El Banco de España saca a la luz sus bodegones
Juan van der Hamen, protagonista de la segunda muestra que organiza en su sala de exposiciones
Madrid
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Iniciar sesiónEn el siglo XVII hubo una fiebre especulativa con los tulipanes en los Países Bajos hasta el punto de que se podía comprar una casa en los canales de Ámsterdam por el precio de un bulbo. La 'tulipomanía' o 'crisis de los tulipanes' ... dio lugar a una burbuja económica y una crisis financiera sin precedentes. No hay que menospreciar el poder de las flores. Éstas y los frutos (o sea, los bodegones y las naturalezas muertas) son el tema central de la segunda muestra que se celebra en la sala de exposiciones del Banco de España (del 26 de octubre al 25 de febrero de 2023; entrada gratuita, previa reserva), en el antiguo vestíbulo del edificio en el chaflán de Cibeles, que se inauguró en 2021 con sus mejores retratos.
Ahora cuelgan medio centenar de obras de una treintena de artistas, seleccionadas entre los cinco millares de piezas de que constan los fondos de la institución. Desde su fundación, en 1782, los motivos florales y frutales han formado parte de su iconografía. El recorrido arranca con el bodegón barroco del XVII, siglo de oro del género, y con un protagonista: Juan van der Hamen, que llevó las naturalezas muertas a su cénit. 'Pomona y Vertumno' luce junto a 'Ofrenda a Flora', del Prado. Más que meros bodegones, son alegorías de la naturaleza.
Ambas pinturas, que representan a las diosas del otoño y la primavera y que han sido restauradas en el museo, formaban pareja. Debieron colgar juntas en la colección del conde de Solre y ahora vuelven a reunirse. Junto a ellas, otras dos pinturas del maestro ('Bodegón de frutas y dulces', del Banco de España, y 'Bodegón con florero y perro', del Prado) y dos más del taller de Van der Hamen, también del Banco de España. La sala se completa con los célebres floreros de Juan de Arellano y Gabriel de la Corte y un pequeño bodegón de Crescenzi.
La comisaria de la exposición, Yolanda Romero, conservadora de la colección del Banco de España, explica que tras las flores y los frutos se esconden metáforas y reflexiones sobre la espiritualidad, la fragilidad y la fugacidad de la vida (representada en las 'Vanitas'). La muestra constituye un recorrido por la evolución de la naturaleza muerta a través de pinturas, dibujos, esculturas, fotografías, artes decorativas: dos tapices de la manufactura de Gerard Peemans, según cartones de David Teniers III; un reloj, un jarrón... Durante mucho tiempo el bodegón se ha considerado un género menor, de segunda. Y, aunque resulte extraño, las vanguardias se interesaron por él para sus experimentaciones más radicales, como el cubismo. Lo recuperan artistas de posguerra (Cossío, Bores), realistas (Carmen Laffón, Francisco López Hernández), Saura, Hernández Pijoan...
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La fotografía tampoco ha sido ajena a la naturaleza muerta. Y da fe de ello la colección del Banco de España, con 'bodegones inimaginables' de Joan Fontcuberta, Alberto Peral, Xavier Ribas, Gonzalo Puch, Hans Peter Feldmann... Wolfgang Tillmans aborda en una de sus imágenes la otra cara del bodegón barroco. En 'New L. A. Still Life' captura no la comida, sino los desechos, la basura que queda tras un festín. Y el brasileño Vik Muniz 'se apropia' en uno de sus trabajos del célebre 'Cesto con frutas', de Caravaggio, única naturaleza muerta del genial artista. La exposición concluye con un sugerente y exótico gabinete botánico en el que las flores de María Loboda aluden al horror (Iris), el odio (albahaca), el desdén (clavel amarillo) o la simpleza (caléndula); Fritzia Irízar dibuja flores en peligro de extinción en Yucatán con las cenizas de billetes de dólar quemados, y Antoni Muntadas crea una vajilla en la que aborda el pasado colonial de España y Filipinas.
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