'Hipómenes y Atalanta', un canto a la belleza en todo su esplendor
Obra de Guido Reni y uno de los cuadros más icónicos y hermosos del Prado, se exhibe tras su restauración
'Hipómenes y Atalanta', de Guido Reni, tras su restauración, en un montaje especial en la galería central del Prado
'Hipómenes y Atalanta', de Guido Reni, es uno de los cuadros más icónicos, cautivadores y hermosos no solo de la colección del Prado, sino de la historia de la pintura occidental. Pese a ello, durante muchas décadas (desde finales del siglo XIX ... hasta 1967) estuvo en depósito en el rectorado de la Universidad de Granada, sin contar con las medidas de conservación pertinentes y el «mimo deseable». La decisión del injusto 'destierro' la tomaron los Madrazo. Pese a la fama que obtuvo en su época, la pintura italiana del XVII cayó en desgracia. Hace 25 años ni Caravaggio ni Carracci estaban expuestos en las salas del Prado. Fue Alfonso E. Pérez Sánchez quien rescató esta pintura con una gran exposición en los años 70 en el Casón del Buen Retiro.
Antes de la restauración
Después de la restauración
Precisamente, es una de las asignaturas pendientes del Prado, explica su director, Miguel Falomir, quien anuncia que será reparada cuando las salas del museo se liberen con la ampliación del Salón de Reinos. También se hará hueco a la pintura española de la segunda mitad del XVII. De momento, en 2023 la pinacoteca dedicará una gran antológica a Guido Reni en colaboración con el Städel Museum de Fráncfort, donde se verá antes y adonde viajará la primera semana de noviembre esta obra maestra. El Prado atesora una docena de obras del pintor boloñés, un ludópata que se gastaba todo el dinero obtenido con sus cuadros en saldar sus deudas de juego.
Antes de la restauración
Después de la restauración
'Hipómenes y Atalanta', de Guido Reni (hacia 1618-1619), es uno de los cuadros que resultan irresistibles a los visitantes del Prado («es imposible de olvidar«, advierte Andrés Úbeda, director adjunto del Prado), aunque no muchos logren identificar a su autor. Es una bellísima coreografía (los dos protagonistas parece que están bailando), que representa uno de los relatos de las 'Metamorfosis' de Ovidio. Una joven princesa fue abandonada de niña por su padre en el bosque. Adquirió la habilidad de ser extremadamente veloz. Fue rescatada por unos cazadores y se reecuentra con su padre, quien decide que debe casarse. Ella es reacia al matrimonio, pues había consagrado su virginidad a la diosa de los bosques (Diana o Artemisa). Propone un juego: una carrera con sus pretendientes. Si ellos pierden, mueren. Un joven, Hipómenes, descendiente del dios del mar, Poseidón, trama una argucia, ayudado por Venus, quien le da tres frutos dorados para distraer a Atalanta durante la carrera y ralentizarla.
Antes de la restauración
Después de la restauración
Reni inmortaliza el momento en que ella tiene un fruto en la mano y se dispone a coger el segundo, mientras Hipómenes esconde el tercero en su mano izquierda. Finalmente, él gana la carrera. Pero la historia no tiene un desenlace feliz. La pasión irrefrenable de los jóvenes hace que hagan el amor en un espacio prohibido, consagrado a la diosa Cibeles. Como castigo, ésta los transforma en leones y los condena a tirar eternamente de su carro. Escena de la famosa fuente de Madrid, muy cerca de la pinacoteca.
Advierte David García Cueto, jefe del Departamento de Pintura Italiana y Francesa hasta 1800 del Prado, que también hay otras hipótesis gracias a las cuales se ha leído el cuadro en clave cristiana: se ve a Atalanta como la Eva que tienta a Adán con unas manzanas y parece tocar el suelo: la parte terrenal, el pecado. Hipómenes, en cambio, semeja un Adán virtuoso que rechaza a Eva y parece ascender y tocar el cielo. El cuadro estuvo en la colección del marqués Giovan Francesco Serra, que fue adquirida en 1664 por Gaspar Bracamonte y Guzmán, conde de Peñaranda y virrey de Nápoles, para Felipe IV. Forma parte de los fondos fundacionales del museo (de 1827 a 1838 estuvo en la Sala Reservada de la pinacoteca) y normalmente cuelga en su espacio de honor, la galería central. Hay una versión similar, pero de menor calidad, en el Museo de Capodimonte de Nápoles.
