Chagall: la cara más guerrera de un gran pacifista
La Fundación Mapfre arroja nueva luz a través de 160 obras y 90 documentos, la mayoría inéditos
Marc Chagall, «el poeta con alas de pintor»

Vivió dos guerras mundiales, la persecución del nazismo, el exilio, el desarraigo, la discriminación por sus raíces judías en su Rusia natal (le costó tiempo ser ciudadano ruso de pleno derecho), el antisemitismo en Europa, la retirada de la ... nacionalidad francesa, años después de haber obtenido el pasaporte... Marc Chagall no solo fue testigo del siglo XX, sino que transitó por él viviendo en carne propia los acontecimientos convulsos. Faro del siglo XX a la luz de los hechos que vivió. Todas esas heridas nunca acabaron de cicatrizar. El objetivo de la gran exposición que le dedica la Fundación Mapfre es ofrecer una nueva mirada, arrojar nueva luz sobre este artista, un verso libre.
Encasillado durante décadas como ese «poeta con alas de pintor», como lo definió Henry Miller, hasta ahora solíamos ver a un Chagall onírico, precursor del surrealismo, creador de mundos mágicos y ensoñaciones fantásticas, poblados por vacas rojas, Cristos amarillos, hombres-gallo, violinistas verdes, ángeles multicolores, novias bicéfalas... Pero una exhaustiva investigación en el Archivo Marc e Ida Chagall (atesora decenas de miles de documentos) nos descubre otro Chagall bien distinto, anclado a la realidad de su tiempo, con un hondo compromiso. Una relectura que desvela una implicación política y social más fuerte de lo que se creía.
Junto a las más de 160 obras expuestas (pinturas, dibujos, collages, una escultura...), se incluyen en unas vitrinas 90 documentos de ese archivo, la mayoría inéditos: cartas, telegramas, discursos, fotos... Algunos han sido traducidos por vez primera del yidis (lengua de los judíos originarios de Europa central y oriental y su lengua materna).



Coorganizada junto con La Piscine-Museo de Arte e Industria André-Diligent de Roubaix y el Museo Marc Chagall de Niza, y bajo el título 'Chagall. Un grito de libertad', la exposición puede visitarse en las salas de la Fundación Mapfre (Paseo de Recoletos, 23) hasta el 5 de mayo. Las comisarias, Ambre Gauthier y Meret Meyer, nieta de Chagall, ofrecen un doble enfoque: pictórico y literario. Han querido mostrar sus siempre deslumbrantes obras, pero también dejar que Chagall tome la palabra. Y así, conocemos ahora de primera mano su firme y profundo compromiso, su anhelo de una paz universal, su defensa de los derechos humanos, la tolerancia, el respeto por todas las culturas y religiones... Un mensaje de plena actualidad, si miramos a Ucrania y a Gaza. Se ve que no hemos aprendido nada de la Historia.
En 1931, Marc Chagall pasó tres meses en Palestina (lo vemos en una fotografía pintando allí). Reflexionó en sus escritos sobre la impresión que le causó aquel viaje. Hoy parece una utopía la paz entre judíos y palestinos. Por entonces realizó una serie de retratos de rabinos y personajes con la Torá. Chagall asesoró la creación del Museo de Arte Judío de Tel Aviv. Además, colaboró con el Teatro Nacional Judío de Cámara de Moscú, para el que realizó siete paneles, un trabajo conocido como 'la cajita de Chagall'.
Pero el artista no ocultó su ira contra Alemania por su antisemitismo y las deportaciones a los campos de la muerte. «Resulta muy halagador ser despreciado por los alemanes de Hitler, pero ¿qué harán con mis cuadros esos brutos?», se preguntaba. Pues ser declarado arte degenerado. En 1933 los nazis quemaron en una ceremonia pública, tras llevarlo en procesión por la ciudad de Mannheim, una de sus pinturas, 'El rabino'.



Procedente del Museo de Arte Moderno de Céret (depósito del Pompidou), cuelga en la muestra 'La guerra', de 1943. Sus lienzos están repletos de mártires, crucifixiones... En 1912 pinta por vez primera un Cristo judío con el talit (paño de oración alrededor de las caderas en vez del paño de pureza cristiano). Tema también de actualidad por el cartel de la Semana Santa de Sevilla. A modo de capilla se exhiben en un espacio circular tres cuadros, pintados entre 1937 y 1952, que en su día formaron un tríptico bajo el título 'Revolución' y que pasarían a ser obras independientes: 'Resistencia', 'Resurrección' y 'Liberación'. En ellas fusiona el simbolismo político y el religioso. Es un préstamo del Museo Chagall de Niza. Guerra... y también paz, como Tolstoi. Cuelga en la muestra el boceto definitivo para 'La paz', una vidriera que luce en la sede de Naciones Unidas en Nueva York. Marc Chagall se erigió en una especie de mensajero de la paz.
Entre las obras maestras incluidas en la exposición, 'El violinista verde' (Museo Guggenheim de Nueva York), 'Rabino en negro y blanco' (Art Institute de Chicago), 'El vendedor de periódicos' y 'Doble retrato con vaso de vino' (ambos del Pompidou de París), 'Commedia dell'arte' (de una colección alemana), 'Soledad' (Museo del Tel Aviv)... No faltan los autorretratos (entre ellos, el primero del que se tiene constancia, de 1907). Chagall solía utilizar para representarse diversos alter ego: ángel, gallo, asno, macho cabrío, cabra... Además, una escultura ('La bestia fantástica'), ilustraciones para libros, como 'El diario de Ana Frank'... En las paredes de las salas, algunos poemas. «Mi mundo se ha cerrado a cal y canto...»
Nacido en Vitebsk (hoy Bielorrusia), estudió en San Petersburgo, convivió con Modigliani y Soutine en La Colmena de Montparnasse en el París de la bohemia y estuvo atrapado en Rusia durante la I Guerra Mundial. Había regresado en 1914 para encontrarse con Bella –su gran amor y eterna musa–, con quien se casó. En 1941 se exilió en Estados Unidos. Tras una vida nómada deambulando por medio mundo (desarraigo representado en los seres voladores que pueblan sus hermosas pinturas), Chagall murió a los 98 años en Saint-Paul-de-Vence, en la Costa Azul francesa, bajo el sol que atrajo a Matisse y a Picasso.
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