actual de millonario.

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