Goya, a cobre descubierto

En los talleres de la Calcografía Nacional se estamparon a lo largo de su historia varias ediciones de los grabados de Goya (dejó de hacerse en 1983). Con el objetivo de endurecer y reforzar las matrices para prolongar su vida útil y seguir estampando las obras goyescas, se decidió en 1880 darles unos baños galvánicos de acero, cromo o níquel. Pero ello produjo una corrosión provocada por la formación del 'efecto pila' entre el cobre de la matriz y las capas metálicas superpuestas, favorecida por la humedad ambiental. Los daños del cobre eran más graves en los acerados y niquelados, y más estables en los cromados.

Entre las matrices más deterioradas, las del 'Bobalicón', el aguafuerte número 4 de los 'Disparates' (la única con daños irreversibles, especialmente en los márgenes), y el autorretrato de Goya, portada de los 'Caprichos'. A ellas se sumó el préstamo a un museo de Lille (Francia) de otra de las planchas: la de 'Esto es peor', el aguafuerte número 37 de los 'Desastres de la Guerra'. Viajó, con todas las garantías, pero al mes de estar expuesto el museo informó a la Academia de que la matriz había comenzado a deteriorarse: se apreciaba una especie de pequeño cráter. Cuando llegó a Madrid, el daño era ya mucho mayor, «como si hubiera sufrido una explosión». Se barajaron diversas hipótesis: un problema de humedad, una bacteria... Era urgente actuar. Hace años hubo un intento de revertir el problema, pero no se conocían técnicas fiables y quedó en suspenso.

Después de la restauración

Antes de la restauración

Esta vez sí se encontró una solución viable y la Academia se puso manos a la obra. El Istituto Centrale per la Grafica de Roma estaba trabajando con las planchas de Piranesi, otro de los grandes grabadores de la Historia. La Academia se puso en contacto con la restauradora Lucia Ghedin, que había logrado resultados extraordinarios con las matrices de Piranesi, retirando los acerados. La invitaron a que viajara a Madrid para compartir con la institución española la técnica utilizada y aplicarla a las planchas de Goya. Y así se hizo.

ABC fue entonces testigo de los distintos pasos del proceso de restauración de estas joyas en el taller de estampación de la Academia, que cuenta con el patrocinio de la Fundación Ibercaja, y la colaboración del Prado y los laboratorios Secyr de la Universidad Autónoma de Madrid. Se decidió comenzar con los 'Caprichos' y los 'Disparates'. Laura Alba, del Gabinete de Documentación Técnica y Laboratorio del Museo del Prado, se ocupaba de determinar el recubrimiento que tenía cada plancha. Trabajó con un equipo de espectrometría por fluorescencia de Rayos X, propiedad del Prado, que permitía determinar los elementos que componen las capas metálicas de los recubrimientos. Entonces se acordó trabajar solo con los acerados, pues no se conocían aún los procedimientos adecuados para retirar el níquel y el cromo. Sin embargo, se ha descubierto en la Academia que el método empleado con los acerados también funciona con los niquelados, no así con los cromados. Este último es el caso de la 'Tauromaquia', cuyas matrices no se van a tocar.

Después de la restauración

Antes de la restauración

Silvia Viana, conservadora y restauradora de la Academia de Bellas Artes, es la encargada de retirar el acerado de las matrices. Antes de ello, debe eliminar los restos de tinta y barnices que han podido quedar cristalizados en la plancha. Después, las sumerge en una solución, que ayuda a disolver los componentes del acerado, que enmascaran el trabajo de Goya. Finalmente, se realiza un tratamiento de inhibición del cobre y la protección de las planchas con un barniz reversible y estable. «Se ha ganado en profundidad», advierte. El proceso de cada matriz ha durado entre diez días y un mes.

Las planchas de cobre fueron utilizadas por Goya para grabar, por una parte, sus cuatro célebres series de estampas: los 'Caprichos' (80), los 'Desastres de la Guerra' (82) –dos de ellos solo se estamparon una vez–, la 'Tauromaquia' (33) y los 'Disparates' (18 de las 22 conservadas), incluidas primeras ediciones de todas ellas. Once fueron grabadas por ambas caras: siete de la 'Tauromaquia' y cuatro de los 'Desastres de la Guerra'. Además, trece matrices que corresponden a su primera serie gráfica, los aguafuertes de pinturas de Velázquez, y dos más sueltas: 'El agarrotado' y 'San Francisco de Paula'.

Las planchas, en las que Goya trabajó directamente, al igual que Rembrandt, se rescatan ahora como obras de arte por sí mismas. Algunas de las matrices ya restauradas se exhiben en el Gabinete Goya como el artista las concibió originalmente, «a cobre descubierto», dice Juan Bordes, académico delegado de Vaciados y director del proyecto. El reluciente cobre, en el que se aprecia la mano y el pulso de Goya, comenta Víctor Nieto, académico delegado del museo, contrasta con el aspecto metálico de las estampas que no han sido restauradas: una de la Tauromaquia y tres de las pinturas de Velázquez (Diego de Acevedo, el Primo; Sebastián de Morra y el bufón Barbarroja).

Las planchas de las estampas de Goya están a salvo, estables, protegidas. Se ha actuado a tiempo. De momento, se ha trabajado en 101 de las 228 (17 de los 'Disparates', 60 de los 'Caprichos', 20 de los 'Desastres'...) Tomás Marco, director de la Academia de Bellas Artes, advierte que aún no ha concluido el proyecto. Está previsto que en primavera de 2024 se inaugure en esta institución la exposición 'Goya y el nacimiento de la conciencia', en la que se exhibirán casi todas las matrices del genial creador. Es posible, aunque aún está por decidir, que se estampe excepcionalmente una estampa de los cobres recuperados. El destino ha querido que la presentación de este proyecto haya coincidido con la muerte de Juan Carrete Parrondo, exdirector de la Calcografía Nacional. Este fue uno de sus grandes sueños.