Tras los pasos de Sorolla, un viajero incansable

El museo del pintor y la Fundación Mapfre abordan en sendas exposiciones en Madrid los viajes del artista valenciano y sus veraneos

Sorolla vuelve a hacer las Américas

Joaquín Sorolla, 'La salute', Venecia, 1897 Museo Sorolla, Madrid

Hizo más de 200 viajes durante sus cuatro décadas de carrera: medio centenar por territorio español y una veintena en el extranjero: Roma, Venecia, Asís, París, Londres... y una gira por Estados Unidos que le llevó a Nueva York, Búfalo, Boston, Chicago y San ... Luis. Cosmopolita, Joaquín Sorolla fue un viajero incansable, en una época en la que viajar suponía un gran esfuerzo. Uno de los proyectos del Año Sorolla (se conmemora el centenario de la muerte del pintor valenciano) ha llevado y llevará sus obras a distintas ciudades de España donde fueron pintadas. Así ocurrió en San Sebastián, cuya exposición en el Museo San Telmo fue visitada por 50.000 personas. En estos momentos hay una en el Museo del Greco en Toledo, en noviembre le tocará el turno a La Coruña y en 2024 las habrá en Mallorca y en Castilla. Pero el Museo Sorolla presenta el proyecto matriz con la muestra 'Sorolla, viajar para pintar. Otra visión de España'. Una visión de España alternativa, muy distinta a los paneles de su 'Visión de España' que hizo por encargo de Archer Huntington para la Hispanic Society de Nueva York, centrada en las costumbres, tradiciones y tipos populares de las distintas regiones españolas.

Esta otra visión de España de Sorolla, muy evocadora, se centra en el paisaje. Casi desaparece la figura humana de sus lienzos. Los protagonistas son el mar, la montaña, los cambios atmosféricos... Es la visión de España que aparece en esta exposición, comisariada por Enrique Varela, director del Museo Sorolla, y Acacia Sánchez, y que permanecerá abierta hasta el 31 de marzo de 2024. Arranca con la recreación del set de un pintor plenairista, que pinta al aire libre, al natural: sobre un caballete, el cuadro 'Torre de la cautiva', de 1909. A su lado, una sombrilla, una silla, la caja de pinturas, la paleta... Y un cuadro de Tomás Murillo Ramos en el que aparece Sorolla pintando justamente ese cuadro en Granada. La muestra reúne 87 obras. Todas son del Museo Sorolla, excepto dos, de colección particular.

Siguiendo los preceptos de la Escuela de Barbizon (pintar al natural era un estilo de vida), Joaquín Sorolla siempre defendió la pintura 'au plein air' (al aire libre). Comenzó ya en su adolescencia con Gonzalo Salvá Simbor, su profesor en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. Aprendió de otro pintor valenciano, Ignacio Pinazo, el pequeño formato, creando pequeñas notas de color, 'notas de vida'. Su primer destino internacional fue Roma, adonde viajó gracias a una beca de la Diputación de Valencia. Emulando al Grand Tour, viajó por toda Italia: Florencia, Venecia, Nápoles, Asís, Pisa... También estuvo en París, en 19 ocasiones. Y expuso, además de en Europa, en Estados Unidos y Latinoamérica. «Sorolla fue el gran embajador artístico de España en la época de entreguerras», advierte la co-comisaria.

Un gran viajero Arriba, 'Patio de Comares, Alhambra de Granada', 1917. Sobre estas líneas, a la izquierda, 'Cala de San Vicente', Mallorca_1919. A la derecha, 'Jardín del Alcázar de Sevilla', 1918 Museo Sorolla, Madrid

El recorrido continúa con 'El Mediterráneo, un estudio al aire libre'. Su principal estudio en el exterior era la playa de la Malvarrosa de Valencia. Allí pinta el mar, las nubes, los juegos de luces por el reflejo del sol. Hay buenos ejemplos en la exposición de sus marinas valencianas, pero también de sus lienzos pintados en Jávea, Lloret de Mar, Mallorca... En la isla pinta su serie dedicada a la Cala San Vicente. Pero no solo retrató el Mediterráneo, también el Cantábrico. La luz del norte es muy distinta a la del sur: en un solo día se suceden muchos cambios atmosféricos: lluvia, viento, brisa... Su paleta se vuelve más apagada y tenue. Sorolla veranea en Asturias y en el País Vasco. Concretamente, en San Sebastián. Dedica una serie al rompeolas de esta ciudad. El Museo Sorolla exhibe por primera vez juntos sus ocho lienzos de esta serie. Sorolla visita Guetaria, Hendaya, Biarritz...

