Benny Hill y los chistes verdes

Esto no me hace gracia: Un viaje por nuestros humores

En un mundo que pierde el sentido del humor, nada mejor que recorrer sus límites, fronteras que hay que conocer

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Benny Hill, disfrazado y flanqueado por dos mujeres ABC

La noche del 4 de agosto de 1992 unos ladrones profanaron la tumba del cómico inglés Benny Hill (1924-abril de 1992) en el cementerio de Hollybrook (Southampton). El rumor que los incitó, afianzado por la vida monástica de Hill: había ordenado ser enterrado ... con sus oros y sus joyas. Ahí el gag final de un hombre que sólo sabía hacer reír de una forma: la comedia audiovisual clásica, los sketches casi mudos con un poco de salsa picante casposa y británica. Esa salsa curtida en el music hall inglés que se aturulla de una sexualidad fuera de las nomenclaturas: disfraces bizarros, escotes coloridos y, más común, hombres feos con mujeres guapas.

Benny controlaba su show y se hizo tremendamente rico gracias a su talento. Sencillez, sorpresa, fisicidad y obsesión por los detalles. Insuperable. Sus fans se multiplicaron en todo el mundo. Entre ellos, el escritor Anthony Burgess: le consideraba un genio. O, aún más emocionante para Hill, Chaplin. Después de morir Charlot, Hill fue invitado a su casa de Suiza y en una repisa descubrió vídeos de su 'Benny Hill Show'. La tradición continuaba y el maestro le daba paso.

Sin duda: vistos hoy, sus gags eran misóginos y homófobos. No pasa nada, sobreviviremos -salvo los victimistas de siempre- porque somos adultos y eran geniales. El problema: Benny no consiguió sobrevivirse a sí mismo. Durante los ochenta y principios de los noventa la masa joven le etiquetó como cómico verde, viejuno y a su programa de televisión lo fulminaron de la BBC. Murió en el sillón de su apartamento de siempre, viendo la tele. Nadie le echó de menos: no encontraron su cadáver hasta dos días después. Quizá esperaba poner uno de sus míticos caretos a aquellos profanadores de tumbas que buscaban oro y sólo se encontraron una gran broma final.

Su mejor sketch

Suena el mítico 'Yakety sax' de Boots Randolph: Benny Hill is in the building. Y ahí comienza el sketch del pozo ('Ye olde wishing well', de 1969). Un juego de equívocos que implican a un pozo de los deseos, una pareja de viejos, una chica en paños menores y un chico en ídem. Magistral. Historia del humor.

Los chistes verdes

Para definir lo que es un chiste verde debemos comenzar por la base: ¿qué es un chiste? Resumen: una propuesta lingüística con sorpresa final. Analicemos el clásico «vandosysecayóeldelmedio». Como explica el dibujante Darío Adanti, «van dos», planteamiento. «Se cayó», nudo. «El del medio», desenlace, es decir, sorpresa final. El chiste como pellizco a la inteligencia pero el chiste también como demostración de cohesión grupal. Si pillas mi chiste, eres de los míos. Si no: vete fuera, amargado. Y, desgraciadamente, el chiste anda en periodo de extinción: se lo comieron los memes. Mucho más sencillos -el emisor no tiene que ejecutar ninguna interpretación- y mucho más individualistas -te los mando de móvil a móvil al estilo de comida rápida-.

Y nos queda el verde de «chiste verde». El verde de «viejo verde», también. El color de cuando los chistes se vuelven prohibidos con respecto al sexo. No se debe confundir con los chistes referidos a lo escatológico, marrones, o a lo mortuorio, negros. Verdes cuando incluyen lefa, sudor, coños, penes, tetas, culos, penetración,... y no te puedes reír del todo, no se vayan a enterar tus mayores. El chiste verde es todo aquello que se celebra en el chiste norteamericano clásico de 'Los aristócratas'. Búsquenlo.

Sinónimos sexuales

Ya lo cantaba Leonardo Dantés: tiene nombres mil, el miembro viril. No es gratuito: se necesitan subterfugios para nombrar lo prohibido, lo sexual. Y aquí recopilamos varios ejemplos. Usenlos, por favor. Y si quieren saber más, lean el 'Diccionario secreto' de Camilo José Cela.

Vagina (nótese la abundancia de la «ch»): coño, concha, chocho, panocha, chichi, conejo, chucha, chalumba.

Pene: cipote, minga, rabo, pichula -gracias, Vargas Llosa-, pilila, colita, carajo, plátano, verga, minga.

Coito: follar, meter el tren en la estación, encalomar, empomar, usar el lápiz en el tajalapiz, coger, bombear, aparcarse en el hueco.

Un chiste verde

Un emperador romano está follando con su mujer mientras su esclavo negro le abanica. La mujer, rígida como un témpano, no demuestra ni placer, ni nada. «Abanica más fuerte, negro», ordena el emperador. Y el negro venga que dale al abanico. Y la mujer, nada de nada. «Que abaniques más fuerte, negro», repite el emperador mientras bombea. La frecuencia de abanicado aumenta pero ni una señal de placer en ella. El emperador se harta: «¡Mecagunmivida!», dice en perfecto castellano del siglo III a.C, «dame el abanico y ponte tú aquí, que te voy a enseñar a abanicar, negro». El emperador y el desdichado se intercambian los papeles. En el momento en que el negro monta a la emperatriz, ella gime, descosida. El emperador les abanica ya y, ante el éxtasis de su mujer, exclama: «¡Ves, negro, cómo se abanica!».

Análisis de este chiste verde, por Cristina Leipzig, psicoanalista

Podemos comprobar la pulsión inconsciente del emperador por yacer con su esclavo negro, cosa que consigue de forma interpuesta a través de la psique de su mujer. Quitando los tintes racistas y machistas del texto, muy presentes en el humor popular, la descarga del subconsciente del que lo cuenta es tal que podemos considerar que también quiere yacer con el esclavo negro. De hecho, si usted ha leído este chiste y le ha hecho gracia, búsquese un esclavo negro que le abanique.

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Sobre el autor Edu Galán

Colaborador de ABC.

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