La obra perdida de Camille Claudel hallada en un piso de París se subasta por 3,1 millones de euros
'El camino de la vida' de la genial escultora ha sido subastada en Orleans este 16 de febrero
Rodin se mide con Fidias

Cuando a finales de septiembre el tasador de arte Matthieu Semont, de la casa de subastas francesa Philocale, fue encargado de realizar el inventario de un apartamento próximo a la Torre Eiffel como parte de una herencia, se encontró adentrándose en un lugar entre tinieblas ... que había permanecido quince años deshabitado. Sin electricidad y lleno de polvo, con la ayuda de la luz de su teléfono móvil iba desvelando tras sábanas y bolsas de plástico, muebles y objetos. Nunca pudo imaginar que en un oscuro pasillo, sobre una cómoda Luis XVI, iba a encontrar una escultura excepcional desaparecida hace más de un siglo: 'La edad madura' de Camille Claudel (1864-1943).
Este grupo escultórico, también conocido como 'El camino de la vida', fue creado por la alumna y amante de August Rodin (1840-1917) en 1898. Año de ruptura en su relación por la imposibilidad de Rodin a abandonar a la mujer que estuvo junto a él toda la vida, Rouse Beuret, con la que finalmente se casaría dos años antes de fallecer. Este bronce es el número uno, de los seis que el marchante de arte Eugène Blot fundió en 1907. Y ha sido subastado por la sede que la casa de subastas tiene en Orleans este 16 de febrero, por 3,1 millones de euros. Solo se conservan tres versiones, una en el Museo Camille Claudel, otra el Museo d'Orsay y la última en el Museo Rodin, las demás están desaparecidas.
Dado que sólo se conservan tres en museos franceses, no ha estado expuesta en el mercado del arte y el creciente interés de los museos internacionales en la adquisición de obras de mujeres artistas debido a la escasez en sus fondos, las estimaciones apuntaban que podría rondar los dos millones de euros, pero el precio final fue incluso superior. La pieza ocupa el segundo puesto para una obra de Claudel, después de la venta de una primera versión de 'La Valse', vendida por 5,2 millones de euros en Sotheby's de Londres en 2013.
La pureza, equilibrio y serena belleza de líneas en la escultura del Neoclasicismo como reacción al estilo barroco y rococó será acusada de inexpresiva y antimoderna por la corriente del Romanticismo. En este periodo histórico de grandes cambios y energía desbordante irrumpe de forma revolucionaria, convirtiéndose en el símbolo de una nueva era plástica, Auguste Rodin (1840-1917). La fuerza expresiva, movimiento e intensidad de su escultura será seguida por Camille Claudel. La fugacidad existencial y el paso del tiempo serán inquietudes que se manifestarán en su obra, como es el caso de 'La edad madura'.

La obra en cuestión es una de las piezas emblemáticas de Claudel. Representa a tres figuras: una joven arrodillada, 'la implorante', que extiende sus brazos con gesto desesperado hacia un hombre de complexión varonil arrastrado como una ola por una mujer de edad avanzada con el poder de alejarlo de ella. Esta composición, como cualquier obra de arte, se presta a las múltiples interpretaciones, como plurales son también las miradas del que observa. Pero en este caso es difícil despojar la obra de los acontecimientos biográficos que se sucedieron en el momento de su creación y el pensamiento puro de Camille que impregna toda esta obra: la separación entre Claudel y Rodin causada por la determinación de August de no abandonar a Rose Beuret. Es inevitable no ver en esta representación la manifestación universal del dolor desgarrador de una pasión que se escapa.
Camille Claudel es símbolo del destino trágico. Mujer dotada de gran belleza y genio, de carácter independiente, poderoso coraje y talento, vivió en una sociedad en la que la mujer era relegada a una situación de inferioridad e indefensión. Una vida romántica, marcada por su relación pasional con un titán de la escultura como fue Rodin, que sucumbió a su belleza y talento deslumbrado por sus ideas y destreza plástica, la cual acabó penetrando poderosamente en la obra de su maestro. Tuvo un trágico destino al ser recluida forzosamente por su madre y hermano en un psiquiátrico donde permaneció confinada y abandonada los últimos treinta años de su vida.
«Del sueño que ha sido mi vida, está es la pesadilla», escribió a su fiel amigo Eugène Blot desde la institución mental de Montdevergues el 24 de mayo de 1935.
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