arte
Mitsuo Miura: «No me compensa ser un artista "internacional"»
Mitsuo Miura es un pintor silencioso, de culto. Son contadas sus comparecencias públicas. Una intervanción en el Palacio de Cristal (MNCARS) nos acerca de nuevo a su universo
javier díaz-guardiola
A primera vista, el estudio madrileño de Mitsuo Miura puede parecer el taller de cualquier pintor. Pero hay pequeños detalles que lo singularizan. Como esas decenas de pequeños vasitos en los que el artista ha experimentado con el color (una de sus constantes) y que ... dan lugar a un improvisado mosaico de particulares teselas desplegado sobre una mesa. O una gran caja llena de pequeños fragmentos de cintas, rigurosamente ordenados por tonos (que alguna vez hemos visto a mayor escala en sus instalaciones, o retratadas en sus lienzos, en los que la geometría manda). O esas construcciones con pequeños palitos, desperdigados en otra mesa, que funcionan como frágiles prototipos de piezas monumentales: «El origen de esos trabajos está en figurillas muy antiguas que hice con mondadientes, un proyecto en el que sigo trabajando», nos confiesa su autor.
Memorias a borbotones
También en el estudio descubrimos dos maquetas –una más grande que otra– del Palacio de Cristal («No uso el ordenador. Las computadoras son más para gente de su generación, pero, para la mía, la memoria funciona de manera diferente. Ustedes le dan a un botón y todo lo archivado sale a la luz. Nosotros somos más de buscar, de rastrear en lo almacenado»). Las dos, junto a una tercera, le han servido para preparar «Memorias imaginadas», el proyecto que lo introduce en ese espacio tan particular de Madrid, en pleno Retiro: «Aunque he trabajado con muchas técnicas, me considero un pintor, y mi propuesta para este entorno no es sino una pintura en el espacio. Aunque no lo parezca, no sé trabajar en 3-D. Por eso esta obra la concibo como pequeñas pinceladas de color sobre una gran escenografía como es el Palacio de Cristal».
Esas pinceladas de las que Miura habla son realmente unos discos de colores dispuestos en este recinto acristalado, elevados del suelo y suspendidos del techo, que, en paralelo, crean un bosque imaginario de columnas: «Toda mi obra nace de reflexionar sobre la memoria y sobre nuestra forma de visualizar. "Memorias imaginadas" (proyecto del que pudimos ver una primera versión en la galería Evelyn Botella en 2011), no es sino la materialización de un ejercicio que llevo años haciendo mentalmente. Cuando iba al Palacio de Cristal como espectador me imaginaba cómo entendía yo ese lugar y la manera como otros artistas lo habían resuelto. El problema es que cada vez que volvía, se me olvidaba lo pensado anteriormente. Las ideas que me devolvía mi cabeza eran contradictorias, absurdas o extravagantes. Ahora me he propuesto generar un contenedor para todas esas memorias».
«España fue un desafío. Su carácter desenfadado es un lujo para cualquier japonés»
A la espera de sus recuerdos
Entre disco y disco, queda pues un espacio invisible dispuesto a llenarse con la experiencia del espectador: «Esta es una obra invisible. Más que crear una pieza, lo que hago es colocar objetos, disponer artefactos en la sala, de forma que se active tu capacidad para ver. Por eso, con este trabajo me considero más un mediador. El Palacio de Cristal nunca está vacío. Incide el entorno natural que lo rodea. En el fondo, yo propongo una escenografía dentro de otra, que da pie a una participación».
Los colores de estos tondos –de diferentes tamaños y situados a diferentes alturas– parecen desvaídos: «Su uso es aleatorio, porque así funciona la memoria. Y su tonalidad es un guiño a nuestra manera de recordar. Cuando lo hacemos, muchas veces fantaseamos. Ese ejercicio de invención me encanta. Se me acusa muchas veces de usar colores puros. También de que mi pintura es “optimista”. ¡Claro que tengo problemas! ¡Como todo el mundo! Pero procuro que no se filtren en el trabajo. Prefiero darte motivos para ser positivo. Quizás eso forma parte de mi formación nipona».
Nacido en Japón, sí, pero con más de 40 años de trayectoria en España. Esos orígenes son los que le relacionan con un gusto por la belleza, por las formas puras, por el carácter íntimo de las piezas. Sin embargo, después de cuatro décadas, su trabajo ha de tener ya una veta hispana. ¿Cuál?: «España fue un desafío. Su carácter desenfadado es un lujo para un japonés. Es otro tipo de libertad, de ser aventurero, de retar lo establecido. Todo se perdona. Yo estaba acostubrado a la idea de colectividad. Aquí el capricho funciona y además se perdona. Todo eso influye en lo que hago, sin duda».
Un francotirador
Mitsuo Miura es un artista silencioso. Un desconocido para el gran público, pero, sin embargo, de culto para los entendidos. Está representado en las grandes colecciones (como la de Helga de Alvear , con la que trabajó quince años): «Se habla mucho de la escasa visibilidad de los artistas españoles. Hay francotiradores. No son internacionales, pero trabajan bien y se pueden comparar con sus coetáneos extranjeros. Para mí lo importante no es que estén en el mercado, sino que existan. Yo no soy ambicioso. Mi ambición es tener tiempo para mí. A mí no me compensa ser “internacional”. Tengo muchos amigos que han entrado en este juego y a los que no dejo de oír: “Tenía que haber hecho...”. No tuvieron tiempo. Yo prefiero renovar mi creatividad. Si te implicas comercialmente, no hay tregua para eso».
Mitsuo Miura es también un artista modesto: «Entrar en el Museo Reina Sofía es una experiencia única, una aventura. Me he dado cuenta de que, aunque he usado todas las técnicas, soy pintor; de que esta pieza tiene fallos a los que he de dar solución. Muchas de estas cuestiones me las llevaré a otros lienzos, pero soy muy lento asimilando los cambios. Lo que sí me gustaría en un futuro no muy lejano es actuar como un observador, no como un ser pensante». ¿Logrará cumplirlo? Ese puede que sea ya uno uno de los deseos depositados ahora en Palacio de Cristal, con el que no ha querido competir. El artista nos cede el testigo.
«Ante todo me considero pintor. Lo del Retiro es una intervención pictórica en el espacio»
Mitsuo Miura: «No me compensa ser un artista "internacional"»
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