¿Por qué el humor de «Ocho apellidos vascos» ha triunfado en España?

La cinta derrota clichés y firma el mejor estreno del año en el fin de semana, con éxito mayúsculo en el País Vasco

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itziar reyero

El cine español ha vuelto a romper moldes. Y en el caso de la nueva comedia de Emilio Martínez-Lázaro, «Ocho apellidos vascos» , no solo ha pulverizado las cifras de taquilla en su primer fin de semana con una súper recaudación de 2,8 millones de euros ... , el 40 por ciento de la cosecha total, colándose en el top 15 mundial. Sino que también ha derribado unos cuantos muros de intransigencia ideológica y prejuicios del nacionalismo de boina enroscada, sea uno de donde sea, con el humor como única arma.

El filme protagonizado por Dani Rovira (Rafa) y Clara Lago (Amaia) se ríe sin conmiseración del choque de tópicos entre norte y sur , entre vascos y andaluces, entre unos y otros unos. Es la historia de un amor de «herriko taberna» entre un sevillano del Betis y una «abertzale» cuya familia se empeña en hacerle la prueba de «vasquidad» al chaval. A saber: retahíla de apellidos vascos, hablar euskera, ir de manifestación… Él acaba entregado al grito de «Gora Euskadi manque pierda», porque «tiene un color especial». Para incredulidad de sus amigos «españolazos», andaluces de pura cepa, rebujito y gomina, que nunca pasaron de Despeñaperros.

Récord en Baracaldo

La cinta de Telecinco Cinema ha revolucionado las salas entre ataques de risa y altas dosis de naturalidad. También en Bilbao y, especialmente en Baracaldo (Vizcaya), donde hizo récord de taquilla en toda España y colgó el cartel de no hay billetes. En total, en su primer fin de semana los 320 cines españoles recaudaron una media de 7.075 euros por pantalla, según datos de Rentrak, convirtiéndose en el mejor estreno de una producción nacional desde «Lo Imposible», de Juan Antonio Bayona, en un 2012 dorado. ¿La razón de tamaña expectación? La nueva comedia de Martínez-Lázaro («El otro lado de la cama») consigue desnudar a los guardianes de las esencias y su necesidad de «enemigo exterior». Por más que el acento «euskaldun» suene algo forzado, la caracterización cede el paso a la caricaturización en una cinta que contribuye a desmitificar a través del humor la cerrazón social que, entre otros males, alimentó la violencia terrorista durante décadas en Euskadi.

Lo cierto es que «Ocho apellidos vascos» es el último soplo de aire fresco en un proceso de oxigenación general de la sociedad vasca que se sacude el miedo pasado y se siente por fin en libertad para parodiar a los etarras, que vienen de escenificar su supuesto desarme. Un gesto que fue «viralizado», bufoneándose las redes sociales de lo absurdo del «making off» del vídeo emitido en la BBC el pasado mes de febrero, con múltiples montajes sobre lo patético de su extinción.

Fase de descomprensión

«Estamos en una fase de descompresión. La sociedad vasca ha estado terriblemente autorreprimida y acomplejada. Durante décadas, no hemos podido hablar con libertad pero ahora la amenaza ha dejado de existir y el humor es la forma más eficaz contra la represión», asegura Andoni Unzalu, alto cargo del Gobierno vasco de Patxi López y analista político, que parodió en frío el simulacro de desarme etarra con un artículo publicado en «El Correo» al día siguiente del «show» de los verificadores de ETA en Bilbao.

También el sociólogo y lingüista Pello Salaburu, exrector de la Universidad del País Vasco (UPV), conviene en que el uso del humor es fundamental para sacudirse los miedos pasados. «Es lo peor que les puede pasar a los totalitarios. Para el resto, es muy sano», afirma. Sobre la resistencia de quienes se resisten a respirar nuevos aires y se aferran a la «idiosincrasia» nacionalista, sin admitir bromas, Salaburu estima que «es su problema». «Hay que aprender a reírse de uno mismo».

Gags tronchantes

El guión de «Ocho apellidos vascos» , obra del donostiarra Borja Cobeaga, es un campo minado de «gags» tronchantes sobre los estereotipos más asumidos, en una línea similar a la que el popular programa de humor de ETB «Vaya Semanita» inició en 2003. Uno de sus actores , Gorka Otxoa, resalta que el humor, «si está hecho con buen gusto, sin ser panfleto ni editorializar, es una herramienta liberadora de emociones» y tiene «cierta función terapéutica». El protagonista de «Pagafantas» -también obra de Cobeaga, quien prepara ahora una comedia sobre «las negociaciones de paz» de Jesús Eguiguren (PSOE) con ETA en 2006 y 2007- cree que el público vasco tiene buen encaje. «Con «Vaya Semanita» se vio que los vascos somos capaces de reírnos de nosotros mismos, de nuestros problemas: sean serios o no, como la política o la dificultad de ligar».

También para el escritor y director del festival literario La Risa de Bilbao, Juan Bas, el humor es siempre un buen vehículo. «Para ir por el mundo, relativizarlo todo y hacer sátira y crítica de cualquier cosa. Respecto a terrorismos y dictaduras, es un arma eficaz contra la barbarie. Cuando te ríes del terrorista es que el ogro ha dejado de dar miedo y está acabado», apunta.

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