fallece el autor de la banda sonora de 'twin peaks'
Badalamenti, maestro de la sinestesia
El compositor neoyorquino deja una obra en la que se sustancian los fantasmas y delirios de David Lynch
Muere Angelo Badalamenti a los 85 años
Angelo Badalamenti, mano derecha de David Lynch
En 'Todo es lounge (mi vida es Lynch)', canción que Astrud firmó como Stardu en la antología 'Lujo y miseria', el dúo catalán confrontaba la tragedia de naturaleza peliculera y la intriga psicológica - «Muertes en la familia,/ polvo en las estanterías,/ cicatrices ... de maquillar,/ un pasado que ocultar»- con la música que practicaba Badalamenti, compositor de cámara de David Lynch, con el que llegó a formar pareja en Thought Gang, dúo que en 2018 se presentó, debut y despedida, con un ejercicio de jazz experimental. Hizo casi de todo el músico neoyorquino, desde colaborar con los Pet Shop Boys en 'Behaviour', quizás el mejor álbum del dúo británico, a facilitar los estados de reposo que Marianne Faithful alcanzó en su madurez, pasando por las canciones que firmó para Julee Cruise, fallecida el pasado junio. Casi todo era Lynch, pero no todo era 'lounge': también trabajó para Anthrax.
La impronta que dejó Badalamenti en el cine de Lynch, y viceversa -hasta impregnar su música, imitada por decenas de autores, de una imaginería imaginaria, valga el contradiós, que generaba en la conciencia del oyente las secuencias del director de cine- obliga a considerar su obra como un personaje más, si no el protagonista absoluto, de las películas del autor de 'Terciopelo azul', pobladas por seres que existen en una dimensión alternativa. Que haya canciones cuyas formas sonoras remiten al submundo visual de Lynch es la obra maestra de Badalamenti, capaz de provocar en el público una sinestesia automática que del oído pasa a la vista. Un mal sueño, con los ojos cerrados y el cerebro saturado de imágenes. Música, maestro. Este prodigio multisensorial se materializa en la etiqueta, ya universal, con que desde hace décadas muchos críticos, por abreviar, identifican cierto tipo de música, lánguida y a veces intrigante: muy Lynch. Ver para oír, o al revés.
Nunca se separó de Lynch el compositor norteamericano. Siempre lo acompañó al ritmo que marcaba y demandaba la narración, incluso en ese paseo por el sur de Estados Unidos, ajeno a los recurrentes terrores internos del cineasta, que es 'The Straight Story', relato cuyo sosiego, también sonoro, viene determinado por el motor de un pequeño tractor. El recorrido cinematográfico de Badalamenti está surcado por los cruces de caminos, a la velocidad de 'The Straight Story' o de 'Lost Highway', pero tiene su hito en la banda sonora, cíclicamente ampliada y revisada, que compuso para 'Twin Peaks'. Solo al autor de 'Wicked Game' se le podía ocurrir algo tan siniestro como instalar en la sintonía de la serie de Laura Palmer un compás extraído del 'Non ho l'età' que Mario Panzieri compuso para Gigliola Cinquetti. Muy Lynch, muy 'lounge'. Terrible, hermoso.