Muere Ilya Kabakov, el mago de la instalación post-soviética
Su obra es una gigantesca, obsesiva y fascinante máquina de remover imágenes y recuerdos soviéticos, contemplados con espíritu crítico y a la vez con humor
La ciudad de los prodigios de los Kabakov en el Grand Palais
Juan Manuel Bonet
Tras una prehistoria como ilustrador infantil, fue el alma del Grupo Experimental de Moscú, y con el tiempo el artista con mayor proyección internacional de esa escena, de la que había desertado en 1987. Nacido en la ucraniana Dnipropetrovsk, en el seno de una ... familia judía, y fallecido el pasado 27 de mayo en Long Island, Ilya Kabakov pasó parte de la Segunda Guerra Mundial refugiado con su madre en Samarkanda. Estudió luego arte en Moscú, especializándose en la ilustración de libros infantiles. Durante los sesenta y setenta fue, con Bulatov, Mikhailov o Vassiliev, entre otros, uno de los inconformistas que crearon el Grupo Experimental de Moscú. En 1985 celebró su primera individual parisiense, con Dina Vierny. Dos años más tarde, se pasó a Occidente. En 1988 empezó a colaborar con él su prima Emilia Lekach, con la que se casaría en 1992.
La obra de Kabakov es una gigantesca, obsesiva y fascinante máquina de remover imágenes y recuerdos soviéticos, contemplados con espíritu crítico, y a la vez con humor. Comparecen la vida cotidiana, y las arquitecturas utópicas; las baratijas y los papelitos y los neones, y el gran arte de Lissitzky, Malevich o Tatlin; la estrechez de los apartamentos y el agobio de las cocinas o baños comunes, y la inmensidad de los palacios; la casi total ausencia de horizontes viajeros, y los trenes, paquebotes y aviones a lo Deineka, y el Sputnik y demás artefactos cósmicos…
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Aunque paralelamente siguió pintando, fascinan sobre todo sus instalaciones, fundamentadas en un infinito archivo de imágenes. Recordemos, entre otras, su vagón rojo leninista (1991); su 'Pabellón rojo' en la Bienal de Venecia de 1993; su biblioteca (1996), su cosmonauta amateur que sueña con volar al espacio desde su apartamento (1984, poco antes de abandonar él mismo la jaula). De 2019 es su monumento a la división francesa Normandie-Niemen, en Orly. En una onda a lo Pessoa, o a lo Torres Campalans, incorporó por lo demás a su ronda a por lo menos dos pintores-ficción: Charles Rosenthal e Igor Spivak.
Impresiona la letanía de sus individuales, que además de las citadas, incluye otras en Amberes, Amsterdam, Basilea, Berlín, Berna, Bremen, Bruselas, Chicago, Colonia, Dallas, Düsseldorf, Eindhoven (Van Abbemuseum, 2012, en diálogo con Lissitzky), Hamburgo, Hannover, Helsinki, Leipzig, Londres (ICA en 1989, Serpentine en 2005, Tate Modern en 2017), Lugano, Moscú, Oporto, Oslo, París (Musée Maillol en 1994, Pompidou en 1995, Grand Palais en 2014), Pekín, Roma, San Petersburgo (Hermitage), Varsovia (Centro Ujazdowski, con Kosuth, en 2004), Washington (Hirschorn), y muchas más... Entre los galardones, el Beckmann, el Kokoschka, el Beuys, y el mítico Praemium Imperiale japonés…
En España, tras la colectiva rusa del CAAM de Las Palmas (1980), lo expondrían la bilbaína Rekalde (1995), el madrileño Palacio de Cristal (2001), el CAC de Málaga y Es Baluard de Palma (2009). En 2008 figuró en la muestra de la March sobre el arte disidente en la URSS, comisariada por su compatriota Boris Groys, amigo suyo desde los setenta, y su glosador más agudo y constante.
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