Marjane Satrapi, revolución a golpe de viñeta

Su novela gráfica 'Persépolis' (2000) se convierte en un auténtico suceso a nivel mundial, consiguiendo galardones tan notables como el premio Autor revelación, y premio al mejor guion en el Festival Internacional de BD de Angoulême; así como el premio Harvey en la categoría de mejor obra extranjera. Este éxito se repite en la adaptación cinematográfica de la película (codirigida por la propia autora junto a Vincent Paronnaud) que se alza con el premio del Jurado del Festival internacional de Cine de Cannes.

Cómic y película son una suerte de autobiografía de la propia Satrapi, que desde su recuerdo (el de una niña de 10 años hasta los 18), narra cómo ve y siente el mundo; o más exactamente; cómo ve 'dos mundos'; ya la obra arranca con su visión de las cosas en su Irán natal; y después en Viena, donde sus padres la envían a terminar su formación en el liceo francés.

Como hija de ambos mundos no termina de pertenecer a ninguno de ellos; añora su país, y regresa a Irán, donde se reencuentra con sus raíces, pero también con la incomprensión de una sociedad autoritaria muy distinta a la europea. Finalmente, Satrapi decide trasladarse a la capital francesa (valga París como último refugio romántico de las libertades y 'lo diferente', por inexacta e incompleta que sea dicha definición; donde reside hasta la actualidad).

A Satrapi le indigna la división entre Oriente y Occidente (subraya, irónica, que la tierra es redonda y, por tanto, siempre estamos al oriente de algo). Tampoco es partidaria de análisis maniqueos, y no cree que los conflictos actuales sucedan entre categorías como Este y Oeste, islamistas y cristianos, etcétera; sino que, simplemente, todo son la manifestación del choque entre los fanáticos y la gente normal.

Y es quizá esta visión globalizadora y de altura de miras, la que da mayor peso a su obra. ¿Cómo negar la cultura persa, que es milenaria? ¿Cómo negar la cultura europea, que es igualmente rica y longeva? ¿Cómo se ve a Irán desde Europa, y a Europa desde Irán? Y finalmente, pero no menos importante, Marjane Satrapi, a la hora de narrar sus vivencias, narra también una lucha más, la de una mujer, que busca su voz y su felicidad, más allá de las convenciones sociales que se esperan de su sexo en la sociedad iraní y europea.

Buena muestra de ello son las enseñanzas que ha aprendido de aquellos que le son más cercanos y que, sin duda, sirven de guía que otorga valor al contenido de su trabajo. Entre otras, destacan los recuerdos de su abuela, que le trasmite una máxima que reza así: «En tu vida conocerás muchos tontos. Si te hacen daño, recuerda que es porque son estúpidos. No respondas a su crueldad. No hay nada peor que la amargura y la venganza. Muestra tu dignidad y tu integridad».

Otras obras posteriores se Satrapi profundizan en su particular visión sobre la sociedad iraní. Así sucede por ejemplo con 'Bordados' (2003), en la que Marjane Satrapi se hace a un lado para que hablen las mujeres de su familia. En esta obra demuestra que, entre las mujeres iraníes, más allá de las políticas brutales relacionadas con la familia (matrimonios concertados, virginidad como condición 'sine qua non' para acceder al matrimonio, etcétera), sobrevive de puertas para adentro una cultura extraordinariamente rica e ingeniosa, donde las mujeres son descaradamente subversivas, divertidas, y abiertas de mente y al sexo (La historietista Moderna de Pueblo califica este libro como «Decamerón moderno y en viñetas»),

En 'Pollo con ciruelas' (2004) Marjane Satrapi reflexiona sobre el sentido de la vida y el amor, y una vez más, utiliza como vehículo a un pariente lejano, el músico, virtuoso del tar, llamado Nasser Ali Khan. Como no podía ser de otro modo, la felicidad del músico está íntimamente ligada con la idiosincrasia de la sociedad iraní (en este caso, a la del Sha, en 1958).

Finalmente, 'Mujer, vida y libertad' (2023), su último trabajo, es un cómic colectivo impulsado de Satrapi, al que suman sus hábiles plumas otros 17 historietistas. Es un álbum que se ocupa del movimiento feminista iraní, surgido al calor de las protestas por la muerte de Mahsa Amini, en 2022, a causa de los golpes propinados por la policía de la moral por no llevar bien el velo.

Satrapi nos hace ver que, en un país con un régimen político tan estricto como es Irán, la revolución romántica, a la europea, tal y como la retrata Delacroix, es algo imposible; y que toda la subversión revolucionaria se expresa en un gesto aparentemente tan nimio como significativo: la negativa, cada vez mayor, a llevar el velo.

Satrapi es, en gran medida, la intérprete de su sociedad para los europeos, revelándonos con sensibilidad y acierto ese mundo, mucho más rico que los constructos y clichés que los europeos poseemos sobre el otro (en este caso, el otro oriental, iraní). Creo que ese ha sido el motivo fundamental que ha llevado al jurado a concederle el galardón del premio Princesa de Asturias. Ella, al enterarse de la noticia, se lo ha dedicado a Toomaj Salehi, artista de rap iraní, condenado a muerte hace unos días por cantar a la libertad.

«La revolución es como una bicicleta, cuando las ruedas dejan de moverse se cae», dice Marjane Satrapi; y sin duda, cada uno de sus cómics, da impulso a esa revolución global, que lucha contra la injusticia, la opresión, el fomento del miedo y la represión, en cualquier parte del mundo.