LIBROS
Ramón Pérez de Ayala, ensayos sobre el viaje
Se publican las crónicas viajeras de Ramón Pérez de Ayala. La mirada del viajero se abre a la meditación y concluye que huir de la patria sirve para descubrirla o que los viajes lavan los sentidos
FRANCISCO JOSÉ MARTÍN
Los viajes de la vida nos abren a la geografía, pero tras el nuevo paisaje o la nueva ciudad recibe el viajero una historia y una mentalidad distintas de las suyas, usos y costumbres que le son ajenos y ante los que habrá de sentirse ... extranjero. Ese «extrañamiento» mueve al conocimiento : la experiencia de nuevas tierras lleva a la exploración de lo desconocido. De lo que en ellas nos es ignoto y desconocido, y también a lo desconocido e ignoto de nosotros mismos.
Lo dice claro Ramón Pérez de Ayala (1880-1962) en este libro que recoge sus crónicas e impresiones de viaje de los viajes que hizo en el viaje de su vida (Inglaterra, Italia, Alemania, Estados Unidos, Argentina, Bolivia): «En el hombre, salvo el semita, la comezón de movimiento y apetencia de horizontes incógnitos no obedece a una fatalidad intuitiva cuanto a un estímulo psicológico, a un estado del alma. Es un estado de descontento de uno mismo y del contorno social».
Pérez de Ayala busca el «fin didáctico» de su experiencia de viajero
El viaje parte, pues, de una insatisfacción y da inicio a una búsqueda. De sí o de la patria: «Huir de la propia patria sirve, por misterioso ministerio, para descubrir la patria propia». La mirada del viajero no se detiene en lo que ve, sino que se abre a una suerte de meditación de las diferencias a cuyo través se perfila un camino de mejoramiento y de progreso.
Pérez de Ayala lo dice en el frontispicio del primero de sus viajes: «Investigar con ahínco y diligencia las cualidades que a través de la historia han hecho de este pueblo [Inglaterra] el más poderoso y grande de cuantos hoy [1907] existen, y de entre ellas excogitar aquellas que trasplantadas a España pudieran enraizar en el suelo de nuestro temperamento y ser cultivadas con fortuna».
El retorno a la caverna
El viaje es, en primer lugar, experiencia propia del sujeto, pero puede ser también, como lo es en Pérez de Ayala, una experiencia que se vive responsablemente como compromiso intelectual con la propia patria. Del viaje a él le interesa el «retorno a la caverna». Busca el retorno que como «fin didáctico» pueda tener su experiencia de viajero para su patria.
«Los viajes nos hacen tolerantes y juiciosos», escribe Pérez de Ayala
España era entonces -quizá lo siga siendo- un «país en elaboración» , y él se comprende dentro de un amplio proyecto generacional: «Albañiles de lo porvenir, modestos y tenaces reconstructores del edificio en ruinas, del edificio venidero que sobre el antiguo se ha de alzar». Ese era el compromiso de aquella magnífica Generación de 1914 que supo hacerse centro convergente de la cultura española de la «edad de plata».
En la comprensión del viaje que Pérez de Ayala despliega en este libro, en la que late una indudable raíz institucionista, se cifra el espíritu de aquella generación de intelectuales que supo ser hace cien años el motor de la modernización de España. A diferencia de los viajes de la Generación del 98, aquel viaje a la España profunda en pos de una esencia castellana imperecedera, como fueron los de Azorín y Unamuno, estos de Pérez de Ayala, como otros propios del espíritu del 14, no son hacia dentro sino hacia fuera: «Los viajes nos hacen tolerantes y juiciosos. Los viajes de navegación, además, lavan los sentidos, renuevan las sensaciones embotadas, y al retorno nos ofrecen, como de libre elección, la que fue patria obligatoria».
Ramón Pérez de Ayala, ensayos sobre el viaje
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