Con Caín en el andamio: el MNAC redescubre y reordena sus ábsides románicos
El museo barcelonés reintegra fragmentos de pintura mural en los conjuntos de Sant Climent de Taüll, Sant Pere del Burgal y Sant Joan de Boí
El MNAC se expande entre viñetas
Barcelona
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Iniciar sesión«No sé cuántos años tardaremos en volver a tener un andamio aquí», asegura Eduard Vallés, uno de los conservadores del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). «Tenemos que ser muy cuidadosos», añade. A su espalda, el aquí: el conjunto románico de Sant ... Climent de Taüll, rodeado de potentes focos de trabajo, cascos blancos y vistosos arneses naranja fosforito. Un andamio cubre toda la altura del conjunto mural, «pieza central del museo y del arte universal», como se apresura a subrayar la conservadora de románico del MNAC, Gemma Ylla, y en lo alto, justo a la altura de los ojos del Pantocrátor, Cristina Martí y Jesús Zornoza le dan los últimos retoques a Caín. «Es la primera vez que se presenta incorporado», destaca Carme Ramells, conservadora-restauradora del museo.
Es la primera vez, de hecho, que Caín se presenta como tal. Hasta no hace mucho, una cartela lo identificaba en otra pared del museo como 'Hombre apesadumbrado'. ¿Cómo no estarlo cuando uno está condenado a cargar con la maldad del mundo sobre sus hombros? Así que ahí estaba el hermano de Abel, exento y enmarcado, esperando a que alguien encontrase su sitio. Literalmente. Se sabía que formaba parte de las pinturas murales de Sant Climent de Taüll, ya que fue uno de los fragmentos que Franco Steffanoni arrancó de la iglesia ilerdense en 1920, pero se desconocía tanto su identidad como su ubicación. «Siempre se había presentado en formato plano, ya que había algunas dudas sobre su identificación y ubicación», explica Ramells.
Uno de los motivos, añade, es que se trataba de una de las pinturas no visibles de Taüll, las que aparecieron rascando el encalado de los arcos después de que la Junta de Museos encargarse al restaurador italiano retirar las pinturas en los años veinte. 300 metros cuadrados a 500 pesetas el metro. Y Caín, según parece, emergió cuando el presupuesto ya estaba cerrado. No fue hasta 2013, cuando se restauró y museizó el ábside original de la iglesia para instalar el 'mapping' que puede verse actualmente, que aparecieron en las paredes los primeros vestigios de Caín. «Hicimos unos calcos, los llevamos a la iglesia y la coincidencia era prácticamente total», explica Ylla.
'Més Romànic'
El siguiente paso era reintegrar el fragmento en el ábside del MNAC, operación que los restauradores Cristina Martí y Jesús Zornoza han rematado esta misma semana. «Ahora desmontamos el andamio y lo llevamos a Sant Pere», explican. La de Taüll, de hecho, es la primera intervención de un proyecto que el museo barcelonés ha bautizado con el nombre de 'Més Romànic' y que contempla también reintegraciones en los conjuntos de Sant Pere del Burgal y Sant Joan de Boí. Unos trabajos que, destacan desde el MNAC, han comportado años previos de estudio, reconstrucción y restauración. «Esto es sólo la parte final de una carrera de fondo», sostiene Ramells a pie de andamio.
En Sant Pere de Brugal, los técnicos cambiarán de ubicación dos profetas después de haber podido determinar su localización original, mientras que en Sant Joan de Boí se incorporarán cuatro fragmentos de la decoración de las pinturas de las columnas de la iglesia. De vuelta al ábside de Taüll, primeras pinturas que se arrancaron y primeras también que se han reintegrado, Ylla subraya que la presencia de Caín «le da un aire diferente a todo el conjunto». «Teníamos un arco únicamente con la mano de Dios, así que era muy importante reintegrar nuevos fragmentos», añade Ramells.
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Desde lo alto del andamio, el nuevo inquilino del ábside sigue luciendo apesadumbrado, sí, aunque por lo menos ya no está solo. Por detrás quedan tres semanas de trabajo para consolidar, retocar e integrar el fragmento a la diestra del Pantocrátor. Y si quisiera volver a emanciparse, tampoco eso sería un problema. «A diferencia de los restauradores de los años veinte, nosotros ponemos una capa de reversibilidad que hace que se pueda sacar sin que sufra la capa pictórica», explica Ramells. Eso sí: la conservadora insiste en recordar que una cosa es la pintura mural y otra cosa la pintura mural traspasada, que requiere unas condiciones de conservación muy específicas. «La humedad relativa, por ejemplo, tiene que ser siempre del 60 por ciento», apunta modo de ejemplo.
El proceso de estudio de las pinturas también ha arrojado algunos hallazgos sorprendentes relativos a los colores y los materiales empleados. Así, además de constatar que el adhesivo que se utilizaba para fijar las pinturas en telas estaba hecho de calcio, leche y queso fresco, el análisis químico ha permitido descubrir que la paleta pictórica era mucho más amplia de lo que se pensaba. «Unas pinturas que creíamos hechas en blanco, negro, azul, rojo y y amarillo en realidad tienen cuatro rojos diferentes, dos ocres… El maestro tenía una paleta amplia y mezclaba los colores. No eran puros. Y se trabajaba por capas. La superposición de colores daba diferentes matices. Azul y negro, por ejemplo, para dar con otro tipo de azul y crear una sensación de volumen en la indumentaria», explica Ramells.
El propio Caín, condenado y con gesto de arrepentimiento, puede da fe de esa vistosa policromía desde su nuevo emplazamiento.
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