arte
Los jóvenes artistas de la XXIV edición de Circuitos cuenta la Historia a su manera
«Circuitos», el programa de promoción de arte emergente de la Comunidad de Madrid, alcanza una nueva edición en la Sala de Arte Joven con la Historia (en minúsculas) como hilo argumental

Un otoño más –y ya van veinticuatro convocatorias– la Comunidad de Madrid da a conocer con una exposición (la sede vuelve a ser la Sala de Arte Joven en Avenida de América), el resultado de sus ayudas a la producción entre los creadores emergentes. Y aunque «Circuitos» (como así se llama este programa de promoción) no siempre lo ha tenido fácil (la suya es una historia de subidas y bajadas), sí que continúa mostrándose como un referente ahora que las ayudas y apoyos al sector (sobre todo en su vertiente más vulnerable, la de aquellos que empiezan), se han convertido en limosnas, cuando no brilllan por su ausencia, eliminados de un plumazo.
«Circuitos» ha sido siempre un termómetro de su tiempo en un espacio muy concreto (la ciudad de Madrid). Y lo mejor es comprobar lo bien que le sienta cumplir años. Nada más placentero que recuperar algunos de sus catálogos anteriores y descubrir que gran parte de los creadores que pasaron por sus salas son ahora los artistas «de referencia» en nuestro país. Porque«Circuitos» ha sido siempre una de las mejores canteras de nuevos artistas en España –y esperemos que así lo siga siendo– cuya misión ha sido y es la de insertar a estos creadores noveles en el «circuito» (de ahí su nombre) profesional.
Un jurado a la altura
Buena parte del secreto de su éxito ha sido siempre su jurado, plural y cualificado, que ha seleccionado a un nutrido grupo de artistas menores de 35 años. En esta ocasión, esa labor le ha correspondido a Ferran Barenblit, director del CA2M ; la ex-asesora de Artes Plásticas de la Comunidad de Madrid, Lorena Martínez; la codirectora de la galería MaisterraValbuena , Belén Valbuena; la artista Cristina Lucas y el comisario de exposiciones Alberto Sánchez Balmisa.
Esta es la suma de muchas Historias, en minúscula, que conforman un gran relatoEste último se ha encargado de articular la exposición que ahora podemos disfrutar en Avenida de América y que se conforma con los trabajos de –algunos ya «viejos» (dentro de lo que cabe) conocidos– Rafa Abad, Silvia Cuenca Sanz, Mario Espliego, Olalla Gómez, Sofía Montenegro, Antonio R. Montesinos, Julio Sarramián, Diana Velásquez y Javier Velázquez. De la misma, debemos destacar dos cosas: la primera, su cuidado y limpio montaje, frente a excesos de años anteriores. La segunda, un hilo conductor que potencia el significado de las piezas y las dota de contexto unificador.
Ese leit motiv argumental al que nos referimos es la Historia. Pero no una Historia en mayúsculas, como explica el comisario, sino asentada en un presente más o menos inmediato, que se interroga por cuestiones universales desde que el hombre es hombre y que se formulan una vez que el artista es consciente de la limitación de su acción, lo que no le incapacita para construir espacios de disenso desde posiciones estratégicas desde los que inocular su mensaje y propiciar el ruido frente a los dicursos dominantes.
Pequeños momentos de ruptura
«Pequeños momentos de ruptura», los define Sánchez Balmisa. Eso no impide que aquí haya instalaciones rotundas, tanto por su tamaño como por su contundente poso ideológico. Es el caso del vaciado de Marco Godoy de la fachada de la Iglesia de San Felipe Neri en Barcelona, un edificio visiblemente afectado por los combates durante la Guerra Civil y con los que hoy silenciosamente convive el ciudadano de a pie. También es muy emotivo el marco temporal que se establece entre la foto de su abuelo, preparado para tomar parte en la mencionada contienda, y su padre, celebrando la muerte del dictador. La famosa frase «quien no aprende de su Historia está condenado a repetirla», nos martillea una vez más la cabeza.
Sofía Montenegro, en un ejercicio más sutil, pero igual de sólido, recoge todas las palabras que el Diccionario Oxford ha incluido en sus páginas desde el 11-S. Y junto a las lógicas (las referidas a las nuevas tecnologías) y las más sorprendentes (muchas referidas al ámbito homosexual) otras que ya forman terroríficamente parte de nuestro día a día: «Polución ambiental», «coche-bomba», «contraterrorismo», «tolerancia cero»... Mario Espliego se remonta a Roma para ilustrar la tradición de destruir las estatuas de los depuestos mandatarios cuando uno nuevo llegaba al poder, pero más interesante es echar un vistazo al ensayo que ha dejado en sala y en el que esa costumbre nos acerca a la actualidad y traslada el protagonismo al ciudadano.
Cabe destacar el cuidado y limpio montaje, frente a excesos de años anterioresEse mismo ciudadano que es manipulado por las encuestas de opinión, sobre las que trabaja libre y creativamente Antonio R. Montesinos , que consigue apoderarse de la utopía de Buckmister Fuller –un autor que hablaba de cambios reales a partir de la acción de sujetos que no pertenecen a la élite del poder– y desde la que, en la pieza titulada «Inopias Bucky C60», eleva una instalación con los restos de los montajes de otras exposiciones desarrolladas con anterioridad en la Sala de Arte Joven.
Arbitrariedades textuales
De la arbitrariedad de las fronteras habla en sus pinturas y sus alzados Julio Sarramián. Silvia Cuenca Sanz y Rafa Abad, de discursos y banderas, respectivamente. Mientras, de la actualidad más candente se ocupa la efectista instalación de Olalla Gómez («Strike/Inercia» es un canto a la fragilidad de nuestra industria del ladrillo sin caer en literalidades) y el montaje «en sombras» (y neones clarificadores) de Diana Velásquez, con las comprometedoras palabras de los contratos de compra-venta de viviendas.
Pero el proyecto que mejor ejemplifica ese drama humano, tan cercano y tan actual, es «Über Uns», de Javier Velázquez Cabrero , un vídeo (curiosamente nacido del «crowdfunding») que registra la acción de uno de tantos ciudadanos españoles que han perdido su trabajo a causa de la crisis, al que se le pidió viajar hasta Alemania para mendigar dinero, no para él, sino para el Estado español. Una segunda grabación documentando cómo el artista hizo entrega en una delegación de Hacienda en Madrid de lo recaudado (32,12 euros) resulta tan hilarante como trágico. Todo lo demás, es Historia.
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