LIBROS
John Banville: «Los admiradores de Chandler querrán dispararme»
Benjamin Black, el álter ego de John Banville, publica en España «Venganza». Mientras, la BBC rueda una serie inspirada en sus novelas negras y el autor se mete en la piel de Chandler para «resucitar» a Philip Marlowe. ¿Quién da más?
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Con el permiso de Joyce y Beckett, irlandeses como él, John Banville está considerado el mejor escritor en lengua inglesa. Lo ha conseguido gracias a títulos como «El mar», que en 2005 le valió el Man Booker Prize y en 2006 el Premio Irish Book. Ese mismo año, bajo el seudónimo de Benjamin Black, publicó «El secreto de Christine». Arrancaba entonces la serie negra protagonizada por el patólogo Quirke, que en España llega ahora a la quinta entrega, «Venganza» (Alfaguara).
A usted le encantan los mitos. ¿Se parece a Jano, a quien se representa con dos caras? Una sería John Banville; la otra, Benjamin Black.
Bueno, resulta bonita y halagadora la idea de que yo sea un personaje tan interesante. Me temo que la verdad es más banal: Benjamin Black hace el trabajo que paga el alquiler, mientras que John Banville trabaja en la oscuridad, de noche.
Black pule la trama, los personajes, los diálogos; Banville pule las frases hasta hacerlas perfectas. ¿Sería posible combinar lo mejor de ambos en un solo libro?
No. Banville es una clase de escritor, y Black, otra. Sería nefasto que uno intentara influir en el trabajo del otro. Alguna que otra vez, cuando estoy cansado o pierdo la concentración, Banville se inclina sobre el hombro de Black e intenta rehacer una frase, o Black hace lo mismo con Banville. El resultado es siempre un desastre.
«Odio mi obra: la perfección no se puede lograr y es lo único que me interesa»
Corríjame si me equivoco: Banville, gracias a novelas como «El mar», es un escritor que cosecha premios y prestigio, y Black, gracias a la serie de Quirke, lo que cosecha son lectores.
Ese sería un arreglo muy bueno, ¿a que sí? El doctor Jekyll hace el trabajo intelectual, mientras que Hyde sale y... Bueno, todos sabemos lo que hace Hyde, y cuando lo hace, la carretera queda sembrada de cadáveres.
Quirke nos traslada al Dublín de los años cincuenta. ¿Qué tienen esa ciudad y esa época para que les haya dedicado cinco novelas?
Ahora son seis, ya que acabo de terminar una nueva [«Holy Orders»]. El de los años cincuenta es uno de los periodos más fascinantes de la Historia reciente, en Irlanda igual que, por ejemplo, en España. Nací en 1945, en Wexford, una pequeña ciudad del sudeste de Irlanda, y las visitas a Dublín eran escasas y emocionantes. Mi tía tenía un piso en uno de los grandes edificios georgianos de la calle Upper Mount. Cuando murió, a principios de la década de 1960, heredé el usufructo del piso y he vivido felizmente allí desde 1969. Quirke, a su vez, ha heredado el mismo piso de mí. Me produce un gran placer explorar mis recuerdos de los años cincuenta y me sorprende lo mucho que recuerdo de esa época, y lo vívido que es el recuerdo.
Alguna vez, si estoy cansado, Banville se inclina sobre el hombro de Black
Benjamin Black nace a partir de sus lecturas del «otro» Simenon, el de las novelas que no protagoniza Maigret.
Simenon las llamaba sus «romans durs»: «La nieve estaba sucia», «El efecto de la luna», «Monsieur Monde desaparece», «Extraños en la casa». La mayoría de estas historias tienen un crimen en ellas, pero la criminalidad es secundaria. Lo que le interesa a Simenon es el hombre moderno atrapado en una crisis existencial. En este aspecto, es uno de los más grandes novelistas del siglo XX.
¿Por qué le tiene tanta manía al inspector Maigret?
Probé a leer uno o dos libros de Maigret, pero los encontré predecibles y un tanto rancios.
¿Quirke y el inspector Hackett son unos modernos Holmes y Watson?
Son justamente lo opuesto. Lo que me gusta de Quirke y Hackett es que son totalmente corrientes, y no más inteligentes o más estúpidos que el resto de nosotros. Cuando empecé a escribir estos libros decidí que serían tan realistas como fuera posible. No existe y nunca existió Sherlock Holmes, fuera de las páginas de las ficciones fantásticas de Conan Doyle.
Al final de los libros de Christie tenía una mustia sensación de pérdida
«Agatha Christie es bastante aburrida», afirma uno de los personajes de «Venganza». ¿Comparte esta opinión?
Sí. Leí sus libros cuando era joven, y al final de cada uno de ellos tenía la mustia sensación de pérdida y futilidad que le invade a uno cuando termina un crucigrama. Tanto esfuerzo, para tan pocos resultados.
De no haber sido escritor, ¿qué habría sido?
No puedo imaginarme qué otra cosa podría haber sido. Tal vez compositor.
Quiso ser pintor. ¿Le faltó talento?
Sí. Era incapaz de dibujar, era un dibujante terrible, no tenía sentido del color.
«Odio vivamente todo lo que he escrito. Mis obras me hacen sentir avergonzado», ha dicho. ¿Por qué?
Porque todas se quedan muy lejos de las ambiciones que tenía para ellas. La perfección no se puede lograr, y la perfección es lo único que me interesa.
¿Salvaría alguno de sus libros? ¿Y de quién sería, de John Banville o de Benjamin Black?
Alguien le preguntó una vez a Cocteau qué se llevaría de su casa en llamas, su gato o su manuscrito. Él respondió: «Me llevaría las llamas». Yo haría lo mismo.
Lo que me gusta de Quirke y Hackett es que son totalmente corrientes
En estos tiempos de crisis económica, ¿qué futuro nos espera?
Un futuro muy difícil, pero no imposible. Los seres humanos son extraordinariamente resistentes, y parece que estamos afrontado la actual catástrofe con valor, determinación y humor.
La BBC está adaptando la serie de Quirke a la pequeña pantalla. ¿El Quirke televisivo se ha independizado de Benjamin Black?
La BBC está rodando tres episodios de noventa minutos basados en los tres primeros libros de Black. No he escrito los guiones y no he estado en los platós, así que aguardo el resultado con gran interés pero con ignorancia casi total.
Los herederos de Chandler le han encargado que escriba una novela protagonizada por Philip Marlowe. ¿Le asustan las comparaciones?
No me cabe la menor duda de que los admiradores de Chandler están en estos momentos engrasando sus Smith & Wessons del 38 y preparándose para destrozarme a tiros. Sin embargo, creo que a lo mejor les sorprende el respeto que he mostrado hacia Chandler y la fidelidad con la que he intentado emularle.
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