Sorolla, el pintor valenciano más universal, profeta en su tierra

La pinacoteca valenciana planea abrir este año una sala (ya hubo una pequeña, que desapareció) dedicada al artista, de quien cuenta con 54 pinturas (incluidas siete de la Colección Lladró, adquirida por la Generalitat; entre ellas, el monumental 'Yo soy el pan de la vida'). Así lo ha confirmado hoy su director, Pablo González Tornel, quien no ha especificado cuándo abrirá la Sala Sorolla. Tan sólo, que será este año. «Faltan aún por repatriar algunas obras que se hallan en depósito. Nuestra colección es muy rica en retratos, pero no hay muchas escenas de mar, que sí las hay en la Colección Masaveu. Hoy me siento muy feliz. Es un hito, se me recordará por haber traído esta colección a Valencia. Seguro que habrá colas para verla». De las 46 pinturas, 25 reflejan enclaves de la Comunidad Valenciana: la playa de la Malvarrosa, nadadores en Jávea...

La Colección Masaveu, propiedad de la corporación Masaveu, es gestionada desde 2013 por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson. Uno de los fuertes de sus fondos es la pintura española del XIX y, especialmente, Sorolla. Es la colección privada con mayor número de obras del pintor valenciano y la tercera en importancia y en volumen a nivel mundial, detrás del Museo Sorolla de Madrid y la Hispanic Society of America de Nueva York. Son 46 pinturas que abarcan gran parte de su producción. Destacan obras maestras como 'El mamón' (1894), 'Cosiendo la vela' (1904), 'Mi mujer y mis hijas en el jardín' (1910) o 'La familia de don Rafael Errázuriz Urmeneta' (1905), que, según el director del Museo de Bellas Artes de Valencia, es «'Las Meninas' del siglo XX. Sorolla lo pintó en Madrid en tan solo doce días».

Fueron adquiridas todas estas obras a iniciativa de Pedro Masaveu Peterson (1938-1993), principal coleccionista de Sorolla en España, desde los años 70 hasta su muerte. Junto a las 46 pinturas, tenía en su colección personal, propiedad hoy del Principado de Asturias, otras trece obras del artista. Entre ellas, 'Transportando la uva. Jávea' (1900) y 'Corriendo por la playa. Valencia' (1908). Hace unos años, 58 de las 59 se exhibieron en el Centro Niemeyer de Avilés.

La exposición, comisariada por María Soto Cano, conservadora de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, podrá verse en el Museo de Bellas Artes de Valencia hasta el 1 de octubre. El montaje es muy espectacular: los cuadros parecen flotar, como suspendidos en el aire. Se hallan en unos caballetes de cristal, ideados por la arquitecta italo-brasileña Lina Bo Bardi, que ya los usó en 1968 en el Museo de Sao Paulo. Además, estos caballetes permiten unos juegos visuales, al poder contemplar también los reversos, las traseras de las pinturas, algo poco habitual en las exposiciones. Quedan a la vista las etiquetas y podemos saber adónde han viajado.

Se estructura la muestra en cuatro secciones. Arranca el recorrido con el periodo de formación de Joaquín Sorolla (1876-1889). Es Sorolla antes de Sorolla. Su paleta es oscura, lejos aún de esa luz que le dio fama mundial. Son cinco las obras expuestas de estos años, como la mejor copia que hizo de un cuadro de Velázquez, pintor que tanto admiraba: 'La Reina doña Mariana de Austria', de 1884. También, 'Últimos sacramentos. Carlos V en Yuste', de 1882, donde se inicia con la pintura de historia, o 'El beso de Fausto' (1887), que realizó durante su estancia en Asís. La segunda sección está dedicada a su primera madurez (1890-1899). El joven Sorolla va definiendo su lenguaje artístico. De estos años cuelgan ocho pinturas, como 'El mamón', una de sus obras maestras, o estudios de algunos de sus mayores éxitos del periodo, como 'La vuelta de la pesca' o '¡Triste herencia!'.

Continúa la muestra con la etapa de plenitud de Sorolla (1900-1911), la mejor representada en la Colección Masaveu, con 28 obras, muchas ambientadas en Valencia. Se cuelan en su pintura temas que serían centrales en su carrera, como el trabajo de los pescadores ('Playa de Valencia', de 1902, y 'Cosiendo la vela', de 1904), o sus archiconocidas escenas de baño ('Niños en la playa. Estudio para verano', de 1904, y 'Nadadores. Jávea', de 1905). Genial retratista, no faltan en la exposición buenos ejemplos, como el ya citado 'La familia de don Rafael Errázuriz Urmeneta' (Pedro Masaveu adquirió primero el lienzo y, más tarde, su marco original), 'El actor francés Ernst Coquelin Cadet' o 'Mi mujer y mis hijas'. Su esposa, Clotilde, y sus hijas, Elena y María, fueron sus principales musas.

La muestra concluye con su producción entre los años 1911 y 1919. De su proyecto más ambicioso, 'Visión de España' para la Hispanic Society of America de Nueva York (un encargo de Archer Huntington, hispanista y fundador de la institución, además de uno de sus grandes mecenas), hay dos obras en la Colección Masaveu, vinculadas al País Vasco y a Castilla. Se cierra con 'Danzarinas griegas', de 1917.

Explica la comisaria que los fondos de Sorolla de la Colección Masaveu abarcan de 1882 a 1917 y permiten descubrir la evolución tanto técnica, como cromática y temática en la carrera del artista: «Sorolla amó la tradición (Velázquez, Goya); fue un maestro capturando la luz, la modernidad de sus encuadres, su rico cromatismo, su virtuosismo en la técnica...» Los beneficios de la venta de los catálogos de la exposición servirán para financiar la restauración, en sala, de un gran lienzo de Muñoz Degraín, que se hallaba enrollado en los almacenes del museo valenciano.

En 2019, los Masaveu fueron los últimos inquilinos en incorporarse a la Milla de Oro del arte en Madrid. La Fundación María Cristina Masaveu Peterson abrió sede en la capital, que inauguró con una exposición del XIX español procedente del legado familiar, donde colgaban 25 obras de Sorolla. El grupo Masaveu, fundado en 1840, es la empresa más antigua de España. Esta saga de empresarios, coleccionistas, mecenas y filántropos arranca con Pedro Masaveu Rovira (1827-1885), que en 1840 llega a Oviedo desde Castellar del Vallés (Barcelona).

La Fundación María Cristina Masaveu Peterson, creada en 2006 con el objetivo de impulsar, dentro de la tradición de mecenazgo familiar, la cultura, la formación y la investigación, es la propietaria de la monumental escultura 'Julia', de Jaume Plensa, instalada como depósito temporal desde hace unos años en la Plaza de Colón de Madrid.

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