Cincuenta artistas 'se apropian' de Picasso y deconstruyen el mito
Retitulan y proponen una relectura actual de 50 obras de su última década en La Casa Encendida
Eugenio Carmona: «Es posible releer a Picasso desde la mirada 'queer'»
Madrid
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Iniciar sesiónCuando nos acercamos en un museo o una galería para leer la cartela de una obra de arte, en muchos casos aparece la palabra 'Untitled' (Sin título). Hay artistas que no titulan sus trabajos; otros, en cambio, como Miró o Duchamp, hicieron de los ... títulos sus propias obras. Picasso casi nunca las tituló. Fueron sus amigos, agentes y comisarios quienes lo hicieron por él. Este es el punto de partida de un juego de espejos que propone la nueva exposición del Año Picasso en España. La Casa Encendida de Madrid, que celebra sus 20 años de vida, ha invitado, en el 50 aniversario de la muerte del malagueño, a 50 artistas contemporáneos a retitular, renombrar y resignificar 50 obras del último Picasso. Su periodo más desconocido y discutido por los expertos, pero muy fructífero, en el que, como bien decía su amigo Werner Spies, «pintaba contra el tiempo».
Entre septiembre de 1970 y junio de 1972, un Pablo nonagenario hizo febrilmente más de 200 pinturas. Según Bernard Ruiz-Picasso, su abuelo «se embarcó a partir de los años 60 en el impulso artístico final de su carrera. Sin nada ya que demostrar, nos brinda una obra autobiográfica en la que afirma su creencia en lo esencial de la función del arte. Picasso fue el artista del siglo del psicoanálisis, pero también el primer artista pop. Se desnuda ante nosotros y nos muestra toda su vida».
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Picasso, en 3D
Natividad Pulido
'Picasso: Sin título' reúne, hasta el 7 de enero de 2024, pinturas, dibujos y cerámicas de sus últimos diez años, de 1963 a 1973. Aparecen en esos trabajos temas como el sexo y la muerte: mosqueteros, desnudos femeninos, el pintor y la modelo en el estudio... Todos los préstamos pertenecen a la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso (FABA): doce de ellos, inéditos; veintitrés se exhiben por vez primera en España. Las obras se distribuyen en cuatro salas, de riguroso luto: la única luz en las negrísimas salas es la que ilumina las piezas, que semejan cajas de luz. En una pared, las obras de Picasso. En otra, las cartelas originales, con sus títulos, fecha y lugar de ejecución y propietario. Resulta muy curioso ver las cartelas huérfanas. [Cuando robaron la 'Gioconda' en el Louvre, durante un tiempo hubo colas ante la pared vacía, sin el cuadro. La cartela daba título a un cuadro en paradero desconocido.] Y en una tercera pared, las cartelas con los nuevos títulos, realizadas en aluminio y del mismo tamaño que los Picassos.
Explica la comisaria, Eva Franch i Gilabert, que la selección de artistas se planteó como un mapeo de la creación actual, con una gran variedad geográfica, cultural, de género, edad (nacidos entre 1945 y 2022), ideología... No se buscó ni a artistas picassianos ni antipicassianos. La elección de quien retitularía cada obra se hizo por sorteo, de forma aleatoria. Eso sí, tenían total libertad, sin censura. ¿Puedo hacer lo que quiera?, preguntaban. Hay interpretaciones neutras, otras más críticas y negativas, las hay poéticas, políticas, feministas... Picasso, ante un tribunal popular, juzgado y ¿condenado o absuelto? Pues según se mire.
«Renombrar algo es un acto de amor y también un acto político –dice la comisaria–. Este encuentro entre Picasso y estos 50 artistas contemporáneos permite la crítica, el análisis, la pelea y el diálogo; se abren nuevos caminos, aproximaciones y lecturas de Picasso. Rendimos homenaje a las obras, mientras abrimos la puerta a conversaciones difíciles en relación al poder, género o raza, hoy en el centro de los debates artísticos y culturales».
Hubo dudas sobre si La Casa Encendida –apuesta por una programación contemporánea con perspectiva de género, inclusiva y descolonial– era un lugar adecuado para exponer a Picasso en una época en la que el feminismo radical pretende cancelarlo, y tampoco sabían muy bien la forma en que debía abordarse su obra, reconoce su directora, Lucía Casani. Pero finalmente siguió el sabio consejo de José Guirao, primer comisionado del Año Picasso en España, ex director de la Fundación Montemadrid y de La Casa Encendida. Suya fue la idea de que esta institución formara parte de la Celebración Picasso con un proyecto y así ha sido. En gran medida es un homenaje a Guirao, a quien se rendirá un tributo el 1 de junio en la que fue su casa durante tantos años.
El reto, traer a Picasso a la contemporaneidad, encontrar la manera de deconstruir el mito, ofrecer una nueva relectura de su obra en el ambiente social y político de 2023, y proponer otras narrativas: «Había que enfrentarse a Picasso sin miedo ni pudor; renombrarlo con humor, espíritu crítico, valentía y rigor». Entre los 50 artistas, nombres como Albert Serra, Antoni Muntadas, Esther Ferrer, Asunción Molinos, Cabello/Carceller, Erwin Wurm, Isabel Coixet, Sara Ramo, Simon Fujiwara... Son muchas las mujeres que responden a Picasso. Cada cual a su manera. Algunas, con agresividad, como la norteamericana Johanna Hedva («el supuesto genio transgresor no era más que un niño pequeño que tira sus juguetes al suelo; un niño guarro, un escorpio cachondo»). Para Orlan, era un hombre tóxico; para Mercedes Azpilicueta, un gran pintor misógino y cruel. Están presentes otros temas muy actuales como los trans o la Inteligencia Artificial, capaz de producir en serie obras 'al estilo Picasso'.
La exposición, que se cierra con una sala para la lectura y la reflexión (es una muestra para ver y para leer), se completa con un programa de actividades en el que habrá performances ('Performing Picasso Paintings', a cargo de Maria Hassabi, los días 21 y 22 de mayo), música (un concierto-banda sonora de Sofie Birch y Antonina Nowacka el 20 de mayo) y un seminario académico en octubre.
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