Antes de la restauración
Después de la restauración
'Hipómenes y Atalanta', un monumental óleo (206 por 279 centímetros) fue pintado en dos lienzos, unidos horizontalmente por una fina costura. Presentaba problemas de suciedad, barnices oxidados que amarilleaban la pintura original y repintes que se fueron degradando con los años, además de unos añadidos posteriores, que no eran originales (una banda de siete siete centímetros en su borde izquierdo y otra de trece en la parte inferior), que han quedado ocultos gracias al nuevo marco. Ya se ha hecho en otras obras del museo, como 'Las hilanderas' de Velázquez.
El lienzo de Reni puso rumbo al taller de restauración del museo en septiembre de 2020 y durante nueve meses (un parto en toda regla) estuvo en las primorosas manos de la restauradora Almudena Sánchez hasta junio de 2021. Desde niña, confiesa, es uno de sus cuadros preferidos. El trabajo ha contado con el patrocinio de la Fundación Iberdrola España, miembro protector del programa de restauración del museo.
Antes de la restauración
Después de la restauración
«El gran reto de esta restauración ha sido la regeneración de los barnices alterados que habían perdido la transparencia y la recuperación del colorido, la luz, el espacio... El problema de la obra es que había perdido la profundidad, no se entendía la composición, era confusa, no se veían los distintos planos. Ahora tiene todo el sentido que quiso darle Guido Reni –explica Almudena Sánchez–. Las dos figuras, cuyos cuerpos habían adquirido una tonalidad dorada, recuperan su luz fría, misteriosa, casi irreal; se hallaban sobre un fondo neutro sin poder diferenciarse los planos«. Se han recuperado, dice la restauradora, partes de la composición que habían quedado ocultas por los barnices opacos, como el pelo castaño y rizado de Hipómenes, una arboleda entre las piernas del joven y, muy especialmente, el azul oscuro del mar, que se hallaba oculto tras una capa blanquecina. Pese a ello, dice García Cueto que ha sufrido alteraciones irreversibles, como el azul esmalte del cielo.
Después se reintegraron las pérdidas de pintura, sobre todo en la línea de la costura que une los dos lienzos. Una costura que atraviesa las dos figuras: en el caso de Atalanta, el perfil de su exquisito rostro. El cuadro ha recuperado la profundidad de la composición, su luminosidad y su colorido original. Y las figuras de Hipómenes y Atalanta recobran la fuerza de sus vigorosas anatomías, así como la nitidez de las carnaciones elaboradas a base de sutiles sombras con las que Reni modela estos cuerpos en movimiento. El cuadro, un canto a la belleza, luce espléndido en un montaje especial en la galería central del Prado.
Obras incautadas en la guerra, en la colección del Prado
Miguel Falomir: «Nuestra voluntad es no tener nada que no esté de forma legal»
Hace unos días, el Prado hizo público el listado de obras procedentes de incautaciones en la Guerra Civil que se hallan en su colección y anunciaba la creación de un equipo de investigación sobre este asunto. Miguel Falomir comentaba ayer que «esta investigación se lleva haciendo desde hace tiempo, pero creemos que es el momento de darle un empujón. Vamos a ver qué es lo que sabemos y cuánto más se puede saber. La documentación es la que es, tenemos lo que tenemos. Se va a ofrecer una lista, lo más extensa posible, de aquellas obras que tienen una procedencia de incautación y ponerla a disposición de los herederos de los dueños originales». Dice que aún no han recibido ningún requerimiento.
Entre las obras incautadas, comenta Falomir que «seguro hay al menos dos que fueron propiedad de Pedro Rico [ex alcalde de Madrid], y una tercera también podría ser suya. Todas de Eugenio Lucas Velázquez. Pero de momento no ha habido una reclamación formal. Nuestra obligación es documentar todo, transparencia máxima, que esté a disposición de las familias y, si pueden aportar los títulos de propiedad... Nuestra voluntad es no tener nada que no esté aquí de forma legal. Todo aquello que haya que devolver se devolverá. Aunque fueran obras más importantes, habría que hacerlo igual. Por decencia y justicia». Pero advierte el director del Prado que «no es tan sencillo. Hay que identificar a los propietarios, éstos tienen que demostrar que las obras son suyas... Tiene que haber una reclamación y aportar la documentación pertinente».