Chimo Bayo: «Lo más bonito no es ser millonario, es ser feliz»
El verano que di el pelotazo
En 1991 empezó a partir y repartir el 'bakalao' en la ruta y ahora, a sus 61 años, no para de pinchar cada fin de semana
«La ruta del bakalao fue del pueblo y más importante que la movida, que era para una élite»
Dice Chimo Bayo que hablar hoy de la ruta del bakalao es como invocar «un recuerdo neorrealista con unos toques poéticos porque entonces no existían los móviles». Y, sin embargo, si uno se asoma a sus ojos, si le mira fijamente, casi ... puede ver y hasta escuchar a lo lejos una discoteca entera coreando su «Así me gusta a mí». No es sólo porque él -como parte de su generación- tenga grabado en la retina el recuerdo del tema y del verano que cambió su vida hace justo 32 años, sino porque Chimo Bayo lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto, muchas veces, a pinchar frente a miles de personas con su característico micro de diadema inalámbrico -«entonces era muy innovador», dice- y lo sigue haciendo. Este verano, explica, no tiene ni un fin de semana libre.
Han pasado tres décadas de aquel boom del 91, el mítico DJ tiene 61 años y una energía que, asegura, no le deja parar. Chimo Bayo, el gran pinchadiscos del techno en los 90, el hombre que cortaba el 'bakalao', es también presentador y actor. Su característico 'hu-ha' de la canción que lo subió a la ola da nombre a un vino y hay más proyectos en camino. Se lleva algo entre manos pero no puede, deja caer, metiéndole emoción e intriga al asunto, contarnos aún. ¿Jubilarse? Eso serán otros: «Yo, como dice esa leyenda de Molière, me quiero morir sobre el escenario». Acaba de sacar tema y el título corrobora sus palabras: 'No paro ni un instante', se llama. El 1 de agosto llega nueva canción. Habla de sí mismo. «Muchos me vieron como comandante del sonido nacido en el Levante…», dice la letra.
Pero para entender quién es Chimo Bayo hoy y cómo sigue defendiendo su corona del rey del bakalao bastan los primeros 10 minutos con él. A continuación, los hechos tal y como sucedieron:
Valencia, kilómetro cero del bakalao, julio de 2023. Chimo Bayo le ha reservado el día a ABC para hablar de aquel verano del 91, el que le llevó al estrellato, de España a Japón. Luego hablaremos del país del sol naciente, pero antes, para las fotos, hemos elegido el cartel de un restaurante que parece estar ahí por él: 'El rey del bacalao', reza. Cuelga en el exterior de la Casa Gallega que regentan dos cuñados de Braganza que no han perdido ni un ápice de su acento portugués. El restaurante, en una amplia avenida de la capital del Turia, abrió sus puertas hace un año. Toda su cocina está especializada en este pescado y aunque no pueden mostrarse más amables con la idea de que hoy utilicemos su restaurante como set fotográfico parecen no entender nada.
Reconocido en la calle
La cosa no mejora cuando les decimos que este tipo que nos acompaña, con gafas oscuras y pantalón militar, es el verdadero rey del bacalao. «Nao, nao, o rei do bacalhau sou yo», replica, más que serio, Marcilio Pires do Nascimento, uno de los socios del restaurante. Y Chimo Bayo le contesta lo mismo. Se miran, se señalan con el dedo. De sobra sabemos que el asunto no va a llegar a más, pero no es el mejor ambiente para enredar con focos, flashes y cámaras dentro del restaurante. Intercede un cliente desde la barra. Ha visto la escena desde el principio. Se presenta como fan incondicional del DJ. Tras un repaso de las sesiones y las discotecas en las que recuerda haber visto a Chimo en directo y mientras hacemos las fotos en el exterior, móvil en mano, convence a Marcilio de que estamos hablando de otro bacalao.
Y sin embargo, uno, el musical, se llama así por el otro, el pescado. Primero para referirse a los discos que venían del extranjero, allá por los 80. «Mira qué bacalao tengo», decían quienes habían salido de compras fuera de España. A la vez, algunos DJ calificaban como «bacalao de Bilbao» los temas que consideraban buenos.
