Seis claves para acercarse a Giacometti
Desde sus transgresores inicios hasta su simbólico hombre que camina. Recuperamos seis imágenes que jalonan la trayectoria del escultor Alberto Giacometti
Actualizado:Desde sus transgresores inicios hasta su simbólico hombre que camina. Recuperamos seis imágenes que jalonan la trayectoria del escultor Alberto Giacometti
123456Comienzos a contracorriente
Desde los inicios, Giacometti rechazó las representaciones convencionales de la realidad. Arriba, «Figura coja andando», (1931).
En horizontal
Entre las obras más más peculiares de la época surrealista del suizo están las «esculturas horizontales», concebidas como maquetas. Sobre estas líneas, «Se acabó el juego» (1931).
El yo y los demás
La ruptura que supuso la II Guerra Mundial condujo a «El sueño, el Sphinx y la muerte de T» (arriba), un texto programático en el que el artista avanza en la representación de la figura humana en su entorno.
El taller como teatro
Situado en Montparnasse, Giacometti solía decir de él: «No es más que un agujero, pero cuanto más tiempo permanezco en él, más grande se vuelve». Por todo ello, fue tantas veces representado en su obra. En la imagen, «Interior», óleo de 1949.
El culto al cuerpo
Giacometti realizará innumerables figuras femeninas inmóviles, semejantes a las tradicionales imágenes de culto (sobre estas líneas, detalle de «Mujer grande II»), en paralelo a sus estudios sobre desnudos. Ambas realidades convergen en su participación en la Bienal de Venecia de 1956.
El hombre que camina
Será su símbolo por antonomasia –y por el que es más conocido– sobre la superación del ser humano y del creador mismo. Es la tercera figura (en la imagen, detalle) que concibió para la plaza del Chase Manhattan (Nueva York) hacia el final de su vida, que no llegó a realizarse.