El ataque con comida a las obras de arte: la exposición de nuestra estupidez
«Los paisajes impresionistas son un canto a la comunión con la naturaleza y no merecen soportar este tipo de tonterías»
Activistas climáticos lanzan puré de patata a un cuadro de Monet en Alemania
Asier Mensuro
Parece que estamos ante una plaga. Hoy puré de patatas contra el cristal que protege la obra del impresionista francés; hace apenas una semana, sopa de tomate contra el cristal protector de uno de los cuadros de girasoles de Van Gogh; el nueve ... de octubre, dos activistas fijan con pegamento sus manos a la cubierta que protege el cuadro 'Masacre' en Corea de Pablo Picasso en la Victoria National Gallery de Melbourne; y el 25 de mayo, el vidrio protector de la Gioconda en el Louvre, recibe un soberano tartazo. A este paso, se va a dar la paradoja de que va a ser necesario retirar los elementos protectores para mantener a salvo las obras de arte.
Entiéndanme, no seré yo quien niegue la importancia de concienciar sobre la causa climática, ¡líbreme Dios!, en último término es EL PROBLEMA por excelencia a solucionar en el siglo XXI. Lo que considero una aberración es la vía elegida para transmitir el mensaje. En esta era digital, los activistas acompañan estos actos vandálicos (no me da la gana de llamarlos acciones), de mensajes en twitter, Instagram u otras plataformas, con la esperanza de que su mensaje se haga viral; y es precisamente ahí, donde demuestran ser muy cortos de entendederas, por no decir, literalmente imbéciles.
Los «lanza purés» repiten hoy en su comunicado la misma pregunta que los «lanza sopas» de hace una semana: «¿Qué vale más, el arte o la vida?» Y por mucho que reflexiono, no acabo de encontrar la relación entre el arte y el cambio climático. Al final, el quiz del asunto está en que la cercanía de estos activistas al arte es simplemente utilitarista; sirve a sus fines, sin entender ni mínimamente que es lo que el arte aporta.
En lo personal, yo no quiero vivir en un mundo sin arte. Los paisajes impresionistas son un canto a la comunión con la naturaleza y no merecen soportar este tipo de tonterías. En otras palabras, la contemplación de un campo de girasoles de Van Gogh bajo una noche estrellada consigue concienciarme sobre la necesidad de cuidar nuestro mundo, las acciones de los «lanza purés» me temo que no.
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Pero lo que realmente no entiendo es ¿por qué plantean esta absurda dicotomía entre arte y vida? Que busquen la alianza con los artistas para que difundan su mensaje. Son los artistas los que saben cómo llegar al corazón humano, y no estos aprendices de pandereta que realizan acciones dadaístas y futuristas de medio pelo. Y si realmente sienten necesidad de realizar acciones de forma personal a favor de la noble causa climática, que vayan a la raíz del problema: que lancen puré contra los políticos que favorecen a las industrias contaminantes y sopa de tomate contra los CEOS de dichas industrias, pero al arte, ¡que lo dejen en paz!
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