arte
Lawrence Weiner hace doblete en Barcelona junto al MACBA y la Fundación ArtAids
Un encargo de la Fundación ArtAids y una antológica sobre sus dibujos en el MACBA devuelven a Barcelona a Lawrence Weiner, uno de los artistas conceptuales más emblemáticos
Lawrence Weiner hace doblete en Barcelona junto al MACBA y la Fundación ArtAids
«Somos barcos en el mar, no patos en un estanque». En Barcelona, frente al mercado de Santa Caterina, remozado en su día por Miralles y Tagliabue , como si de una embarcación varada se tratase, se alza, íntima, una nueva escultura del padre de ... esta cita. «Para siempre y un día», se titula. Lawrence Weiner: el autor conceptual («El artista puede construir la obra. La obra puede ser fabricada. La obra no tiene por qué ser construida»); el escultor que esculpe palabras; el filósofo que se expresa con aforismos; el que retuerce los idiomas. Se volvió a plantar en Barcelona (la avenida Mistral fue allí el primer escenario de una de sus intervenciones públicas, gracias al programa desarrollado en los noventa por Glòria Moure ).
«Cuando compartes no estás solo»
Un nuevo encargo lo trae ahora (en esta ocasión, de la Fundación ArtAids , entidad sin ánimo de lucro que invita a los artistas a producir obras para involucrarse en la concienciación de una enfermedad como el sida y la lucha contra la estigmatización de sus afectados. «Cuando compartes no estás solo» es su lema, que bien podría ser una frase de nuestro protagonista).
Entonces Weiner pregunta por los espacios más «vivos» de la ciudad. Y le responden que los mercados, y en uno de los más populares decide elevar este monumento, que después viajar á a Vigo y Oviedo. «No es una escultura –explica–. Eso significaría haber sido pretencioso. La escultura es arrogante». Por eso ha optado por un banco (materializado por el estudio Eskubi-Turró de arquitectura), un ámbito que invita al reposo, a la contemplación. Una superficie ovalada de material reciclado (petición expresa del americano), sobre la que se eleva un monolito triangular que exhibe serigrafiada en tres lenguas la frase que le da título.
Frente al escultor racional, los dibujos de Weiner muestran a la persona
Visibilizar lo invisible
Un pequeño barco para nada a la deriva. Precisamente, Weiner, que cuando reside en Ámsterdan lo hace en un bote, y que en sus inicios fue marino mercante, pone el acento en la inclusión («No hay motivo para la discriminación, nunca»). Y en un ámbito tan ajetreado como el de un mercado (pero tan inserto a su vez en la vida cotidiana), nos seduce, y visibiliza una cuestión como la del sida («algo que se ha hecho invisible gracias a los avances médicos, pero sobre lo que no se puede bajar la guardia», apostilla Han Nefkens, alma máter de ArtAids, con la que Weiner ya había colaborado en 2004), justo en el treinta aniversario del descubrimiento del virus y en el año en el que la Ciudad Condal acogerá en octubre un congreso mundial sobre su vacuna. Un barco, pensábamos al principio; una enorme brújula en medio de la marea social; una aguja a dos metros de altura por cuyo ojo pasan a diario miles de conversaciones que se hilvanan en las lenguas más dispares («Hay mucho espacio para bailar en la cabeza de un alfiler», sentencia).
No muy lejos de allí, el MACBA , que desde 2009 cuenta en su atrio con una de sus obras en las que las palabras se convierten en material escultórico (los colores, las versales, los tamaños fomentan asociaciones específicas con los contenidos expresados en cada uno de nosotros), alberga otra joya: la reunión de cerca de 300 de sus dibujos, elaborados en los últimos 50 años. Una labor que su autor se afanó por ocultar hasta hoy, pero que frente al escultor racional muestran a la persona, al espíritu libre, al apresador de ideas mediante trazos rápidos.
Llegar a buen puerto
De nuevo, la idea de navegación organiza unos conjuntos que inciden en sus series más representativas pero también en los materiales que acotan un dibujo (del «collage» al principio de su trayectoria, a sus cuadernos, sus películas, sus «story-boards»...), y que renuncian a lo cronológico para convertir once de sus signos más repetidos en aglutinadores de historias. Ellos son ahora las brújulas en un ejercicio de autodescubrimiento, en los que las ciudades, el rugby, la pornografía, el poder, los puntos cardinales o la línea del horizonte son guías básicas para llegar a buen puerto.
Y allí volvemos a encontrarnos con óvalos que ya en 1999 luchaban contra triángulos; u obras de 2008 inspiradas en Málaga cuyo lema era «Forever and a day», como en la sólida «vela» del banco de Santa Caterina... «Envejecer resulta extraño», decía Weiner apostado justo allí. Quizás porque la edad da pie a relativizar ideas férreas. A ser más incluyente. A visibilizar lo invisible. Y eso exige generosidad y maestría. Como las que denotan sus dos proyectos.
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