El marqués de Santillana, apasionado bibliófilo y promotor artístico
El Prado y la Biblioteca Nacional recuerdan al gran poeta y humanista con una doble exposición
Madrid
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Iniciar sesiónCulto y poderoso, curioso y cosmopolita, amante del conocimiento y defensor de la belleza, Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana (1398-1458), fue una de las figuras más relevantes del siglo XV en la Península Ibérica. Además de hombre de Estado, excelente ... poeta, historiador de la literatura y apasionado bibliófilo (atesoró una de las mejores bibliotecas de la época), es menos conocida la faceta de este gran humanista e ilustrado como promotor artístico. Precisamente, en ella está centrado el foco de la nueva exposición del Prado, que permanecerá abierta hasta el 8 de enero de 2023.
Ha contado con la colaboración de la Biblioteca Nacional, donde hay una segunda muestra, en este caso sobre la biblioteca del marqués. Atesora esta institución 63 joyas gracias a la compra del legado Osuna por parte del Estado español en el siglo XIX. Ha sido comisariada por Isabel Ruiz de Elvira, directora del Departamento de Manuscritos, Incunables y Raros de la BNE.
El origen de esta doble exposición se remonta a una idea que tuvieron hace unos años Javier Docampo y Fernando Villaseñor, especialistas del libro medieval y ambos fallecidos. Se ha retomado el proyecto, aunque bajo una nueva perspectiva. La propuesta del Prado, 'El marqués de Santillana. Imágenes y letras', es una pequeña exposición dosier centrada en la investigación, que se halla en la sala 57A del edificio de Villanueva, convertida en una especie de 'gabinete de maravillas', con puertas doradas.
Está presidida por el espectacular 'Retablo de los Gozos de Santa María', obra maestra de Jorge Inglés, cuya innovadora iconografía vemos con nuevos ojos. Depositada en la pinacoteca desde 2011 por el XIX duque del Infantado, sus descendientes (Almudena de Arteaga, duquesa del Infantado, e Iván de Arteaga, marqués de Ariza) han continuado prorrogando el depósito cada cinco años. Fue un encargo del marqués de Santillana a Jorge Inglés para decorar el altar mayor de la iglesia del hospital de San Salvador de Buitrago, institución caritativa fundada por el noble para la salvación de su alma. En él aparecen los retratos del marqués y su esposa. La muestra pone el énfasis en el interés del noble por las tendencias artísticas más innovadoras de su época, en especial en Flandes e Italia.
Cuelgan también en la sala otras cuatro pinturas del artista favorito del noble castellano. Tres de ellas proceden del antiguo retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Villasandino, en Burgos: una 'Natividad', el 'Profeta David' y la 'Presentación de Jesús en el templo'. Las dos primeras, de colección particular, y la tercera, propiedad de Ars Casacuberta Marsans, de Barcelona. A ellas se suma un 'San Jorge y el dragón', que la Colección Leiden de Nueva York ha depositado en el Prado durante dos años y que no se había visto en España. El elegante y nostálgico santo luce una armadura de acero blanco. Forma parte de un tríptico que el marqués encarga a Jorge Inglés: un retablo dedicado a Santiago, San Sebastián y San Jorge para el altar derecho de la iglesia del hospital de Buitrago. Tres santos venerados como modelos y protectores de la caballería medieval en el Occidente cristiano.
Completan la muestra un relieve en mármol con la efigie de Alfonso V el Magnánimo y dos medallas de Alfonso V de Aragón e Íñigo Dávalos, obra de Pisanello (destacados bibliófilos coetáneos, al igual que Nuño de Guzmán), así como una selección de quince de los mejores y más exquisitos manuscritos iluminados de la colección del marqués, la mayoría procedentes de la Biblioteca Nacional. Se incluye uno de sus cancioneros (recogían una selección de los poemas del noble), que fue concebido para su sobrino Gómez Manrique.
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El comisario de la muestra, Joan Molina, jefe del Departamento de Pintura Gótica Española del Prado, subraya la importancia de los libros de lujo en el siglo XV, no solo como ejemplos de una pasión bibliófila, sino también como objetos que otorgaban fama y prestigio a quienes los poseían: «Eran valiosísimos en la época, objetos exclusivos codiciados, deseados. Serían el equivalente hoy a un Ferrari Testarossa o un yate. Los libros, en manos de estos humanistas, son mucho más que contenedores de textos. Son poderosos artefactos para tejer alianzas y relaciones diplomáticas«. Consciente de ello, el marqués de Santillana, apasionado coleccionista de esos suntuosos libros de lujo, contrató a su servicio a los mejores traductores, iluminadores, miniaturistas y encuadernadores. Al Prado y la Biblioteca Nacional, que han organizado sendos ciclos de conferencias, se suma una tercera gran institución cultural de este país, la Real Academia Española, que el 26 de este mes celebrará una jornada académica en torno al marqués de Santillana.
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