arte
Las «fauxtographies» de David Trullo dan una segunda oportunidad a la realidad
El conjunto de imágenes que componen «fauxtographies», de David Trullo, se basa en fotografías más o menos icónicas que, manipuladas, dan pie a otras versiones y lecturas de la realidad
javier díaz-guardiola
En 1971, Bacon celebraba su gran retrospectiva en el Grand Palais . En la imagen que ahora nos propone David Trullo, George Dyer , conocido amante del pintor, posa en las estancias del museo parisino frente a uno de los trípticos más ... emblemáticos que el irlandés le dedicó. La escena resultaría de lo más anodina... Si no fuera porque Dyer jamás pudo acudir a ese «openning»: decidió quitarse la vida unos días antes. No es la única interferencia de esta exposición : En otra, Gaguin deja los pinceles para entregarse a las labores de «shogun», lo que nos habría dejado sin uno de los padres del primitivismo, por no decir de su mismo nacimiento; en una tercera, Braque culmina sus «Señoritas de Dijon» y da un giro de 180 grados a la Historia del Cubismo...
Imposturas
Mucho se ha escrito sobre la veracidad o falsedad de las imágenes fotográficas, pero poco sobre la modificación de su relato con tan solo alterar algunos ingredientes en su narratividad. Eso es lo que persigue David Trullo con su conjunto «Fauxtographies», ahora expuesto en Madrid, en la sala de FIArt, comisariado por Carlos Delgado Mayordomo . Su mismo título es un juego de palabras en el que el término francés «falso» («faux») se camufla perfectamente dentro del de «fotografía» (es la misma pronunciación en la lengua de Victor Hugo), alterando su apariencia y creando un nuevo significado: «Muchas de las fotografías que reproducimos con tanto entusiasmo y que comentamos tan meticulosamente eran una impostura, una ficción pictórica por su origen y por sus intenciones aunque su forma fuera documental», escribió Samuel Raphael, palabras que vienen al caso de la obra de Trullo.
Lo que el artista se ha propuesto es no tanto centrar sus intereses en la falsedad de los documentos que aporta (de hecho, no se salva ni uno. Todos manipulados), sino en pasarle la pelota al espectador y la capacidad de este para fabular, para escribir mentalmente historias paralelas a las oficiales que, en muchos casos, son unas crítica subyacente a los titulares por todos asumidos: Porque, ¿ Qué habría sucedido si Rimbaud y Verlaine no hubieran acabado violentamente su relación y hubieran huído realmente a Sudamérica? ¿Habrían cambiado los rumbos de la literatura? Y si José Luis Manzano , el protagonista de muchas de las cintas de Eloy de la Iglesia, no hubiera sido un ser marginal, ¿Se habría fijado en él el director de cine ? ¿Habría sido capaz de aprender inglés, dar el salto a EEUU, estudiar en el Actor's Studio y ser portada de «Interview» como aquí se nos propone? Otros tantos pensamientos en voz baja surgen para Sara Montiel , Mae West, Brad Davis, River Phoenix, Jim Morrison o Marylin Monroe , algunos, constantes referencias del artista.
Hacer el amor y no la guerra
Que las nuevas tecnología s han revolucionado la fotografía es un hecho, no sólo porque han diluido las fronteras entre lo «amateur» y lo profesional , el consumo privado y el público de las mismas, sino que incluso privilegia conceptos como los de velocidad e inmediatez sobre los de calidad o veracidad. Y lo local tiene un alcance global. Lo que hace David Trullo es servirse de imágenes que extrae de los diferentes buscadores de internet y que posteriormente manipula para eliminar su sentido original. Hay casos en los que se impone la ironía (como en aquella en la que Cicciolina acaba de un plumazo con la primera guerra de Irak cuando Sadam Hussein acepta la paz a cambio de sexo); otras, el carácter reivindicativo (y Josephine Baker protagoniza para Hollywood «Cleopatra», a la que se le ha negado durante décadas su origen nubio y, por lo mismo, hasta su raza); en ocasiones, la sonrisa congelada (como cuando descubrimos por qué el informático Alan Turing aparece disfrazado de Blancanieves)...
Son los robots de Google y Bing los que deciden qué imágenes son las que son relevantes, y, por tanto, devueltas, y sitúan al mismo nivel documentos auténticos con auténticos documentos sin sentido . Con su manipulación, Trullo influye en su contenido y propone historias alternativas – Mapplethorpe paseando por los Museos Vaticanos; Miguel Bosé protagonizando la «Muerte en Venecia» de Visconti; recordar a Greta Garbo siempre bella, incluso en su lecho de muerte; a Hans Christian Andersen en el lugar de su sirenita en Copenhague, a Kurk Kobein vampirizado... –. Es más, el artista no pretende ser virtuoso en ese trabajo de modificación del original, y en la foto resultante siempre hay una pista, un mal encaje, una sombra, una falla que nos sitúa en la desconfianza permanente y nos invita a tirar del hilo de la Historia. Esto es: que nos invita a imaginar y construir esa realidad alternativa, que es muchos casos la mejor forma de criticar lo «que es verdad ».
Las «fauxtographies» de Trullo tienen su antecedente en las imágenes de la muestra «Una Historia Verdadera» (2010), en la que el artista partía de álbumes familiares de sujetos anónimos y modificaba las imágenes de parejas heterosexuales para escribir una historia paralela de la homosexualidad reciente y fijar las reglas de las estructuras de control y exclusión que incluso hoy imperan en nuestra sociedad. Ese ejercicio se complica aquí y se hace más global con estas imágenes, en algunos casos icónicas, y al alcance de todos. Y la idea es que el proyecto no quede sujeto a las paredes de la Fundación FIArt que ahora la alberga, sino que alimenten de nuevo al sistema, sean volcadas en Internet, y cuenten «su verdad» junto a las voces «oficiales» en el mundo virtual. Las técnicas de posicionamiento las resituarán en los buscadores y las devolverán al internauta en un nuevo guiño sobre la forma como compartimos y consumimos imágenes en la sociedad actual.
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