Con la relación música-pescado aclarada, y con Chimo Bayo como anfitrión, lo de hoy es una especie de ruta del bacalao alternativa por Valencia. Diurna y gastronómica, en este caso. Porque del restaurante de los hermanos de Braganza, que finalmente han quedado encantados con Chimo, seguimos para un vasco. Aparcamos cerca de Colón. Al poner el ticket de la ORA, la joven que está a nuestro lado en la máquina reconoce al DJ, como harán después los agentes de movilidad que vigilan la zona azul.
Llegamos a Leixuri, un restaurante vasco en el que sabemos que ponen un bacalao al pil pil muy top, aunque pediremos lubina. Nada más entrar, el camarero se dirige a Chimo: «¡Pero si tú me colabas en tu discoteca cuando yo salía de marcha!». Cualquiera diría que han pasado más de 30 años. Antes de irnos, el histórico DJ le regalará un gorra. Otra para Arantxa, la dueña. Entre medias, es decir, entre el pescado del bueno, como aquellos temas que tanto apreciaban los DJ de la época, Chimo nos lleva de vuelta a 1991.
A ratos bromea con que no recuerda nada o con que lo recuerda todo. Lo cierto es que de su relato se extraen momentos muy nítidos: «Nadie quería sacar aquella canción, hasta que encontré a una persona…». Así comienza la historia de su «Esta sí, esta no», que vio la luz el 14 de julio de 1991 y que se había grabado «unas tres semanas antes, con 5.000 personas en una discoteca».
Pionero y arriesgado
«Yo me consideraba un gran improvisador, pero alguien me dijo que la improvisación no es sino el resultado de mucho trabajo», recuerda hoy. De sí mismo dice Chimo Bayo que es un «terremoto del espectáculo» y ya lo era aquel verano, con 10 años como DJ a sus espaldas. La creatividad le surgía: «A veces tenía una idea, me acercaba a la barra de la discoteca y pedía un papel y me daban papel de fumar», relata de aquellas noches.
Fue así como lio a aquellas 5.000 personas para que le siguieran y así grabar el tema. «Pondré una base de bombo y a cantar», les avisó. El resto es historia. «Una idea fuera de su tiempo», dice él. Por eso, a los jóvenes les recomienda que si tienen un plan o una idea, tiren adelante. «Que confíen en ellos y no hagan ni caso de lo que digan ni los amigos». Seguro que es lo que le aconseja a su hija, ahora también metida en el mundillo. «Me recuerda a mí, es una luchadora, ahora se va a Londres a pinchar y también a Ámsterdam». En ella, y en su novia, se apoya hoy el Chimo actual.
«Tenemos un recuerdo neorrealista de la ruta del bakalao porque no había móviles»
Chimo Bayo vendió en 1991, el año que también sonaban con fuerza REM y Nirvana, y sin que nadie lo esperara, un millón de copias de su tema 'Así me gusta a mí' por todo el mundo. «Fue un despegue excepcional». Alcanzó el número 1 en países como Israel y Japón, un destino que le hizo especial ilusión. «Yo había hecho judo», cuenta. Y motocross de adolescente. Un accidente lo bajó de las motos. Fue como algo profético: «Mi abuela, que era muy religiosa, decía que algo tenía que cambiar porque si no me mataría». Pero ni yudoca ni piloto de competición, lo que Joaquín Bayo Gómez quería ser de pequeño era… millonario. «Yo pensaba que era una profesión». ¿Lo has conseguido? «Lo más bonito no es ser millonario, es ser feliz», contesta el hombre que con 20 años se subió a la cabina de una discoteca y hasta ahora: «Lo pasado, pasado está, pero seguir haciendo esto es un reto, un desafío constante».
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¿Queda alguien como usted de aquella época?, le preguntamos. «No me comparo con nadie de entonces, yo era diferente y en cualquier caso, después de mí, no ha salido ningún Chimo Bayo». Le ofrecemos viajar al 91 y cambiar algo de aquel año: «No, no cambiaría nada», concluye. Con la misma rotundidad y brevedad contesta la última pregunta:
—Chimo Bayo, ¿nos da su opinión sobre el reggaetón?
—No.