Julie Delpy: «Los directores que adoro no me ofrecen papeles»

Esta directora, actriz y guionista estrena este viernes en España «Dos días en Nueva York» , la secuela de «Dos días en París», y en ella cumple esas tres funciones. «Quería explorar otra parte de la vida de Marion, su incapacidad de retener a la gente con la que sale, siempre buscando el amor. Pero obviamente es una comedia, así que no lo trato de una forma muy oscura», explica. En este caso, su pareja en la ficción es el actor Chris Rock, que tiene que soportar la visita de toda su familia política desde Francia. «Le mandé el guión a Chris y me dijo: “Vale, pero el padre... ¡No habla una palabra de inglés! Eso no es realista”. Entonces conoció a mi padre (su padre real y su padre en la película son el mismo hombre, Albert Delpy) y reconoció que la realidad es así».

Se siente muy cómoda dirigiendo y escribiendo sus historias: «Mi estilo resulta muy natural. Creo que es porque soy actriz y tiendo a actuar mientras escribo. No te gustaría estar allí, da mucho miedo. ¡Interpreto a todos los personajes!». Y sin embargo, su pasión es actuar. «Me encantaría trabajar con directores a los que adoro, ¡pero no me ofrecen papeles! No sé por qué, a lo mejor no les inspiro. Es así, no se acaba el mundo. No soy una actriz deprimida que busca trabajo», reconoce entre carcajadas. «La verdad es que a veces me han ofrecido trabajos con gente con la que podría haber trabajado, pero los rechacé por otras razones, como tener que hacer una escena de sexo real. Siempre ha habido un límite para lo que quiero hacer como actriz».

La actriz charla con ABC en el Festival de Berlín, donde acaba de cosechar un gran éxito con «Después de la medianoche» , la tercera parte de la saga que protagoniza con Ethan Hawke. ¿Por qué seguir dando vida a una historia que comenzó en 1995? «Estoy un poco obsesionada con el paso del tiempo, me preocupa que las cosas terminen. El 90 por ciento de las veces dejaría sin leer las dos últimas páginas de los libros. Mucha gente se sentiría muy frustrada por no conocer el final, pero a mí me gusta. Quizá sea una nueva forma de neurosis. Odio los finales, y esto me trae grandes problemas en mi vida... así que no es necesariamente algo bueno, ¡es una neurosis! Soy muy neurótica...», reconoce con una franca sonrisa.