El artista no solo pinta las costas españolas; también el interior: una España rural, aislada, analfabeta. Los valles de Navarra, Aragón, la sierra de Guadarrama... Para el 98, Castilla era el alma de la nación española. Además, Sorolla retrata conjuntos monumentales de Ávila, Toledo, Granada... Son los años en los que pinta la 'Visión de España' de la Hispanic Society. Finalmente, la exposición se cierra con un espacio dedicado a los jardines, paisajes interiores: la Granja de San Ildefonso, el Real Alcázar de Sevilla, la Alhambra de Granada... En sus jardines priman la quietud y la armonía. Su gran obra fue el jardín de su propia casa en Madrid, hoy convertida en museo. En él dio sus últimas pinceladas. La exposición se cierra con 'Jardín de la Casa Sorolla', de 1920, que parece premonitorio: aparece una silla vacía. La carrera de Sorolla fue un gran viaje pictórico.

Los veranos de Sorolla

Por otra parte, la Fundación Mapfre no ha querido quedarse fuera del Año Sorolla y ha hecho hueco en su programación a una pequeña exposición sobre el pintor centrada en los veranos de Sorolla, que reúne, hasta el 7 de enero de 2024, cuarenta obras: 15 de mediano y gran formato, y 25 de pequeño formato. La comisaria, Casilda Ybarra, plantea la evolución del motivo de las escenas de playa en su trabajo: desde las composiciones centradas en el mar, con las que obtiene los primeros éxitos internacionales, hasta obras realizadas en sus últimos veranos.

En 1895 obtiene un gran éxito internacional con 'La vuelta de la pesca', del que se presenta en la exposición uno de los dos estudios que existen. Es de 1894, procede de la Colección Pérez Simón. El mar como lugar de trabajo: retrata a marineros, pescadoras valencianas, bueyes, las barcas de pesca... Una metáfora de su propio descanso del gran encargo de la 'Visión de España' para la Hispanic Society de Nueva York. Junto a las escenas de trabajo en el mar, se incluyen composiciones de ocio en la costa. Como un boceto para su obra maestra, '¡Triste herencia!', con la que obtuvo el máximo galardón en la Exposición Universal de París de 1900. Realizada en el verano de 1899 en Valencia, muestra a un grupo de niños enfermos del hospicio de San Juan de Dios bañándose en la playa. 

Los veranos de Sorolla Arriba, 'Nadadora', Jávea, 1905. Sobre estas líneas, a la izquierda, 'Bajo el toldo', Biarritz, 1906. A la derecha, 'Pescadora valenciana con cestos', 1916 Museo Sorolla, Madrid/Colección Abelló

El veraneo se pone de moda en la segunda mitad del siglo XIX. La gente abandona las ciudades interiores y se dirigen en verano a la costa, no sólo por las propiedades terapéuticas del mar, sino también como lugar de ocio y descanso. También, Sorolla. Pinta dos tipos de escenas de playa. Por un lado, la costa mediterránea, donde retrata a niños jugando en la orilla, nadando... En 1905 retrata a su esposa, Clotilde, vestida con una túnica blanca, nadando. El título del lienzo, 'Nadadora, Jávea'. Salvando las distancias, recuerda en cierto modo a la 'Ofelia' de Millais. Es un año importante para Sorolla, porque prepara la gran exposición de París de 1906.

Por otro lado, el Cantábrico se cuela en sus composiciones. El veraneo en el norte es sinónimo de altas clases sociales. El baño pasa a un segundo plano. Lo importante son las relaciones sociales. Sorolla, que ya había conseguido un gran éxito en su carrera y el ascenso social, frecuenta con su familia localidades del norte del país. En 1906 se instala en Biarritz. Clotilde y sus hijas posan para él con sombreros y elegantes vestidos en cuadros como 'Bajo el toldo. Biarritz', de 1906, y 'Contraluz. María en Biarritz', del mismo año. En verano de 1910, veranean en Zarauz. Sorolla prepara sus exposiciones en Chicago y San Luis de 1911, año del encargo de Huntington para la Hispanic Society. Cuelga en la muestra 'María en la playa de Zarauz'. En 1911 toma el testigo San Sebastián, que en 1887 la Reina María Cristina eligió como lugar de descanso de la Familia Real. Sorolla pasa sus últimas estancias allí en 1917 y 1918. Pinta su 'Paseo del rompeolas de San Sebastián' en un día de tormenta. La exposición se cierra con 'Niños buscando mariscos', pintado en Ibiza en 1919.

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