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Las barras de bar, refugio y esperanza de los actores que empiezan

Las barras de bar, refugio y esperanza de los actores que empiezan, por Fernando Munoz - ABC.es
por Fernando Muñoz

Para muchos espectadores, el mundo de los actores y actrices es el del glamur de las alfombras rojas y el brillo de las portadas de revista; pero la realidad es mucho más gris. Solo el ocho por ciento de los actores gana más de 12.000 euros al año, y apenas un dos por ciento más de 30.000 euros. Para ese 90 por ciento restante, las barras de bar no son tanto un lugar de encuentro y fiesta como un refugio en el que encontrar un empleo complementario para resistir hasta que llegue ese papel con el que saltar a la fama.

El de «camarero» y la «hostelería» son, detrás de la docencia, el empleo más habitual de los intérpretes en paro, según el último gran estudio de Aisge (la sociedad de gestión de derechos de los artistas). Detrás de las barras han esperado su momento ganadores del Goya como Javier Cámara, Roberto Álamo, Belén Cuesta o Alberto San Juan, y rostros populares como Yon González, Andrés Velencoso, Javier Ambrossi, Leo Harlem o Santi Alverú, entre tantos otros.

Ser actor y estar detrás de la barra es algo muy habitual», dice Alberto San Juan, que puso cervezas antes de estudiar periodismo primero y luego saltar a los escenarios después

«Ser actor y estar detrás de la barra es algo muy habitual», dice Alberto San Juan, que puso cervezas antes de estudiar periodismo primero y luego saltar a los escenarios después. El de camarero se presenta como el trabajo «ideal» para esos jóvenes actores cuya principal tarea es la de sobrevivir entre cásting y cásting por la «flexibilidad» de turnos y la propia estacionalidad y temporalidad de la profesión. Es, nunca mejor dicho, la primera barra a la que agarrarse cuando la carrera está cuesta abajo.

Pero ni el éxito asegura la estabilidad en una profesión con más olas que las que coge un surfero. Roberto Álamo ganó el Goya como mejor actor de reparto en 2014 por La gran familia española y como protagonista de "Que Dios nos perdone" en 2017, pero hace apenas unos meses estaba rehaciendo su curriculum para volver a buscar trabajo en los bares de su barrio. En esas, Rodrigo Sorogoyen le llamó para protagonizar «Antidisturbios» y pudo olvidarse de las bandejas y las bayetas… Al menos durante un tiempo.

Ser camarero te permite observar mucho, porque ahora los actores que hacemos cine o televisión observamos poco», apunta Javier Cámara, que empezó a poner cafés con 16 años

Otras veces, con los codos apoyados en la barra desde dentro, los actores sueñan con un futuro brillante. En una de esas noches de bajón y tristeza, Javier Calvo, que compartía mandil con Belén Cuesta en el madrileño «Válgame Dios», le prometió a su compañera que le escribiría un guion con el que poder demostrar su talento. En lugar de esperar el papel soñado, lo escribieron. Así, Ambrossi escribió, junto con su inseparable Javi Calvo, «La llamada». Y se obró el milagro. Belén Cuesta demostró que sabía hacer reír, llorar y hasta cantar, y se llevó la nominación al Goya años después por la adaptación de la obra de teatro. Mientras, «Los Javis» han hecho historia en la televisión con «La veneno».

Lado romántico

Más allá de los tristes números, las esperanzas a punto de quebrar y las historias de éxito, los bares sirven para que los jóvenes actores sobrevivan y, al tiempo, hasta saquen unos «créditos de libre configuración» en su carrera. «Ser camarero te permite observar mucho, porque ahora los actores que hacemos cine o televisión observamos poco», apunta Javier Cámara, que empezó a poner cafés con 16 años en La Rioja y luego, cuando llegó a Madrid, estuvo atendiendo mesas en la cafetería de la Filmoteca. «Yo soy de pueblo, y cuando mirabas Madrid desde lejos, además de “La movida” veías el Café Gijón y bares donde se compartían cosas y aprendías cosas. Cuando empezabas, querías montar tu cooperativa, tu grupo en común, para que fueras tú el gestor de tus historias porque si te quedas en casa esperando no te va a llamar nadie», recuerda un actor que en los últimos años ha triunfado en Netflix, ha trabajado Paolo Sorrentino y va a estrenar película con Fernando Trueba y Cesc Gay. Alguno de sus papeles los cerró en bares, como en 2005, cuando aún no había demostrado su lado más dramático. Fue en la plaza del Teatro Real, y ahí convenció a Manuel Martín Cuenca de que compartían la misma visión sobre “Malas temporadas”.