Cancelada en Alemania una subasta de objetos de víctimas del Holocausto por la condena de Polonia: «La memoria no está a la venta»

El hecho de que fuesen objeto de compraventa y pudiesen quedar en manos sospechosas estos objetos y documentos, muy preciados tanto para museos y centros de investigación como para instituciones de la memoria judía, que forman parte de una documentación de importancia para la correcta escritura de la historia, llevó a una reacción indignada del presidente de Polonia, Karol Nawrocki.

El ministro polaco de Relaciones Exteriores, Radosław Sikorski, realizó una llamada telefónica a su homólogo alemán, Johann Wadephu, tras la cual «acordamos que tal escándalo debería evitarse», ha informado la diplomacia polaca. La casa de subastas Felzmann ha anunciado a primera hora del lunes que la venta ha sido finalmente cancelada.

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«El presidente de la República de Polonia, Karol Nawrocki, espera que el gobierno polaco exija un retorno, como último recurso para comprar todos los recuerdos de las víctimas de los crímenes alemanes en tierras polacas, y que agregue el costo de esta empresa al proyecto de ley de reparaciones generales», ha dicho el portavoz del presidente en las redes sociales.

Rafał Leśkiewicz ha justificado la reacción de las autoridades polacas recordando que «Alemania causó la Segunda Guerra Mundial y Polonia fue su primera víctima». «La culpa alemana nunca se ha explicado, cuyos efectos sentimos hasta el día de hoy. ¡El presidente exigirá constantemente reparaciones por los crímenes alemanes cometidos en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial!», ha aprovechado la ocasión para insistir en la petición polaca de reparaciones, que Alemania se niega a atender.

La ministra de Cultura y Patrimonio Nacional, Marta Cienkowska, ha escrito, por su parte, en las redes sociales que su departamento «condena las acciones de la Casa de Subastas en Neuss con la mayor firmeza». «No estamos de acuerdo en que la memoria de las víctimas de delitos deba tratarse como una mercancía. No es un objeto de comercio, sino una responsabilidad: moral, histórica y humana. Tales prácticas son profundamente inaceptables», continúa, y apela a los representantes de la casa de subastas por la «decencia y dignidad elementales» a la hora de reubicar los objetos que tenían pensado subastar.

«Los objetos expuestos deben ir a donde pertenecen: a instituciones que traten la memoria de las víctimas de crímenes nazis con respeto y cuidado», ha exigido, tras informar que está en contacto con el embajador de Polonia en Alemania para que «exijamos inequívocamente la devolución de los objetos correspondientes a Polonia porque la memoria no está a la venta, y nunca lo estará».

El caso ha reabierto un debate, tanto en Polonia como en Alemania, sobre la legitimidad del comercio de este tipo de objetos en el mercado de antigüedades y dónde pueden estar situados de forma legítima los límites éticos de este tipo de mercado. En los mercados callejeros de antigüedades de Berlín pueden encontrarse con relativa facilidad medallas de condecoración del ejército de Hitler o partes de uniformes y fuera de Alemania se compran ejemplares de 'Mein Kampf' que evitan la prohibición de la apología del nazismo vigente en territorio alemán.

El Comité Internacional de Auschwitz, integrado por supervivientes y apoyado por historiadores, sugiere que todo lo relativo a la historia de las víctimas debe ser preservado por las instituciones sometidas a escrutinio democrático y califica el proyecto de la subasta como «cínico y desvergonzado» porque «comercializa» el dolor de las víctimas. «Cualquier explotación de la historia y el sufrimiento de los perseguidos por los nazis con fines comerciales debe ser impedido», concluye.

Su equipo de historiadores insiste en que muy concretamente la venta de cartas de prisioneros y documentos de la Gestapo descontextualiza y trivializa testimonios que deberían conservarse en archivos o museos, por tratarse de fuentes primarias de investigación histórica. Su dispersión en manos privadas dificulta el acceso académico y la preservación de la memoria colectiva, subrayan.

Para el diputado polaco Marek Sawicki, el agravio va más allá. «Esto es una continuación del blanqueamiento alemán y la disminución de su papel criminal durante la Segunda Guerra Mundial», ha dicho. «Comerciar con documentos y recuerdos de las víctimas de un propio delito es simplemente inhumano».