Si Dalí tuvo a Gala, Quentin tiene a Uma. Es su debilidad, su amor platónico, su fetiche obsesivo, su objeto de deseo. Oscuro, mayormente, al menos en Pulp Fiction (1994), donde la peinó de faraona pin-up y la lanzó a una pista de baile ... a menear sus divinos huesos con el fondón Tony Manero. Pura fascinación neo-noir.
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