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La mirada de Naomi Kawase como antídoto del ciclón Mad Max

Matteo Garrone presenta a competición «Tale of Tales», su adaptación fantástica de los cuentos de Giambattista Basile

La mirada de Naomi Kawase como antídoto del ciclón Mad Max  REUTERS 

oti rodríguez marchante

En el apartado «cosas que hacer en un día del Festival de Cannes » hay que tener previsto algo como ver a las ocho y media de la mañana una película como «Mad Max: Furia en la carretera» , que viene a ser durante dos horas como el último minuto de una final reñida de la NBA. Y hay que tener previsto también que nada más salir hecho mixtos y despeinado del torbellino creado por el australiano George Miller, le puede esperar a uno una película de Naomi Kawase como «An», que abría la sección «Un Certain Regard», y en la que el menor sentimiento de sus personajes se escucha como un crujido. Y la gran pregunta es: ¿Qué desayuna uno para aguantar el cine de una mañana como la de ayer…, un estofado de rabo de toro para «Mad Max» o un té de lilas y arándanos para la conmovedora historia de Kawase?

Curiosamente, al Festival de Cannes casi se le adelanta el estreno de «Mad Max: Furia en la carretera» en las salas españolas, pues hoy mismo está ya a disposición del público y es portada de la zona de estrenos del fin de semana, por lo que se improvisa aquí un «spin off» y se deriva el texto que hace referencia a la película a una crítica en su lugar correspondiente de los estrenos. Tal vez, sí deba aliñar esta crónica el hecho de que durante su proyección se escucharon estruendosos aplausos hasta en tres ocasiones, provocados sin duda por el terremoto de la imparable acción o por el estofado del desayuno.

Lección de vida

Lo milagroso del cine es que puede llamarse así a «Mad Max» y también a una película como la de Naomi Kawase , que trata del amor con el que una viejecita hace la mermelada de frijoles, y la lección de vida y obra que transmite a un sencillo vendedor de tortitas (o pancakes) que las ha rellenado siempre con mermelada industrial. El cine de Kawase tiene una mirada especial a su alrededor (su anterior película, «Aguas tranquilas» , es una obra maestra) y aquí se deposita esencialmente en tres personajes, el de esa anciana que le habla a las bayas y escucha lo que le dice el vapor de lo que cocina; el hombre solitario que entiende en toda su grandeza lo que significa que algo o alguien «esté hecho de buena pasta», y una jovencita primaveral como el barullo de cerezos en flor que los rodean. No es difícil plantarse ante esta película y decir: «Vale, bueno, ¿y qué?», pero es más fácil entregarse a las dulzuras y aromas de la receta de Kawase.

Y el apartado a competición lo cubrió Matteo Garrone con «Tale of Tales», un envasado en película de la popular obra de Giambattista Basile «Lo Cunto de li Cunti», escrita hace cuatrocientos años en lengua napolitana. En la pantalla se oye en inglés, y consiste en un zumo de fantasías y moralejas concentrado en tres historias, las de tres reyes y sus obsesiones, que proporcionan una fábula enormemente visual y perversa, llena de ogros, monstruos, brujas y espectacularidad. La protagonizan Salma Hayek, Vincent Cassel, Toby Jones, John C. Reilly y esos siniestros gemelos llamados Cristian y Jonah Lees. Sorprende que un director como Garrone, tan cosido a la realidad en películas como «Gomorra» o «Reality», entre a reconstruir el universo de alucinación de Giambattista Basile, aunque, bien mirado, en el fondo encuentra el modo de hablar de asuntos muy de hoy, o de mañana, como la obsesion por la belleza, la juventud, el bisturí, el conflicto generacional o el abuso de poder.

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