Plensa se alía con Gaudí y se consagra, por fin, como profeta en su tierra
La Pedrera explora las conexiones literarias del escultor con una gran retrospectiva
En imágenes: Plensa conquista La Pedrera con su poesía silenciosa
Barcelona
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Iniciar sesiónTampoco hace tanto que era más fácil encontrar las huellas de Jaume Plensa en Nueva York, Río de Janeiro, Niza, Venecia y Ogijima que en Barcelona, la ciudad que le vio nacer hace 67 años. Chicago tenía la monumental 'Crown Fountain', ... pero en Barcelona, su ciudad, había que contentarse con un baúl y unas balas de cañón en el paseo de Born. Y poco más.
Durante años estuvo sobre la mesa la posibilidad de una macroescultura de 52 metros que, por encargo del entonces alcalde Xavier Trias, modificaría el 'skyline' de la ciudad desde una plataforma instalada en el espigón del Gas, dique que separa las playas del Somorrostro y la Barceloneta. Al final, sin embargo, no pudo ser. El coste de la pieza, estimado en 32 millones de euros, y el cambio de color en el gobierno municipal enterraron el proyecto de un artista al que parecía perseguirle el gafe en su propia casa
«El mundo es global, la vida de un artista no es su ciudad, es el mundo», relativiza el propio Plensa cuando asoma el tema durante la presentación de su consagración en la ciudad. Porque, además de para seguir instalando esculturas monumentales en todos los rincones del globo, los últimos años le han servido a Jaume Plensa para confirmarse, ahora sí, como profeta también en su tierra. Las cosas empezaron a cambiar en 2016 con 'Carmela', instalación temporal frente al Palau de la Música que la voluntad popular convirtió en permanente. Luego llegarían las donaciones al Hospital Clínic y Sant Joan de Déu, la primera gran retrospectiva en el Macba... Y ahora esto.
El 'Macbeth' de Plensa: un concierto con esculturas y danza
Pep GorgoriEl artista barcelonés se estrena como director de escena en el Liceo con una ópera visualmente bella pero dramatúrgicamente ineficaz
El mano a mano con Gaudí. La imponente cabeza blanco nuclear de 'Flora' enmarcada por la fachada ondulante de La Pedrera. La guinda a una temporada fabulosa en la que el escultor le ha puesto puertas al Liceo y se ha estrenado en la ópera con 'Macbeth', uno de sus textos de cabecera. «Las cuatro patas de la mesa sobre la que he construido una pirámide son Dante, Baudelaire, William Blake y Shakespeare», recuerda Plensa a las puertas de una retrospectiva que reúne más de un centenar de piezas, algunas de ellas poco o nada vistas y diez repartidas por diferentes puntos del edificio, para conectarle con Gaudí a través de viejos poetas y esculturas hechas con alfabetos de diferentes civilizaciones. «He tenido a Gaudí musitando ideas en la oreja», desvela.
La letra forjada
El viaje, nada es casual, arranca en 1988 con 'Sleep No More', pieza que reproduce pasajes de 'Macbeth' en hierro forjado, y atraviesa casi toda La Pedrera para explorar la influencia de la literatura en la obra de Plensa. Dante, Baudelaire, Blake y Shakespeare, sí, pero también Vicent Andrés Estellés y José Ángel Valente. «La pintura es más narrativa, mientras que la escultura es la gran pareja de la poesía. El poeta tiene una habilidad especial para confirmar intuiciones», asegura.
Seguimos. «El arte es un vínculo común que nos une a través de la belleza», defiende Plensa mientras atraviesa una cortina alfabética y saluda con la mirada una pieza llamada 'Tel Aviv Man', la primera figura humana que hizo con letras. «Toda mi tradición es texto, es mi cultura visual, así que decidí usarlo como material», relativiza.
La exposición, que no por nada se llama 'La poesía del silencio', combina lo macro con lo micro. El Plensa monumental que piensa a lo grande en el terrado con el que sueña y desea en pequeño formato en las vitrinas de la sala de exposiciones. El del faro luminoso de 'Day-Light' y el falo recreado entre guiños a Freud. «La poesía es el eje fundamental de cualquier sociedad. El problema es que a veces los poetas susurran y no los oímos», insiste.
Ahí está, sin ir más lejos, su 'Silent Music IV', colosal figura humana hecha de notas musicales que corona la azotea y despide desde las alturas y a un palmo de Gaudí una exposición que, entre gongs monumentales, cabezas de madera y bronce, evocaciones de infancia hechas de resina y llaves forjadas en plena pandemia, inyecta volumen atronador a la silenciosa poesía del catalán.
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