Una autopista amenaza a las míticas discotecas de Berlín, ya en declive

Las obras de ampliación de la A100 pondrán fin a las actuales ubicaciones de locales que en los noventa convirtieron la ciudad alemana en la capital de la música techno

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Interior del club Berghain ABC

Todo tiene su momento. Los míticos locales que en los noventa elevaron a Berlín a la categoría de capital global de la música techno, hoy están de capa caída. Sus más populares figuras diversifican su actividad profesional en busca de nuevos horizontes.

Dimitri Hegemann, legendario ... fundador de Tresor en 1991, en la Leipzigerstrasse, lleva ahora una agencia de consultoría, Happy Locals, que oferta modestas actividades culturales a la Alemania vacía para intentar, así, fijar población en áreas rurales. Sven Marquardt, el requetetatuado portero de Berghain que tras mirarte de arriba a abajo sentenciaba si tu apariencia era lo suficientemente irreverente como para acceder al templo nocturno, se ha metido a fotógrafo de moda con la marca holandesa de denim G-Star RAW.

No se trata simplemente de una cuestión de edad, que también. La decadencia de la escena nocturna berlinesa tiene que ver más bien con un cambio cultural y de mentalidad, como comprobamos en la cola para entrar en Watergate, en el antiguo edificio de oficinas de Oberbaumbrücke, a orillas del Spree. Este local es de tradición tardía (2002) y ha heredado la clientela de los pioneros impulsando el minimal techno y gracias a su drum,n,bass, además de sus generosas vistas y su terraza flotante.

«Porque ya no mola tanto ir a espacios desestructurados y polvorientos, mola más esta fachada de cristal», explica Helga mientras espera, «y seguramente también porque antes las drogas que buscabas estaban en los clubes, pero ahora están por toda la ciudad, en la calle, y ya no merece la espera el esfuerzo».

«Berlín sigue teniendo su propio espíritu nocturno, pero ahora es diferente», añade Jurgen, «para muchos berlineses aquello es agua pasada y ha quedado solamente para turistas o para residentes extranjeros que van a Berghain por la noche como van durante el día a la Puerta de Brandemburgo». «Es como si en Madrid siguiese abierto el Rock-Ola», trata de traducir al español Vanesa, «seguirían yendo los nostálgicos de la Movida y los turistas, pero no los madrileños».

Cierto es que el espíritu que anima hoy la noche berlinesa es muy diferente al de principios de los 90. «Estaba viendo la televisión en Hamburgo, con mi madre. Vi a toda aquella gente cruzando y sentí unas ganas locas de ir a Berlín y montar una gran, gran, gran fiesta», recuerda la noche de la caída del Muro de Berlín Paul van Dyck, uno de los Djs que hicieron de la ciudad el santuario de la noche por excelencia.

Con la llegada del siglo XXI, los más importantes músicos que alimentaban la noche berlinesa comenzaron a recibir ofertas millonarias de países asiáticos por giras que los alejaban con creciente frecuencia de la capital alemana. Después llegó el turismo en masa, que convirtió a los clubes en el objetivo de quienes iban a ver, no a participar.

Si algo caracteriza a estas discotecas es que garantizan un nivel de desfase en el que cada individuo puede hacer realmente lo que quiera, pero el nivel disminuye desde el momento en el que parte del público se dedica a observar.

Y otro golpe lo propinaron las redes sociales: la prohibición de fotografiar el interior de los clubes o a sus visitantes, para garantizar la intimidad y el anonimato, impedía el ejercicio de postear fotos, sin el cual muchos turistas dejaron de encontrar atractiva la cola y la privativa entrada.

Pero el mayor bofetón lo recibieron con la pandemia, que obligó a cerrar durante más de dos años los locales, que hubieron de convertirse en centros masivos de test de coronavirus o en improvisadas galerías de arte.

La paradoja de la A100

Ahora una nueva amenaza se cierne sobre ellos: las obras de ampliación de la autopista A100, desde Treptower Park hasta Storkower Strasse, pondrán fin a sus actuales ubicaciones. «La carretera es una amenaza para nosotros y para muchos otros lugares de la subcultura berlinesa», se queja Sulu Martini, portavoz de About Blank, «esas obras suponen para la noche de Berlín un desastre inminente».

Resulta paradójico, teniendo en cuenta que la A100 fue precisamente inmortalizada por el grupo de música electrónica Kraftwerk en su álbum 'Autobahn'.

Según Wilde Renate, de la Comisión de Clubes de Berlín, también Else, Oxi, Void y Club Ost tendrán que cerrar las puertas si la A100 se amplía hacia el norte. Otros afectados son Nachtvogel, M01, los bares Zuckerzauber y Krass Böser Wolf, además de otras instalaciones como las del centro cultural Villa Kuriosum, el Zukunft am Ostkreuz, los centros juveniles Linse y Elok, la sala de ampliación de Friedrichshain, el hangar Friedrichshain y Rummelplatz, Scheffelstraße y Fips.

Está claro que la noche berlinesa no volverá a ser lo mismo, pero no toda la culpa se puede echar a la autopista. En este declive tiene mucho que ver también la pérdida de calidad musical. El año pasado, Bergheim se estrelló en el duodécimo puesto de la lista de mejores clubes del mundo, que publica DJ Mag y que votan sus 600.000 lectores. Solía liderarla, pero el público desaprueba que la mejor música electrónica actual se haya deslizado a otros escenarios y aplica su castigo.

Además, la CDU ha conquistado el Ayuntamiento Rojo y la manga ancha de las autoridades con la salvaje noche berlinesa se estrecha por momentos. Las discotecas intentan, a la desesperada, ser reconocidas como espacios culturales, un estatus desde el que accederían a subvenciones. Pero aunque lo consigan, está claro que no tendrán ya nada que ver con los míticos locales clandestinos que surgieron de las ruinas del Muro y pusieron banda sonora al momento libérrimo de la capital alemana.

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