«Basta con los estigmas»: ¿merece el videojuego ser considerado arte como la música o el cine?
El Museo Thyssen ha organizado una mesa redonda en la que se ha debatido sobre la consideración que merece esta industria cultural
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Madrid
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Iniciar sesiónY, de repente, 'The Legend of Zelda: Breath of the Wild'. Es difícil, muy difícil, encontrar un videojuego que haya dejado una huella tan profunda en los jugadores y la industria como la, todavía, última entrega de la popular saga de Nintendo. Su ... enorme mundo abierto, rebosante de vida. Su música evocadora. La libertad total que da al usuario desde el primer minuto para que viva su propia aventura, para que sea el héroe de su historia. Todo junto ha permitido que, para muchos, merezca la consideración de mejor juego de la historia. Luego, para gustos colores. Lo que prácticamente nadie que lo haya explorado niega es su condición de obra de arte casi incontestable.
Con la cercana llegada a los estantes de las tiendas de su continuación, 'The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom', el Museo Thyssen de Madrid, en colaboración con el Museo del Videojuego de Málaga, ha organizado este jueves 27 de abril una mesa redonda en la que representantes de diversas artes -el escritor Juan Gómez Jurado, la dibujante Ana Oncina, el educador de museos Rufino Ferreras y la desarrolladora y presidenta de la patronal española del videojuego, DEV, Valeria Castro- han debatido sobre la situación del videojuego respecto a otras disciplinas culturales. En concreto sobre si, a estas alturas, 70 años después de que dos personas, por primera vez, jugasen al tres en raya delante de una pantalla, se ha ganado la consideración de décimo arte. Todos han estado completamente de acuerdo: Sí. Aunque, al final, es la sociedad la que debe dictar sentencia.
«Se puede debatir sobre si es arte o no. De lo que no podemos dudar, al menos, es de que el videojuego debe entrar el debate», señaló al inicio del evento Santiago Bustamante, periodista cultural encargado de moderar la mesa redonda.
Todos los participantes coincidieron a la hora de remarcar la condición del videojuego como «un arte de artes«, »una mezcla de esfuerzos« para cuya culminación son necesarios diseñadores, músicos o arquitectos. No se trata de un trabajo pensado para que sea desarrollado por una única persona. En la mayoría de los casos, para que la obra llegue a buen puerto, hace falta contar con perfiles de todo tipo durante la creación.
También se puso en valor la capacidad del videojuego para transmitir sensaciones muy intensas en la persona que sostiene el mando; en ocasiones, más fuertes de lo que puede conseguir, por ejemplo, una película o una serie de televisión. Posiblemente, el mejor ejemplo lo encontramos en 'The Last of Us', título de PlayStation que recientemente fue adaptado con gran éxito a la pequeña pantalla por HBO. Como señaló Oncina «la serie es muy parecida al videojuego. Pero no es lo mismo ver a un personaje que no eres tú hacer cosas horribles que ser tú quien controla al personaje y hacer esas cosas horribles. No tienes elección. Y duele más».
«Basta de estigmas»
En España, el videojuego es reconocido de forma oficial como una industria cultural desde 2009, a la misma altura que el cine o la música. Además, cada vez más museos e instituciones muestran interés por contar con obras de este tipo en sus catálogos, como demuestra que el MoMa de Nueva York tenga una colección permanente de videojuegos desde 2012, o que la Biblioteca Nacional, en Madrid, tenga su propio fondo en el que se almacena todo lo que se publica.
A pesar de que sigue abriéndose camino, de forma silenciosa, esta forma de entretenimiento sigue buscando el modo de conseguir el reconocimiento de arte. De dejar de ser considerado como «algo para niños» o de que se lo relacione directamente con la violencia. «Basta ya con los estigmas. Es algo muy caduco. Ya estamos en 2023. Nadie le pregunta a un novelista por qué una persona fue a asesinar a Ronald Reagan con un libro en la mano. Nadie se plantea que por haber leído un libro una persona se convierta en asesina. No caigamos en esas trampas», afirmó a este respecto Gómez Jurado.
El escritor reconoció que, aunque el videojuego en general puede ser considerado como arte, no todos los títulos cumplen con los requisitos para ello. Pero «lo mismo ocurre con muchas películas», que, simplemente, no cuentan con la calidad suficiente o los requisitos necesarios. Y no se trata de una cuestión de presupuesto o de contar con los gráficos más punteros. Ni siquiera de que haya una narrativa como tal.
Como explicó Rufino Ferreras, director del área de Educación del Thyssen, «el videojuego cuenta con géneros, como ocurre con la pintura. No podemos caer en que solo los juegos más ambiciosos e inmersivos sean considerados arte. Hay muchas obras que tienen esa esencia».
Buscando reconocimiento
A pesar de que el videojuego lleva cerca de 15 años siendo reconocida como industria cultural de forma oficial por el Gobierno de España, sigue intentando mejorar su situación y acceder a ayudas, como a un incentivo fiscal que ayude a potenciar el desarrollo y la inversión, que lo equipare realmente con otras artes.
Cuestionada por ABC al final del evento sobre la relación actual entre la Administración y la industria española, Castro, presidenta de la patronal nacional, señaló que siente «más que nunca» «el apoyo» del Ministerio de Cultura, pero que las instituciones siguen sin entender bien el funcionamiento del videojuego y el negocio que hay detrás, que en España mueve el doble de dinero que el cine y la música grabada desde hace años.
«He coincidido con tres ministros de Cultura diferentes en muy pocos años, y ninguno de ellos era jugador. Cada vez que consigues explicarles el potencial de la industria, todo cambia y vuelves a empezar», dijo Castro, que también achaca la falta de comprensión a una cuestión generacional: «Cuando están cerrados a la idea de que el videojuego es algo valioso, no hay manera de hacerles volver atrás. Es más fácil cuando tienen hijos que juegan».
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